El escenario internacional de esta semana, cargado de turbulencias, nos conduce de Estados Unidos a Europa, Eurasia, Medio Oriente y hasta Latinoamérica, África y el Asia Pacífico, al que hoy por hoy -según destacados analistas internacionales- se está desplazando el centro del poder geopolítico. Lo que hace preguntarse por las perspectivas de la Unión Europea y América Latina.

No abundo sobre el tema. Únicamente mencionaré contadas “turbulencias” antes de referirme a los turbulentos personajes del título de este artículo y a quienes los enfrentan o son sus cómplices. Primero, respecto a las elecciones en el Reino Unido, con el retorno al poder, después de 14 años, del partido Laborista, destaco, además del imperativo de rehacer el colapsado sistema de seguridad social, la cancelación del programa de enviar a migrantes ilegales a Ruanda y la previsible mejora de relaciones “Brexi-UE”, con el régimen del eurófilo premier Keir Starmer.

Importa igualmente −merecería, quizá, un artículo completo− un breve comentario a la elección presidencial iraní del 28 de junio, en virtud del fallecimiento del presidente Ebrahim Raisi, en la que triunfó Masoud Pezeshkian, candidato moderado, partidario del diálogo nuclear con Occidente, el que Trump echó por la borda y Alí Jamenei, líder supremo y la mayoría de los ayatolás de Irán rechazarían, obsesionados en eliminar a Israel, expulsar de Medio Oriente a Estados Unidos, apoyar a Rusia y alterar el orden mundial. Ana Palacio, excanciller de España, publica en Política Exterior, la prestigiosa web española, un excelente artículo, fechado el 10 de julio sobre el tema.

Trump y los milagros

El expresidente republicano de Estados Unidos y candidato, virtualmente confirmado por su partido, hoy 17 de julio, a la reelección, aparece como el personaje escapado milagrosamente de un intento de asesinato, una de cuyas balas apenas lo rozó. Hubo, en cambio, una víctima mortal y un par de heridos, además del agresor, joven blanco, trumpista, sin antecedentes criminales, abatido por agentes del Servicio Secreto de Estados Unidos. Añado que el presidente Biden se comunicó con Trump para expresarle su solidaridad.

El intento de asesinato del candidato, quien aparece, muy mediático, con un parche en la oreja que tocó la bala, reactivó a sus partidarios y seguramente le aumentó seguidores. El intento asesinato y la reactivación de seguidores, dio lugar a que el expresidente cambiara el texto que tenía preparado en el inicio de la convención republicana, por otro “más unificador”, lo que dio lugar a que algunos analistas prevean que rebaje el tono agresivo hacia los demócratas de sus discursos por el llamado a la unidad nacional –deseamos fervientemente que esto mismo suceda en el crispado escenario político de México.

Sin embargo, la posibilidad de suavizar el discurso, no descarta -siguen diciendo los expertos, que por lo visto no se arriesgan mucho- la contraria: un discurso más agresivo y radical que el actual por parte del candidato Trump. Yo en lo personal dudo que el personaje cambie su discurso agresivo y vulgar, pues está en su ADN.

Amerita, desde luego, en este recorrido “periodístico”, comentar que el republicano ha escogido como candidato a vicepresidente a J. D. Vance (James David Vance), senador por Ohio, joven político extremista, que no contribuirá a la moderación en la campaña del expresidente, pero, en cambio, lo impulsará entre la clase trabajadora blanca -principalmente en los Estados del Medio Oeste, el llamado Cinturón del Óxido, “trabajadores y agricultores de Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Ohio, Minnesota, y mucho más allá”, ha dicho el propio Trump. Los tres primeros votaron por Trump en 2016, pero Biden los recuperó en 2020.

Vance, criado por sus abuelos en una familia blanca pobre, en la zona de los Apalaches, es doctor en Derecho por la Universidad de Yale, autor del libro de sus memorias Hillbilly. Una elegía rural, llevada a la pantalla por Netflix. Es, sin embargo, de los que sostienen que Trump ganó las elecciones de 2020, pero se las robaron. Es, asimismo, negacionista climático, crítico de la ayuda militar estadounidense a Ucrania y conservador recalcitrante. Era cristiano evangélico, pero se convirtió al catolicismo en 2019. Para Biden y los demócratas, es “uno de  los más grandes extremistas de la extrema derecha de Washington, que impulsará a Trump y su agenda extremista MAGA, incluso si eso significa violar la ley y sin importar el daño que causaría al pueblo estadounidense”.

Vance “tiene una postura aún más radical que Trump respecto a Ucrania y quiere poner fin al apoyo militar. En términos de política exterior, es más aislacionista que Trump”, según expertos consultados por Reuters.

Por otra parte, la dupla Trump-Vance distanciará a Estados Unidos de Europa -y desde luego de la OTAN. Habrá complicidad inconfesable con Putin y con los europeos eurófobos como Marine Le Pen y Viktor Orban. ¿Y, cómo los sorteará México?

Concluyo señalando que este Trump, cuya imagen es la del político todo fortaleza, contrasta con la muy endeble física y mentalmente de Biden, hoy, además, contagiado de Covid. Y me pregunto, con el respeto y admiración que tengo por el presidente, si cederá a última hora la estafeta a Kamala Harris, o a alguien más.

De mujeres y traiciones

El impertinente título prestado de una canción de Vicente Fernández, me permite referirme a los últimos sucesos en la Unión Europea -hoy con muchas mujeres protagonistas-, la que sigue siendo tema de mis artículos en nuestra revista -4 desde mayo.

Comienzo con mencionar a las principales mujeres protagonistas de este ambicioso, generoso y visionario proyecto de organización supranacional europea: Ángela Merkel, quien, por más de 20 años, hasta 2021, estuvo en la política de Alemania y de la Unión Europea respetada y admirada, y cuyas memorias están a punto de publicarse, ha sido artífice brillante de la Unión Europea. Criticada, injustamente en mi opinión, por su diálogo permanente con la Rusia de Putin, ante la invasión del autócrata a Ucrania, hay quien sostiene, en cambio, que si ella aún gobernara Alemania, Putin no hubiera osado invadir a su vecina del Oeste. Y yo también lo creo.

Ursula von der Leyen, alemana, presidenta de la Comisión Europea, quien busca reelegirse y contaría con el voto de una ajustada mayoría de los 720 eurodiputados (PPE Partido Popular Europeo, derecha moderada, S&D, socialdemocracia, Renew Europe, liberales y, probablemente, Vardes/ALE partido verde).

Otras mujeres, del “lado correcto de la historia” son la maltesa Roberta Metsola, reelecta ya como presidenta del Parlamento Europeo y la jefa de la diplomacia europea Kaja Kallas, estoniana.

Queda por mencionarse a la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, de extrema derecha “presentable”, que ha sido traicionada por sus socios, principalmente Santiago Abascal, jerarca de de Vox, la agrupación ultraderechista española.

Asimismo, la multicitada Marine Le Pen, ultraderechista que es un grave peligro para su país, Francia, que por ahora se ha conjurado gracias al patriotismo inteligente de los franceses. Pero también es grave peligro para la Unión Europea y hoy se ha coludido con el primer ministro húngaro Viktor Orban, creando el grupo ultra Patriotas por Europa.

Por fortuna la ultraderecha sigue desunida, pero Orban, que actualmente preside la Unión Europa, por este semestre, ha visitado, sin contar con el mandato de los representantes de los otros 26 países miembros de la UE, a Putin, Trump y Xi-Jinping. Con la consiguiente indignación de sus pares.