Apenas el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela (controlado por el oficialismo bolivariano, aunque sus panegiristas digan lo contrario), anunció a la medianoche del domingo 28 de julio —a una sociedad ahíta por un largo e inequitativo proceso electoral—, que la tendencia del voto era irreversible a favor del presidente Nicolás Maduro Moros, en busca de la reelección por un tercer mandato, por la coalición oficialista Gran Polo Patriótico, que la oposición y un grupo países de América y den otros partes del globo, impugnaron el cantado triunfo y la supuesta transparencia del proceso electoral.

Poco después estallaron las protestas tanto en Caracas como en otras capitales de provincia. La militarizada Guardia Nacional dispersó varias de ellas con gases lacrimógenos y balas de hule. En menos de 48 horas se han reportado 12 muertos, incluyendo un soldado. Y la agencia española EFE informó que cuatro estatuas en honor de Hugo Chávez, fundador de la República Bolivariana de Venezuela, fueron derribadas en La Guaira, Falcón, Carabobo y Guárico. Mala señal para el heredero chavista, que olvidó la conseja popular: “hay que hincarse donde el pueblo se hinca”.

Maduro Moros denunció, eso sí, que durante las redadas policíacas se habían detenido decenas de personas, “80 por ciento de las cuales tienen antecedentes penales”, con una precisión que asusta. Como ha sucedido en ocasiones anteriores cuando el enojo popular se ha hecho evidente en Venezuela: Maduro no pretende dar marcha atrás, pese a los reclamos nacionales e internacionales. Como los guerrilleros cubanos de la época de Fidel Castro: “P´alante, p´alante”.

Mientras que el CNE atribuyó la victoria al presidente en funciones con el 51.20 por ciento de los votos, la figura antichavista por excelencia, María Corina Machado —a la que se le impidió, por todos los medios fuera la candidata oficial de la oposición—, declaró estar en posición de mostrar el 73 por ciento de las actas emitidas en los comicios que dan la victoria a Edmundo González Urrutia, ex diplomático en retiro, con una diferencia “apabullante”. El oficialismo solo le reconoció el 44.20 por ciento de los votos. Ni unos ni otros muestran los documentos.

Corina Machado dijo en conferencia de prensa: “Ganamos con el 70 por ciento de los votos; Maduro solo obtuvo 30 por ciento…Queremos decirle a todos los venezolanos que Venezuela y todo el mundo lo sabe, que González salió victorioso…hemos ganado en todos los estados del país…esta es la verdad”.

Tras la declaratoria triunfal de Maduro, el propio presidente denunció el lunes 29 de julio que se “está intentando imponer en Venezuela un golpe de Estado nuevamente de carácter fascista y contrarrevolucionario…Ya vivimos esto. Esta película ya la vimos. La misma película con un guión parecido. Los protagonistas somos los mismos. Por un lado, el pueblo que quiere paz, democracia, prosperidad, progreso. Y por otro lado, élites llenas de odio con un proyecto contrarrevolucionario fascista”, agregó Maduro al aludir que el opositor Juan Guaidó se proclamó “presidente legítimo” en 2019, y tuvo el reconocimiento de Estados Unidos de América (EUA) y sus aliados.

Después de que la oposición salió a las calles para manifestar su inconformidad por los resultados que dio a conocer el CNE, EUA, Brasil y Colombia, los países que han recibido más migrantes venezolanos desde el inicio del gobierno de Maduro, pusieron en duda el escrutinio que otorga al heredero de Hugo Chávez un tercer mandato de seis años. Igualmente lo hicieron Chile, El Salvador, Guatemala y Panamá, que retiró a su personal diplomático de Caracas y puso “en suspenso” las relaciones bilaterales.

A su vez, Francia, España, Canadá y la Unión Europea pidieron “total transparencia” sobre el proceso electoral, llamamiento al que se sumó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Así como la Organización de Estados Americanos (OEA), convocó a una reunión extraordinaria a solicitud de los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, que pidieron “revisión completa de los resultados”.

En respuesta, en un gesto poco diplomático, la cancillería venezolana expulsó al personal adscrito de las legaciones argentina, chilena, costarricense, panameña, peruana, dominicana y uruguaya, ante lo que consideró “injerencistas acciones de sus países”. Por cierto, desde hace varias semanas están refugiados en la sede de la embajada argentina varios colaboradores de María Corina Machado.

Por otra parte, Maduro ha recibido apoyo y felicitaciones de varios gobiernos de distintos países asiáticos, del Oriente Medio e Iberoamericanos como China, Rusia, Cuba, Nicaragua, Honduras, Irán, Siria, Bolivia. En mucho se parecen.

México, pese a que ha mantenido “buenas relaciones con Maduro”, en una posición ambigua, por decir lo menos, anunció que reconocerá al nuevo gobierno de Maduro cuando el CNE ofrezca los resultados definitivos. Además, al demandar que la Organización de Estados Americanos (OEA) —siempre acusada de actuar bajo consigna de Washington—, “no meta las narices” en Venezuela, López Obrador manifestó que si hay dudas en los comicios venezolanos se proceda a “limpiar el proceso” y contar los votos —uno tras otro—, si es necesario; y pidió que no haya violencia “y se actúe con responsabilidad”.

Además, con su repetida cantaleta de una supuesta “autoridad moral”, el líder de la 4T criticó el injerencismo de siete gobiernos extranjeros en los comicios venezolanos que dio por resultado la ruptura de relaciones diplomáticas con Maduro: “¿Qué no tienen los gobiernos de otros países pequeños, medianos o grandotes cosas qué hacer? ¿Qué se tienen que estar metiendo en asuntos de otros países?” En fin, AMLO cuestionó la existencia de una autoridad o “confederación de gobiernos del mundo” —dirigiéndose a la OEA— que decide qué es bueno o qué es malo, o quién es demócrata y no lo es, pues “¿no cada país es soberano, libre?”. El sempiterno candil de la calle, oscuridad de su casa.

Por cierto, como comenta en su columna Artículo Mortis, titulada Lecciones de Venezuela, Roberta Garza, recuerda que este país “las elecciones no son organizadas por instituciones autónomas, ciudadanas o independientes, sino por una organización copada por el presidente, quien encima es el comandante supremo de una policía militarizada, con un Poder Judicial maniatado considerado entre los más corruptos del mundo por Transparencia Internacional; los jueces de paz locales son electos en comicios manipulados y acotados por el gobierno y los supremos son seleccionados por un Legislativo totalmente sumiso al Ejecutivo, donde las detenciones preventivas, sobre todo de los enemigos políticos son rutina en vez de excepción”. La acotación vale porque en teoría, el CNE “tiene el rango de quinto poder del Estado, junto al Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Moral”, pero en la práctica las cosas no funcionan como deberían, pues el Ejecutivo tiene todo el poder en sus manos. Algo así como lo trata de imponer la reforma judicial en curso a fines de la 4T del gobierno de AMLO. Un asunto muy delicado que algunos mexicanos no damos importancia.

Mientras son peras o manzanas, y la situación política venezolana pudiera tranquilizarse lo cual se ve muy cuesta arriba, el rico país petrolero está sumido en una espiral de violencia que nadie puede controlar, mucho menos finalizar. Los “cacerolazos” —la protesta tradicional en varios países de Centro y Sudamérica en que el pueblo usa las ollas y sartenes para manifestar su descontento—, volvieron a las calles de Caracas para rechazar los resultados del CNE. Vestidos de blanco y coreando consignas contra el chavismo los simpatizantes de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) escoltaron a sus líderes, María Corina Machado y al candidato presidencial, Edmundo González Urrutia.

Por lo menos 749 personas han sido detenidas en Venezuela en las últimas horas en varias partes del país. Hay reporte de 12 personas fallecidas y decenas de heridos. 48 policías y militares heridos, y un muerto de las Fuerzas Armadas en el estado Aragua. Los civiles caídos eran de Zulia, Yaracuy, Táchira; dos de ellos menores de edad, de 15 y 16 años, informaron el Foro Penal, Justicia, Encuentro y Perdón (JEP), Provea y Laboratorio de Paz en una rueda de prensa.

Por otra parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Javier González Olaechea, reconoció al opositor Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, en el canal estatal TV Perú. Al preguntarle como se consideraba a Nicolás Maduro, el canciller peruano aseguró que “a partir del fraude perpetrado” en las elecciones del domingo pasado, Perú lo ve “como una persona que desea por la vía de una dictadura perpetuarse en el poder”.

En tanto, los presidentes de EUA, Joe Biden y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, pidieron al gobierno de Caracas que haga públicos los datos detallados de la votación de los comicios presidenciales. En una declaración conjunta, tras una conversación telefónica, en la que discutieron la elección venezolana, los mandatarios citados coincidieron “en la necesidad de que las autoridades venezolanas divulguen de inmediato los datos completos, transparentes y detallados de la votación a nivel de mesa electoral”.

Como colofón a las reacciones oficiales por las manifestaciones populares en contra del “triunfo” de Maduro Moros, el mandatario venezolano “responsabilizó” al abanderado opositor, Edmundo González Urrutia, por la “violencia criminal” que ha dejado “heridos y desaparecidos” en el país después de la jornada electoral dominical que la oposición denuncia como fraudulenta.

En una intervención en el Palacio de Miraflores, residencias del Ejecutivo, Maduro afirmó: “Usted será el responsable directo, señor González Urrutia y la señora Machado, y la justicia va a llegar…Metieron mucho billete y drogas de Colombia…”, agregó el mandatario sobre la supuesta maniobra que habrían montado los disidentes, EUA y el narcotráfico colombiano en la pasada elección, sin que aportara ninguna prueba al respecto.

Agregó; “Estamos enfrentando una arremetida internacional, mundial del imperialismo de Estados Unidos de América, de la extrema derecha fascista para apoderarse del país”. Por cierto, en Venezuela, las armas siguen en posesión del ejército; la oposición es carne de cañón.

Como completo a las palabras de Nicolás Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela —el Congreso local—, Jorge Rodríguez pidió aprehender al opositor, el diplomático en retiro, Edmundo González Urrutia, y a la dirigente de la oposición, María Corina Machado, por su “actitud golpista y fascista”. Asimismo, Rodríguez que fungió como jefe del comando de campaña del chavismo, dijo que el Ministerio Público “tiene que actuar” para que vayan “presos” los opositores quienes “ordenaron y pagaron” a delincuentes para que “aterrorizaran” a la población”. Más claro, ni el agua.

Tal y como ha sucedido en los anteriores comicios que ha “ganado” Nicolás Maduro, primero las amenazas después las “razones”. Está visto que el heredero chavista no cederá en nada. No hay signos de entendimiento entre el Palacio de Miraflores y la oposición. Diálogo mucho menos. La posición del bolivariano es de confrontación. La incertidumbre es el futuro del país. La intransigencia está preñada de violencia. ¡Pobre Venezuela!

¿Qué sigue? Mucha palabrería. No sería extraño que Machado y González pudieran ser apresados, pese a las protestas de medio mundo. ¿Y el Ejército? Nada es seguro. Hasta que surja otro caudillo militar que haga a un lado a Maduro. El régimen continuará victimizándose, ante el imperialismo yanqui que acostumbra la izquierda chavista, cubana, nicaragüense, etcétera. En fin, como dice Valeria López Vélez: “…lo que los populistas saben hacer mejor; evadir la responsabilidad para perpetuarse en el poder mediante la propaganda, a costa de su propio pueblo”. México debería estar al tanto. Por ahí va la flecha de la brújula de la 4T. ¡Advertidos ya estamos! VALE.