El obligado contexto internacional
Por tratar, en este artículo de temas internacionales. las elecciones presidenciales del país más poderoso del mundo, es obligado hacer referencia al contexto internacional de la campaña electoral norteamericana: En Medio Oriente, donde, al margen de la responsabilidad criminal de Hamás en la guerra de Gaza, hago notar que el gobierno israelí de Netanyahu y Netanyahu mismo con sus aliados de hoy, fanáticos religiosos anti palestinos, está “incendiando la pradera” con los asesinatos de líderes de Hamás, las decenas de miles de muertos palestinos y la hambruna, literalmente, a la que se está sometiendo a los vivos.
Además, Tel-Aviv se prepara para un ataque de Irán como represalia tras el asesinato de Ismael Haniya -alto dirigente de Hamás- en territorio iraní, mientras Hezbolá amenaza con responder ante la muerte de su líder militar en un bombardeo israelí en Beirut. Un escenario incendiándose, el de Medio Oriente, en el que el 14 de agosto, cuando redacto este artículo, se anuncia que El Cairo acogerá una reunión impulsada por Estados Unidos, Egipto y Catar para una propuesta final de alto al fuego en Gaza, pero a la que Hamás se rehusó acudir. Sin Hamás, las conversaciones en El Cairo no supondrán ningún avance.
Otro asunto clave en el actual contexto internacional es la tediosa -peligrosa- guerra de Ucrania, en la que actualmente el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ataca a Rusia en territorio ruso, “la primera incursión en ese territorio desde la Segunda Guerra Mundial”, victorias simbólicas de Kiev que daña la imagen de Rusia y el orgullo de un indignado Putin, pero, coinciden los expertos, no puede sostenerse a largo plazo.
Comento también, brevemente, sucesos del escenario europeo: los equilibrios en la Unión Europea entre gobiernos y partidos políticos comprometidos con la tesis de “más Europa” hoy existente, frente a gobiernos y partidos políticos que pretenden volver atrás, a las uniones de países que, celosos de retener su “soberanía nacional”, poco significan en el escenario internacional con Washington, Pekín, Moscú, los BRICS, etc. Un escenario, la Unión Europea y sus Caballos de Troya: Viktor Orbán, el premier húngaro destacadamente, entrevistándose, como presidente rotatorio de la UE, con Putin, Xi y Trump, ¡sin contar con mandato para ello!
Aludo también a Latinoamérica, ahora enfrentada al descarado fraude en las elecciones presidenciales de Venezuela otorgando -sin presentar las actas de los comicios- el triunfo y reelección a Nicolás Maduro. Mientras Estados Unidos, el jefe de la diplomacia de la UE y un sinnúmero de gobiernos, particularmente entre latinoamericanos desconocen los resultados oficiales porque no están avalados por acta alguna.
La ONU -sus expertos- también cuestionan los resultados, y entre los gobiernos de izquierda en la región, Chile los desconoció, Brasil y Colombia discuten opciones de negociación entre Maduro y la oposición -que en realidad habría triunfado, y México, que debería unirse a la gestión de Petro y Lula, se abstuvo en último momento de participar.
Y, el tema de temas -con el hizo Trump su debut en las grandes ligas de la política- los inmigrantes, es ya central en la contienda por la presidencia de Estados Unidos; y vuelvo al candidato republicano, quien prometió deportaciones masivas si gana las elecciones y ha dicho, durante este su nuevo intento de reelegirse, que los inmigrantes contaminan la sangre de los Wasp -los auténticos “americanos”. Adhiriéndose a la tesis francesa de la conspiración del “gran reemplazo”, en el sentido de que existe un plan para sustituir a la población europea blanca y cristiana a través de la inmigración africana y musulmana. Su ideólogo, el escritor Renaud Camus, la dio a conocer en 2011 en un libro del mismo nombre, y es hoy la nueva teoría del supremacismo blanco.
Recordemos, de paso, que el tema de los inmigrantes está inserto, tramposamente, en la pulsión de violencia y racismo que ha victimado apenas al Reino Unido.
Los demócratas y los “raros”(weirds)
La contienda por la elección presidencial estadounidense se presentaba catastrófica para los demócratas después del primer debate entre Biden y Trump, con aquel “ido” en más de uno de sus comentarios, lo que el republicano, aunque tampoco brillaba por su claridad, aprovechó una de las incoherencias de su adversario para soltar: “no sé qué dijo, pero estoy seguro de que él tampoco lo sabe”.
Luego vino un eterno período durante el cual Biden se rehusaba a ceder la estafeta a pesar de su fragilidad senil en lo físico y en la mente. El atentado de asesinato sufrido por Trump -que algún conspiracionista diría que fue preparado por el magnate neoyorkino- y su desafiante respuesta, con el rostro ensangrentado y blandiendo la bandera de Estados Unidos. La selección de Vance, más extremista que Trump, como su candidato a la vicepresidencia. Las especulaciones sobre el reemplazo de Biden, que tendría que ser, a pesar de él, y las reservas que provocaba Kamala Harris para sustituirlo, ante su gris gestión como vicepresidenta.
Finalmente, Biden -un presidente admirable por muchos conceptos, desde mi punto de vista- dio un paso de costado, propuso a Harris para sustituirlo ¡y se dio el primer milagro! Kamala se transfiguró, en personaje carismático, cálido, enérgico, informado, encantador.
Kamala, por su parte, escogió como compañero de fórmula, como candidato a la vicepresidencia, a un gobernador, el de Minnesota, ajeno a las luminarias de otros, como el gobernador de Pennsylvania Josh Shapiro, al que expertos y muchos miembros “de a pie” del partido demócrata consideraban el ideal para el puesto.
Pero el gobernador Tim Walz, jubilado de la Guardia Nacional, exprofesor de secundaria y entrenador de deportistas en la escuela, un “americano común”, ¡obró el segundo milagro! Sencillo, bonachón, abuelil –Big Dad- ingenioso, orador socarrón, de voz sonora, metálica y gran presencia mediática -si se me permite el término- está encantando al americano medio.
Una atractiva dupla, la de los candidatos demócratas, del optimismo y la alegría, frente a los republicanos que hablan de un país destruyéndose. Sintomático de uno y otro estado de ánimo es Freedom, de Beyonce, de lucha y esperanza negra, la canción de marca de los candidatos demócratas, frente a la canción Country God bless the USA, tonada de marca de Trump y su acompañante.
Pero Tim Walz colocó, además, a los contrincantes republicanos unas crueles, precisas banderillas cuando los calificó de weirds: “raros”, que también tiene sentido de “tenebrosos, aberrantes, siniestros, espeluznantes”. Bien dice el periodista John Carlin, buen conocedor del idioma y literatura ingleses, que “uno de los primeros usos de la palabra se da en Macbeth, la obra de Shakespeare. Las tres brujas de la obra –criaturas extrañas, malas y sobrenaturales– son descritas como “The Weird Sisters”.
El término weird ha pegado a los candidatos republicanos, para regocijo de los demócratas y preocupación indignada de Trump, Vance y sus correligionarios. Al tiempo que Walz sigue golpeando a sus contrincantes: De Vance dice que su presunción de rústico -paleto, hillbilly- en la novela que escribió, no va con alguien que estudió en Yale, con la ayuda de multimillonarios. De Trump afirma, en tono jocoso, que cuando fue presidente la delincuencia crecio, “… y eso sin contar los delitos que él perpetró”.
Anoto la recentísima “conversación” de Trump con Elon Musk, el zar de X, hoy partidario del neoyorkino, fanático de MAGA y con X cocinando desinformación y mentiras, teorías de la conspiración y odio.
Hasta hoy parecería que los demócratas, Kamala (y Tim) superan en preferencias de votantes a Trump y Vance. Pero no hay que confiarse.


