Se avecina una gran crisis económica  mundial, la hondura y magnitud de la misma, obedece y tiene su origen en los desajustes creados en parte por un lado la guerra de Rusia contra Ucrania que no acaba por terminar, y por otro lado en Medio Oriente la guerra que desde octubre del 2023 tiene al mundo  a un paso de una Tercera Gran Conflagración Mundial;  con la constante amenaza de Irán contra Israel y con la obligada intervención de las naciones aliadas de cada bando, lo que debilita la mayoría de las economías de todos los países, que han impactado en la desaceleración de la economía global y podríamos decir que a nivel mundial, estamos entrando en un período prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación, con riesgo de una estanflación como la que se vivió en 1970; la actual crisis es de tal envergadura que podría dinamitar toda la estructura financiera mundial, y ha venido a mostrar la total inoperancia del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional para remediar lo ocasionado por la exigencia de aplicación de sus propios lineamientos y criterios de política económica.

Los índices de escaso crecimiento en la creación de empleos en los Estados Unidos, provocó temores sobre una desaceleración económica en ese país y enviaron señales a los mercados globales, mandando mensajes de alarma;  por su parte  el Banco Central de Japón ajustó su casi nula tasa de interés sobre el Yen lo que produjo que los capitales de los especuladores inversionistas retornaran a Japón causando que el lunes pasado se cayera el índice Nikkei en los Mercados de Japón, registrando la mayor caída de su historia, lo que provocó, como un juego de fichas de dominó, el derrumbe de las bolsas en el mundo.

Estas reacciones nos muestran el clima de incertidumbre de los mercados globales que causó la crisis económica que trajo como consecuencia que la Bolsa japonesas sufriera la mayor caída diaria de su historia este lunes, al grado que se le denominara lunes negro. Las acciones japonesas sufrieron la mayor caída  de su historia en un solo día, a medida que los temores sobre una desaceleración económica en Estados Unidos enviaron ondas de choque a los mercados globales.

En nuestro país en este momento nos encontramos en el ojo del huracán, en el cual lo que puede pasar es una desaceleración mayor o posiblemente una recesión de la economía global, por lo cual resulta imperativo otorgar prioridad a una atenta, cuidadosa y serena lectura de los avatares de los indicadores críticos, a fin de reaccionar a tiempo. Por otro lado para México se prevén tiempos difíciles tanto hacia adentro como con el exterior, con nuestras relaciones con nuestros vecinos del norte con las reformas constitucionales planteadas por López Obrador que de concretarse se violarían diversos tratados internacionales entre ellos el Tratado de libre Comercio con Estados Unidos y Canadá del que aún no hemos podido salir   del proceso de resolución de las controversias sobre el T-MEC sobre la política energética del gobierno, será un nuevo factor de incertidumbre y de riesgo que puede afectar las decisiones de inversión  en nuestro país, y la caída drástica de las exportaciones por las sanciones arancelarias que pudieran imponerse a nuestro país.

La imbricación financiera global es de tal magnitud que los vasos comunicantes entre las economías de Oriente, Asia, Europa, Estados Unidos y Canadá, en sus flujos y reflujos afectan a todos por igual, la locura bursátil  así lo muestra y con mayor razón nos golpeará a nosotros, porque habrá que reconocerlo con crudeza, hemos unido nuestro país a la suerte de la economía estadunidense y estamos condenados de inicio a entrar en un ineluctable proceso de desaceleración. Habrá que comenzar a ajustar el crecimiento previsto para este y el próximo año a la baja.

Situación que no parece comprender el inquilino del Palacio pues declara que no entiende el por qué de las alarmas, si es una situación externa y ajena a México, haciendo burla del lunes negro y diciendo porque no blanco. Algunas voces sensatas del sector privado -con razón- han comenzado a alertar sobre el devenir del sector exportador, parecería que la constante devaluación del peso en este momento paradójicamente pudiera beneficiarnos a fin de no perder mercados y mantener competitividad internacional.

En fin, son muchos los indicadores y variables que se requiere escudriñar, vigilar y cuidar, particularmente la evolución de la economía estadunidense  especialmente en este periodo electoral que se encuentra, que necesita de mayores ajustes en su gasto militar, recortes en gasto corriente y adecuaciones fiscales para aumentar sus ingresos y reducir su déficit presupuestal; así como cuidar que no se pudra su relación con China, una recesión en Estados Unidos  nos afectaría gravemente.

Este es muy posiblemente la peor despedida de un sexenio, a la enorme crisis interna de seguridad y política, se le suma una nueva y más grave crisis económica que de nada sirve justificar que “vino de fuera”, nadie lo quiere, nadie lo pronostica, pero desearíamos un Presidente sereno, concentrado en el timón y no inventando cada mañana un nuevo distractor para dar circo al pueblo porque pan ya no hay,  que se olvide por un tiempo de su pretensión de manipular a la futura Presidenta; la suerte de su gobierno ya está echada y será juzgado por la historia, el próximo 30 de septiembre se retira por fin del escenario.