Nunca se me había hecho tan largo un sexenio; y eso que el que está por concluir duró cinco años diez meses. No digo sólo, por cuanto a que el lapso transcurrido fue suficiente para destruir las instituciones democráticas y las que tienen que ver con la impartición de justicia y la seguridad. El daño es mayúsculo y en algunos rubros, irreversible.

Como lo veremos y sufriremos en los próximos meses, el estado de la economía será uno de los ramos que más va a afectar a la población. El despilfarro de la administración actual incidirá en la nueva administración pública: federal y las locales. Necesariamente limitará su acción y, desde luego, impedirá un desarrollo sustentable. La nueva presidenta tendrá que aprender a administrar lo poco que le dejen y a cuidar el deteriorado crédito que México tiene en el ámbito internacional.

El que durante el gobierno que está por salir, México haya aumentado la deuda pública a más de seis billones de pesos, será un lastre que carguen las futuras generaciones y que impidan que la administración entrante emprenda planes propios y necesarios. El abuso fue de AMLO y será su sucesora quien pague las cuentas.

Ese dineral se tiró en proyectos gigantescos no redituables que se emprendieron sin haber hecho los suficientes estudios de factibilidad y de rentabilidad.

La farmacia más grande del mundo quedará como testimonio de que en la administración que ahora concluye, no hubo un funcionario público que se atreviera a decirle a su jefe que se trataba de un proyecto inviable. Al no existir otras obras que reinaugurar, habrá que inventar una nueva para el domingo 29: la de esa farmaciota. A la ceremonia habrá que invitar a todos los gobernadores y legisladores morenistas para los efectos de la foto del recuerdo.

El Puerto Aéreo Felipe Ángeles no funciona en el rubro de pasajeros. Y el jardín ecológico que se construyó en Texcoco, en lo que sería uno de los aeropuertos más importantes del mundo, por la falta de previsión de quienes planearon y realizaron la obra, se ha convertido en un enorme lago. La refinería de Dos Bocas no refina y, en cambio, cómo traga dinero.

La administración pública de AMLO será recordada por muchas cosas: el derroche de los fondos y recursos públicos, por sus mentiras, por su improvisación irresponsable, por la militarización de la seguridad y de la empresa pública; por la corrupción e irresponsabilidad generalizada; por la destrucción de los servicios de salud y, como consecuencia, por la muerte innecesaria de miles de mexicanos. También lo será por el crecimiento desmedido de la delincuencia organizada y la carencia de una política de contención; y, sobre todo, por el record alcanzado en muertes violentas.

Quedará en evidencia que regalar el dinero en forma de dádivas periódicas, es redituable políticamente; que el grueso de la ciudadanía adopta sus decisiones políticas pensando con el estómago y no con el cerebro.

De las declaraciones de la presidenta electa, poco o nada bueno hay que esperar. Denota que es ignorante y dogmática. No es exagerado afirmarlo. Ella declaró: en México no hay militarismo por razón de que ella es una persona civil y no militar. La señora Sheinbaum olvida que Salvador Allende y otros presidentes de América Central y del Sur eran civiles y fueron depuestos y sacrificados por militares que en teoría estaban bajo sus órdenes.

También afirmó que la Constitución Política dispone que la educación debe ser gratuita, pero la señora Sheinbaum ignora que el precepto fundamental alude a una forma específica de educación: “Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica.” La impartida por los particulares no necesariamente debe ser gratuita, por lo mismo, no toda educación es gratuita como ella irresponsablemente lo declaró.

Que los partidarios de ella, en funciones de constituyentes de la Ciudad de México, consideren como una conquista el haber incorporado en la Carta Magna local el concepto de propiedad que aparece en el artículo 27 constitucional denota ignorancia. El precepto dispone:

“La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originalmente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada”.

Tanto la señora Sheinbaum, como los legisladores de Morena locales, ignoran que una vez que los bienes se desincorporan del dominio público y pasan a formar parte del patrimonio de los particulares, existe un derecho adquirido y que, si bien puede ser objeto de expropiación, ello sólo es admisible por causa de utilidad pública y mediante indemnización:

“Nadie puede ser privado de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en los que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho” (art. 14 constitucional).

La señora Sheinbaum, más a la corta que a la larga, se dará cuenta de que no puede seguir con la política de derroche de los fondos públicos iniciada por su antecesor y que tendrá que ponerle un alto y comenzar ahorrar. Pronto tomará conciencia de que las instituciones que tienen que ver con la impartición de justicia y de prestar los servicios de seguridad, por virtud de la Reforma Judicial y por razón de que el presidente saliente cooptó al Fiscal General de la República, se tornaron inoperantes, carentes de crédito y efectividad.

La señora Sheinbaum pronto sabrá que la venganza, el rencor y el despecho, que caracterizaron a AMLO, no fueron factores que ayudaron a gobernar ni le ayudarán a ella.

En el sexenio que ahora termina hubo mucha política, pero mala y demagógica, llegó a ser politiquería corriente. Hubo nula administración, poco recato en el manejo de los recursos públicos y mucho despilfarro.

AMLO dejará atada de pies y manos a su sucesora; al parecer lo hizo con el fin de que fracase en su gestión. Para acabarla de “amolar”, le dejará un vigilante celoso que pretenderá sucederla en el cargo, bien cuando termine su sexenio o bien cuando prospere una eventual revocación del mandato que aquél promueva.

Eso es lo previsible, salvo el caso, nada remoto, de que exista un pacto no escrito de que Claudia Sheinbaum renuncie a la presidencia de la república una vez pasado los dos primeros años de su mandato, a fin de dar lugar a la llegada del delfín López Beltrán, sin necesidad de una elección. Para ella no es poca cosa pasar a la historia como la primera mujer que ocupó, aunque sea por breve tiempo, la presidencia de la república.

Es previsible que tendremos AMLOS para muchos años. Termino recordando un verso de mi tierra:

No hay mal que dure cien años,

Ni enfermo que los aguante;

Ni mujer que viva sola,

Sin que no busque marchante.