Como no puedo esconder mis preferencias, mexicanas, por Kamala y la antipatía que me provoca Trump, comienzo preguntándome con Anne Applebaum en su recién aparecido libro Autocracy Inc. The Dictators Who Want to Run the World, “¿qué tienen en común el teócrata autoproclamado descendiente de Mahoma, un dictador nutrido de marxismo-leninismo y autosuficiencia y un exchofer de autobús urbano, convertido en el último y patético vestigio de la revolución bolivariana?”

“A priori -sigue diciendo Applebaum- el iraní Ali Khamenei, el norcoreano Kim Jong-un y el venezolano Nicolás Maduro no tienen gran cosa en común, viven y ejercen su poder despótico en regiones alejadas unas de las otras. Sin embargo, tienen en común la voluntad de mantenerse en el poder, cueste lo que cueste. El odio a la democracia, por tanto, al respeto al veredicto de las urnas, la sumisión a la crítica popular, etc.”.

Dice la escritora que se trata de una suerte de mafia, con Putin, Xi Jinping, el premier húngaro Orbán, que esperaría con los brazos abiertos a Donald Trump, a quien la política exterior de Estados Unidos solo le interesa en función de que lo beneficie personalmente. “Pienso -concluye- que el norteamericano es un personaje sumamente peligroso que, si es electo hará pactos con Putin y Xi para beneficiarse financiera y políticamente en detrimento de otros países o de los propios Estados Unidos.” Y, desde luego -concluyo- sería también peligroso para México.

Pero, ¿qué sucedió en el debate celebrado el 10 de septiembre en Filadelfia entre el mencionado personaje, candidato del partido Republicano y la candidata del partido Demócrata, Kamala Harris? Si comenzamos por las evaluaciones finales, diríase que Kamala Harris fue la vencedora por la mayor parte de sus intervenciones, inteligentes, informadas, bien planteadas y por su dominio del escenario, con un rostro luminoso, expresivo, sonriente algunas veces, asintiendo o negando otras, según el caso. Una contendiente que, apenas entrar al escenario, se encaminó y llegó hasta su adversario, con quien se reunía personalmente por primera vez, diciéndole: “Hola soy Kamala Harris, espero que te vaya bien”.

Frente a un Trump que, contra el consejo de sus asesores, de que mostrara un rostro feliz, tenía cara de pocos amigos, disgustado tanto con su contendiente como con los moderadores designados por ABC News, la cadena televisiva a la que se encargó organizar y lanzar al aire el debate. Un contendiente que fiel a su condición natural, no se cansó de decir mentiras -Kamala dijo también algunas- y lanzar calumnias, que los moderadores e incluso la propia Kamala rechazaron y corrigieron.

Mentiras tales como las de afirmar que, en ciertos Estados, entre otros Minnesota, donde es gobernador Tim Walz, el candidato a vicepresidente en la boleta de Harris, no solo abortaban, sino que “mataban” a los recién nacidos, al hablar del tema candente del aborto. Al respecto, el New York Times registró que, de los 12,175 abortos practicados en 2022, solo dos de ellos tuvieron lugar entre las semanas 25 y 30.

Hay que hacer notar que la Corte Suprema -de jueces reaccionarios, nombrados por Trump durante su mandato- hizo ilegal, penalmente, el aborto al anular el caso Roe contra Wade, de cuya anulación el propio Trump se había declarado, orgullosamente, autor.

O cuando, al referirse a la migración, tema igualmente candente, afirmó que durante la actual presidencia de Biden 21 millones de inmigrantes cruzaron la frontera, cuando, según cálculos recogidos por Politifact y The Washington Post, apenas 10 millones lo hicieron; de ellos, alrededor de 4 millones fueron expulsados. Y aún sobre el tema, Trump afirma que los inmigrantes llegados de México provienen de manicomios o son delincuentes excarcelados, “gente indeseable”. Y, todavía más, el mencionado candidato dijo que la delincuencia disminuyó en Venezuela porque, también allá, liberaron a los presos que inmigraron en Estados Unidos ¡con la consigna de votar por Harris!

Pero el colmo de tanta falsedad, otra para dañar a los inmigrantes, fue la burda mentira de que en Sprinfield, Ohio, los inmigrantes que llegan de Haití “se están comiendo perros, gatos y mascotas de los residentes”. Lo que es falso, como lo informó, por ejemplo, The Washington Post, que lo averiguó ante las autoridades locales. Sugiero ver, en el video del debate, la cara que puso Kamala Harris ante tal barbaridad.

Todavía sobre la problemática de la migración, recuérdese que Kamala dejó una asignatura pendiente como vicepresidenta, cuando Biden le encargó un programa de desarrollo del sur de México y Centroamérica -principalmente el Triángulo del Norte: Guatemala, El Salvador y Honduras- al que se asignarían miles de millones de dólares, pero no despegó. ¿Hasta qué punto -digo yo- la diplomacia mexicana fue omisa al no orientar y presionar a la vicepresidenta en la misión encomendada por su jefe?

Otro de los temas a los que Trump aludió fue el de la criminalidad, que, aseguró, “está por las nubes”, lo cual es falso, pues -acudo nuevamente a los datos de The New York Times- en 2022 la tasa de delitos fue de 380.7 por cada 100,000 habitantes, la más baja desde 1985, excepto 2013, 14 y 15. Además el FBI, según el periódico neoyorkino, indica que los delitos violentos disminuyeron un 15.2% en el primer trimestre de 2024 respecto al mismo período de 2023, y un 18% en ciudades de más de un millón de habitantes. De paso me disculpo de tanta cifra y tan tediosa información, pero trato de mostrar la cantidad y dimensión de las mentiras del expresidente.

Y, siguiendo con las mentiras, el republicano afirmó que gracias a él se salvó el Obamacare, la legislación que da acceso a la población a un seguro de salud. Pero la verdad es otra. Trump, por el contrario, pidió al Congreso derogarlo, lo que hizo la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos. Pero en el Senado, el voto en contra del senador republicano por Arizona, John McCain evitó su abrogación.

Respecto a mentiras y exageraciones de Kamala Harris, una de ellas aseguró que Trump había afirmado que si no ganaba las elecciones habría “un baño de sangre”, dando a entender que ordenaría una masacre, pero la afirmación de Trump está sacada de contexto y en nada tiene que ver con la convocatoria a la violencia.

Una cuestión vinculada a Trump y las innumerables acusaciones a las que tiene que responder, es su afirmación de que los fiscales lo persiguen por órdenes del gobierno, lo cual no tiene asidero alguno. El neoyorkino ha cometido muchos delitos, desde sexuales hasta no pocos derivados de su estatus de presidente -por ejemplo, el de sustraer documentación confidencial y guardarla en su residencia veraniega. Por estos motivos debe responder a acusaciones múltiples de los fiscales.

Tema de vital importancia es el de la incitación de Trump a sus partidarios de tomar por asalto el Capitolio e impedir que en el Congreso se contaran los votos del Colegio Electoral y revertir el resultado de la elección presidencial de 2020, que había dado el triunfo de Biden sobre él. Una acción con saldos de muertos y daños materiales, que constituyó un conato de golpe de Estado del que sería responsable el expresidente. Lo que, por supuesto, no acepta.

La opinión de analistas y expertos nacionales y extranjeros: estadounidenses, españoles, franceses, británics, etc., coincide en que Kamala Harris ganó el debate, mostrándose además como representante de la nueva generación, fresca, “fiscal persiguiendo a un felón”, Trump, un weird -raro, espeluznante.

Pero, ¿habrá llegado al grueso de la gente, que no la conoce?, ¿a la clase media, a las minorías: negros, mexicanos y latinos, etc., a propalestinos indignados con el Israel de Netanyahu masacrando inocents? -dicen que es menos pro Israel que Biden. ¿Se podrá vencer en las urnas al supremacismo blanco, ignorante?

¿Qué prioridad tendrá América Latina en su política?, ¿y México y sus torpes políticos y gobiernos?