Un maestro viviente del cine japonés: Masahiro Shinoda
“Encargado de la puesta en escena, o director. No se trata de dirigir
a alguien, sino de dirigirse uno mismo”
Robert Bresson (Notas sobre el cinematógrafo)
Hace 13 años, en una retrospectiva de Masahiro Shinoda (9 de marzo de 1931, Gifu, Hondo, Japón-Edad 93 años) se presentaron, en la Cineteca Nacional, varias películas del realizador. Tuve el gusto de saludarlo, estrechando su mano. Vi, entre otras, El lago seco (Japón, 1960), Mi rostro enrojecido al amanecer (Japón, 1961), Lágrimas en la melena del león (Japón, 1962), Asesinato (Japón, 1964) y Flor pálida (Japón, 1964).
Comenté en su momento: En Lago seco, los jóvenes toman la palabra para oponerse al Tratado de Seguridad entre los Estados Unidos y Japón. Uno de esos jóvenes, cargado de contradicciones ideológicas, opta por el terrorismo, como vía de lucha. No falta el universal tema del amor y todo lo que ello conlleva.
En Mi rostro enrojecido al amanecer, el humor y la sátira de Masahiro Shinoda manifiestan una realidad en el Japón de la posguerra: su asimilación a la cultura occidental, sin otra alternativa. En Lágrimas en la melena del león, la belleza de las imágenes portuarias, sobre todo la imagen final, nos conducen a pensar en un realismo tomado de la película Nido de ratas de Elia Kazan.
Por lo demás, el tema social es bien tratado, pese a la poca convincente actuación del arrepentido rebelde social en turno. En Asesinato, se narra el fin del shogunato (poder militar) y de los ronin samurais, ante el empuje de la modernización de Japón, consolidándose el poder imperial, aún a costa de traiciones y de asesinatos, en la persona de un ronin llamado Hachiro Kiyokawa que es sacrificado.
En Flor pálida el estilo narrativo de Masahiro Shinoda es muy desigual. Al trabajar en el género negro, sus preocupaciones sociales quedan fuera para incursionar en el bajo mundo de las apuestas y el crimen, siempre incluyendo el amor y el enigma. La secuencia del asesinato, por venganzas entre clanes, tiene un sentido enfermizo, si se ve con los ojos de la protagonista, la bella actriz Mariko Kaga (chistes aparte).
De Masahiro Shinoda se presentó en la II Muestra Internacional de Cine (1972) Silencio (Chinmoku, Japón, 1971). No pude verla y sigue siendo inédita para mí. He investigado que es un drama histórico basado en la novela del mismo nombre de Shusaku Endo. La película analiza el conficto de la naturaleza humana contra los requerimientos divinos y sus compatibilidades y propositos de la vida, las interrelación de las necesidades emocionales, sufrimiento y contenciones. El argumento narra el fatal destino de dos jesuitas portugueses que llegan a Japón, en el siglo XVII, a difundir el cristianismo.
Se ha dicho que es la primera obra maestra en la filmografía del realizador. En mi ensayo teórico Una probada de saké (El cinéma japones por sus realizadores), nunca publicado, lo consideré como un maestro menor y comenté que era catalogado como un director de izquierdas, de la nueva ola japonesa, perteneciente a la generación de realizadores de la década de los sesentas del siglo XX, adquiriendo un prestigio ampliamente reconocido por el esplendor plástico de sus filmes que trataban de sacudirse el yugo del pasado, a través de brillantes imágenes que, rayando el puro formalismo, aseveraban los critico de la época, eliminaba todo sentimiento humano, debido a la falla en el tratamiento de temas y a la caracterización de personajes, adoptando un tono intensamente teatral, con abundante escenografía en pinturas, tapices y grabados, en la película Las escandalosas aventuras de Buraikan (Buraikan, Japón, 1970).
Shinoda, concluían sus críticos, es un realizador que pule sus filmes, logrando una cierta unidad que, sin embargo, carece de todo interés. Vale la pena decir que el mismo tema histórico fue filmado, en años recientes, por Martin Scorsese: Silencio (Silence, Estados Unidos-Taiwán-México, 2016).
Actualmente, Masahiro Shinoda vive en el retiro, casado con Shima Iwashita (3 de enero de 1941, Ginza, ciudad de Tokio, Japón-Edad 83 años). Su ultima película Spy Sorge (Japón, 2003), por lo que he leído, cuenta la vida del espía soviético Richard Sorge, cuya infiltración en la embajada alemana de Tokyo proporcionó a Stalin información sobre los planes del Eje durante la década de los 30 del siglo XX y los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial.


