Este próximo primero de octubre inicia la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum con muchas expectativas que se han construido, en algunos se guarda un optimismo razonable, en otros cierta desconfianza; al final del día se trata de meras especulaciones porque apenas se estrenarán los albores del sexenio.

El que una mujer encabece por vez primera la titularidad del Poder Ejecutivo es un hecho destacado porque jamás sucedió algo ni remotamente similar en dos siglos de república, una nación patriarcal en donde las mujeres emitieron su voto a partir de los años 50, en fin, se registran esperanzas de un gobierno con una visión incluyente.

Ahora que ya si nos adentramos en las asignaturas pendientes sin duda destacan algunas que se ven a flor de tierra, es obvio que un problema grave que no disminuye ha sido la violencia desatada como sucede en el último mes en Sinaloa ante la confrontación entre bandas del crimen organizado.

En un alto número de entidades federativas la incertidumbre inoculada por el crimen se advierte enseguida, desplazamiento de personas, la extorsión, hablamos de ilícitos que propician la descomposición social. Se trata de una narrativa que refleja el gradeo tóxico de nuestra realidad, eso es indiscutible.

Habría que revisar el pacto social, en cualquier modelo político y económico de los estados modernos lo primero que se debe garantizar es la seguridad para generar cambios y apuntalar las inversiones. Al final la seguridad va de la mano de lo que denominamos estado de derecho.

También habría que observar cuál será la relación de la presidenta con su partido Morena, se trata de una organización no tradicional porque más que una agrupación partidista es un amplio movimiento social que tuvo como gran fortaleza al saliente mandatario Andrés Manuel López Obrador.

En otros sexenios, por ejemplo en los que gobernó el Partido Revolucionario Institucional, no había una diferenciación entre partido y gobierno, porque realmente se trató de un bloque simbiótico. Se trató del PRI-gobierno, fueron también los tiempos en que desde las instancias oficiales se organizaban las elecciones, se trataba de  ser juez y parte, fue la maquinaria del Leviatán a la mexicana.

En la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien inusitadamente regresó hace unos días a la opinión pública, el mandatario hablo de la sana distancia entre partido y gobierno, más allá de las promesas el PRI fue derrotado en el año 2000.

La presidenta Sheinbaum tiene una formación académica como investigadora, ha tenido estancias académicas en el extranjero, fue activista en sus tiempos de estudiante universitaria, nunca militó en el Partido Revolucionario Institucional.

La clase política vende expectativas, en nuestro país tenemos fortalezas y debilidades, polarización y visiones encontradas que son producto natural si atendemos que somos un país diverso en donde no cabe el pensamiento único.

Ya habrá en su momento mucho que decir de la nueva administración, la paz con  justicia y dignidad debe ser una búsqueda permanente para establecer otras formas de convivencia social que puedan combatir el flagelo de la inseguridad.