Poeta por encima de todo, Eunice Odio (San josé, 18 de octubre de 1919-CDMX, 23 de marzo de 1974), nacida en Costa Rica y nacionalizada primero guatemalteca y al final mexicana, se sobrepuso con la pluma a la orfandad y el desamor. Transcribo su poema “Recuerdo de mi infancia privada”.
Son puertas que a lo largo del alma me golpean.
No me hables de esas puertas, amigo, no me hables;
porque yo les conozco sus goznes coronados de ira,
sus barrotes limados por el cielo,
su tácito desvelo en las noches más altas,
por donde algunas veces transcurrió nuestro amado
como a través del grito duele hasta el hueso el alma,
con temblor de pesado miembro, oscuro y prohibido.
Yo he pasado a toda hora
por esas puertas húmedas que se cierran, se abren,
y he reído hasta el hombro
de sentir sus profundos maderos alterados,
porque pasaba un niño coral entre pañales
como ríos de cisne sin contorno.
Pero también recuerdo, debajo de mi infancia,
en un secreto abril con habitantes,
con océanos,
con árboles,
una puerta de azul carpintería
por donde algunas veces comenzaba mi madre,
empezaban sus labios,
sus brazos que partían de las olas,
su voz en que cabía la tarde
y apenas mis dos piernas que corrían
desordenando el aire.
Ahora la recuerdo
con mis beligerancias infantiles,
puerta de piedras jóvenes,
mi madre
con sus pasos de ternera boreal, traspasándola,
se incorporaba a la semana
ciñéndose el perfil,
la trenza,
la memoria,
la cintura en escombro de paloma,
y me buscaba
entre los habitantes de ese abril
con océanos,
con árboles,
y yo corría,
corría
con mis piernas de niña
para ser hallada
con la voz
en la tarde.