México cuenta ya con su primera mujer Presidenta en 200 años de vida republicana, luego de que la historia registrara a 65 hombres en la Primera Magistratura del país; con la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo se abre un nuevo capítulo para el sistema político del país, en lo que se le ha llamado el Segundo Piso de la Cuarta Transformación que implicará un sexenio más en la tarea por erradicar los lastres sociales dejados a su paso en 36 años de gobiernos neoliberales.

Sin nexos políticos o ideológicos con partidos como el PAN, PRI o el PRD, Sheinbaum Pardo es una científica universitaria de la UNAM, que viene de los movimientos sociales y la defensa de la educación pública; una mujer de izquierda con una amplia visión para entender desde las raíces sociales, la situación real de las clases, obrera, campesina, indígena y popular en el país.

Pero sin duda, una política que a su paso por el gobierno de la CDMX, demostró una probada capacidad para escuchar y sumar en el contexto económico a sectores empresariales, demostrando que un proyecto de gobierno social, nacionalista y progresista debe ir acompañado de los empresarios convencidos de su papel como puntales del desarrollo del país, pero con una plena conciencia de un reparto más justo de la riqueza.

La Dra. Sheinbaum ha declarado en diversas ocasiones que México ya no debe verse como un paraíso de mano de obra barata, marcando la ruta de un equilibrio justo y responsable entre el capital y el trabajo que por años de irresponsabilidad neoliberal se truncó, ocasionando la pérdida del poder adquisitivo de millones de mexicanos y la cancelación de un mejor nivel de vida de varias generaciones.

Las cien propuestas de su gobierno implican una visión de futuro donde se busca el bienestar de millones de familias, la continuación de un firme apoyo a la recuperación salarial y a los derechos laborales de la clase trabajadora, a través de la seguridad social.

Campesinos e indígenas son parte fundamental de su proyecto, y millones de niños y jóvenes estudiantes tendrán la certeza de que el apoyo de becas proseguirá, lo mismo que el fortalecimiento a la educación pública.

Como una convencida feminista, la nueva Presidenta ha ponderado que no llega sola y, en efecto, el tiempo de las mujeres es una realidad en el ámbito de la política nacional; muchas mujeres llegan a su gabinete, lo mismo que a entidades públicas del sector energético. Tal es el caso de la nueva directora de la CFE, la ingeniera, Emilia Calleja Alor; además, por primera vez en la historia, de los 32 estados del país, 13 serán gobernados por mujeres, diez de ellas emanadas del partido Morena, entre ellas Clara Brugada en la CDMX. En San Lázaro habrá 250 diputadas y en la Cámara Alta, 63 senadoras.

La equidad y paridad de género son un hecho real y no solo una narrativa demagógica de campaña como ocurrió en los sexenios neoliberales. Atrás quedaron hechas polvo las anquilosadas tendencias machistas y misóginas cuyos pronósticos aseguraban que los mexicanos no votarían por una mujer para Presidenta. Los 35 millones 924 mil votos logrados por la hoy Jefa del Ejecutivo, demostraron lo contrario. Hoy inicia un nuevo gobierno con rostro de mujer, pero de una mujer científica con un profundo compromiso social y una visión nacionalista que busca hacer de México un país económicamente fuerte, pero más justo en lo referente a la repartición de la riqueza, tanto para hombres como mujeres.