El concepto golpe de Estado, cuando está referido a un conflicto entre poderes públicos, es usado de manera impropia. Incurre en ese error gente ignorante o de pocas luces intelectuales, como es el caso de Lenia Batres Guadarrama. Ese concepto, en un sentido propio, sólo puede estar referido a la conquista del poder político (1). Están de por medio la conquista del poder público mediante el uso de la fuerza. Ésta puede ser física o moral.

Contrariamente a lo que caracteriza a una revolución: en la que existe la necesidad o exigencia de que participe un grupo crecido de elementos humanos armados, el golpe de Estado sólo requiere de la participación de un reducido número de elementos: “… el pueblo entero es demasiado para la insurrección. Se necesita una pequeña tropa, fría y violenta, instruida en la táctica insurreccional” (2). “El problema de la insurrección no es para él (Trotsky) más que un problema de orden técnico”.

–Para apoderarse del Estado moderno – dice—hace falta una tropa de asalto y técnicos: equipos de hombres armados mandados por ingenieros” (3).

Luttwak los define: “El golpe consiste en la infiltración de un sector reducido pero decisivo del aparato estatal que se usa luego para desplazar al gobierno del control del resto” (4). Gianfranco Pasquino considera que el golpe de Estado “…se configura solamente como la tentativa de sustituir las autoridades política existentes en el interior del marco institucional, sin cambiar en nada o casi nada mecanismos políticos o socioeconómicos… se caracteriza por ser efectuado por pocos hombres que ya forman parte de la élite y es por lo tanto producido esencialmente en la cúspide. La toma del poder por parte de los revolucionarios puede, además, producirse por medio de un golpe de Estado…” (5).

Los autores de un golpe de Estado, para ejecutarlo, procuran neutralizar o, en su caso, destruir los sistemas de seguridad del titular del poder; la figura tiene como iedad los motines, asonadas y cuartelazos. Aquel, normalmente, lo intenta parte de los jefes de los servicios de seguridad de un gobernante o príncipe o el ejército regular o parte de él; se intenta para eliminar o apresar a éstos y poner a un miembro del grupo castrenses que lo intentó o a alguien a quien controlarán o actuará según las indicaciones que se le den. Eventualmente, para evitar brotes de insurrección, simplemente se somete al titular del poder, se le priva de sus funciones reales y se le deja sólo las formales. Son pronunciamientos que hacen los elementos castrenses por sí o a instancias de civiles que ocupan altas posiciones en la administración pública, con vista a conservar privilegios, cuando los ven peligrar o con el fin de acrecentarlos, cuando hacerlo por la vías ordinarias o legales les es negado; también lo hacen a instancias de una potencia extranjera que busca modificar el manejo político o económico que se da en un estado.

“El golpe es un asunto mucho más democrático. Puede ser dirigido desde ‘afuera’ y opera en un área fuera del gobierno, pero dentro del Estado que está formado por el servicio civil permanente y profesional, las fuerzas armadas y la policía. La meta es la separación de los empleados permanentes del Estado de su dirección política y esto usualmente no puede lograrse si ambos están unidos por lealtades políticas, étnicas o tradicionales” (6).

En los golpes de estado, normalmente, no hay de por medio reclutamiento; quienes intervienen como tropa son los elementos armados que tienen a su disposición los jefes militares que promueven o apoyan el golpe de Estado, o colaboran con él; aquellos se limitan a obedecer ordenes de un superior jerárquico, en la esperanza de alcanzar cierto reconocimiento o por temor a represalias. Para el caso de fracasar la intentona quienes, de ellos se hubieren distinguido por su audacia son procesados, el grueso de la tropa es objeto de arrestos y, en el peor de los casos, de haber habido excesos, son diezmados o quintados. Así lo ordenó Madero el inicio de la Decena trágica.

Los golpes de estado son de diversas clases: cruentos e incruentos, lo que no requiere explicación; puros o mixtos, los primeros los intentan sólo elementos militares, en los segundos se compromete la intervención también de civiles; asimismo, pueden ser mixtos, por cuanto a que los militares que los intentan, junto con sus pretensiones, hacen valer demandas formuladas por la población. Declarados o encubiertos, en aquellos sus autores, con toda franqueza, declaran cuales son sus intenciones; éstos son los que se ejecutan lentamente, sin que la población lo perciba, mediante el control paulatino y sistemático de los puestos claves, de las zonas estratégicas y del grueso de la población, hasta llegar al momento de que el titular del poder queda como un simple instrumento en manos militares.

Los autores de los golpes de estado los intentan en el entendido de que el grueso de la población, por una u otra razón, no se identifica con sus autoridades o no las apoyan por no existir los sistemas democráticos y de consulta o, existiendo, no son realmente operantes. Se detendrán o no los intentaran si ellos tienen conocimiento de que un grupo numeroso o reducido de habitantes, por razón de religión, raza o compromisos por gremios o sociedades secretas, apoyará o defenderá a sus autoridades o se rebelará para el caso de que se atente contra ellas o se les desplace. Esto hizo fracasar el golpe de Estado de Victoriano Huerta.

Por lo general los golpes de estado carecen de ideología; pero tampoco se intentan nada más por que sí; se formulan reclamaciones, se hacen reivindicaciones, se reclaman entuertos; no tienen programas; estos, llegado el caso, se formulan sobre la marcha o una vez que han alcanzado el éxito.

Son más frecuentes los golpes de estado en aquellos países en que los miembros de las fuerzas armadas se manejan en forma autónoma: cuando tienen la posibilidad de nombrar o proponer a quien será su jefe; manejan por sí, sin supervisión externa, su presupuesto; y controlan los sistemas de reclutamiento, ascenso y jubilación de sus miembros.

Frecuentemente, por errores cometidos por los titulares formales del poder, para dar seguridad a la población, por desconfianza o por ineficacia temporal, se prescinde de los elementos civiles y se recurre a los militares.

El movimiento promovido por Victoriano Huerta en febrero de 1913 en contra del presidente Francisco I. Madero fue un golpe de Estado.

Notas:

  1. Karl Kautsky, La revolución social, el camino al poder, Ediciones pasado y presente, México, 1978, p. 179.
  2. Curzio Malaparte, Técnica del golpe de Estado, Colección papeles políticos, Buenos Aires, 1974, pp. 17 y 18.
  3. Idem, p. 31.
  4. Op. cit. p. 25.
  5. Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Diccionario de política, Siglo veintiuno editores, México, 1982, tomo ii, p. 1458.
  6. Luttwak, op. cit. p. 18.