La Exposición Individual “Paisajes del abismo” (Serie Patología Dual), de Alejandro Caballero Valdés, Colección del Dr. Jorge Ocampo, del Laboratorio Bioquímica, inaugurada el 14 de octubre del presente año, en el Aula I: Área Común, frente al SUM 1101, Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, Periférico Sur y Calle Puente, Alcaldía Tlapan, CDMX, sobre los efectos de los enervantes y drogas (incluidos el alcohol y tabaco) o disturbios mentales por adicciones en la conducta y cerebro de los seres humanos, que va del expresionismo fantástico al surrealismo onírico, me recordadó la película Más poderoso que la vida (Bigger Than Life, Estados Unidos, 1956) de Nicholas Ray, con James Mason y Barbara Rush. En México se tituló Delirios de locura.

¿Qué es la Patología Dual? La información que nos proporcionó la Unidad de Salud Psicoemocional nos dice que es la coexistencia de dos entidades patológicas de forma simultánea: 1. Un problema psicoemocional y 2. Una adicción. A veces, una enfermedad mental motiva el consumo de drogas, para disminuir el malestar psicoemocional. En otras ocasiones, se inicia con una adicción, aumentando el riesgo psicoemocional (Fuente: Academia Mexicana de Patología Dual, 2024, Calzada de Tlapan 2492, Colonia Avante, Alcaldía Coyoacán, CDMX).

La exposición tiene por objeto que el arte, en este caso, las artes plásticas, contribuya a la cura de las enfermedades mentales, por adicciones. Yanireth Israde, del diario Reforma, en su artículo Un viaje pictórico al abismo, escribió que Alejandro Caballero “explora las alteraciones producidas en el sistema nervioso tanto por trastornos mentales como por el consumo de drogas, para crear una obra plástica tan enigmática como febril“.

Yanireth comenta: “la muestra que reúne 40 cuadros de mediano formato repartida en tres secciones relativas a las fases de la patología dual: la aguda, que provoca severos daños por el abuso de estupefacientes, la de reconocimiento y conciencia del cuerpo, relacionada con la disposición de recibir ayuda o tratamiento, y la alusiva a la rehabilitación”, es un viaje de Alejandro que va, se ha dicho, del expresionismo fantástico al surrealismo onírico, remarcando esta ultima tendencia artística y, como afirma Yanireth, apareciendo el humor, como en el caso de la pintura Rescatando el yo interior, en la que “un hombre ataviado con un sombrero de copa, en realidad un tocadiscos en su cabeza” hace alusión al vocablo “tocadiscos” que “designa no solamente un aparato para tocar los discos, sino a una persona “tocada” o presa de la locura, loca”.

Afirma Alejandro, citado por Yanireth, que su obra sobre la Patología Dual tiene elementos dramáticos, pero que no nada más se queda en el drama sino que la mezcla con la fantasía, con el sentido del humor, con el juego y con la ocurrencia. Lo mismo puede decirse de la película Más poderoso que la vida de Nicholas Ray. No nada más se queda en el drama sino que alcanza el lirismo, propio del realizador norteamericano. Una película maldita que tiene un final feliz, igual que su inicio.

El guión (Cyril Hume y Richard Maibaum), basado en el artículo periodístico Ten Feet Tall de Berton Rouché, para el New Yorker, trata sobre un maestro de escuela y padre de familia ejemplar cuya vida sale de control al volverse adicto a la cortisona (sustancia natural que pertenece a la clase de los corticosteroides: el cortisol (también conocido como hidrocortisonal) y la corticosterona son liberados en la sangre por las glandulas suprarrenales junto con la adrenalina cuando nos encontramos en una situación estresante.

Su adicción genera problemas de cambios en el estado de ánimo, la memoria y la conducta, confusiones y delirios. Nicolas Ray, en su condición de artísta, como había demostrado en sus anteriores películas (They Live by Nigth, A woman´s Secret, Knock on Any Door, In a Lonely Place, Born to Be Bad, On Dangerorous Ground, etc.) y como lo haría en sus posteriores, muestra en Digger Than Life su significante lirismo al tratar temas oscuros, como el de la adicción a las drogas, convirtiéndolo en verdara pieza sensible, emotiva, inspirada, tierna, entusiasta y vehemente. Por ello, Jean Luc Godard, en su momento (1963), consideró a Digger Than Life una obra maestra y una las diez mejores películas sonoras del cine norteamericano que denuncia las actitudes negativas y soslayables de las autoridades públicas y privadas hacia las enfermedades mentales y las adicciones.

Regresando a Paisajes del abismo, hay que decir que Carmen Gómez del Campo, curadora de la exposición, comentó: “Bajo una representación figurativa prodigiosa, con la luminosidad de sus colores y la destreza de su factura, Alejandro Caballero construye una atmósfera a la que, a través de una rendija podemos mirar, sentir, tocar, ahondar, en los abismos afectivos de quienes viven bajo la aparente necesidad del consumo de alguna droga como única posiblidad de construirse un lugar, por mínimo, por pequeño que éste sea, para mantenerse vivo aún bajo el riesgo y el peligro de perderse de sí mismo y hasta de perder la propia vida.

Toda una proeza la del pintor, hasta internarse en este mundo presente, pero paralelo, que está ahí cerca, muy cerca, y del cual poco sabemos o queremos saber. La riqueza de los detalles y en los fragmentos de objetos desechados, olvidados o abandonados en el camino, la pasión de recolector que lo habita, ahora la utiliza para ensamblar con tal ingeniosidad que logra imprimir una movilidad a su figuras y dar forma a lo informe del cuerpo al cual, el adicto habrá de habitarlo como un objeto que le ha sido expropiado, deformado o que, simplemente, no logra sentirlo.

La notable observación de los cuerpos, le permite emular los movimientos afectados por el consumo de sustancias, cuerpos mecanizados, fragmentados, movidos por una fuerza que no emana de ellos mismos; o, también, la profundidad en el trazo y la traza de los rostros y en las estampas de sus personajes, marcados por una gestualidad que le pone cara y nombre al dolor, a la depresión, a la soledad, al vacío, al anonadamiento, a la sideración. Con el manejo que hace del color, puede ahondar y hacer explotar la expresión de emociones y sensaciones…”

Concluyo: Pienso en aquella secuencia, riquísima en lirismo poético, comentada por José de la Colina, de la película King of Kings de Nicholas Ray, en la que Jesús, con el poder de su mirada, cura el espíritu enajenado de un demente violento. A saber: una metáfora del poder de curación del arte.