¿Qué sucede con los partidos políticos en México? estimo que los seis partidos políticos nacionales que existen: MORENA, y sus satélites PV, PT; el MC que no define bien su posición pero que en mucho está de acuerdo con el partido en el gobierno, y los decanos, el PAN y el PRI, partidos políticos que nacieron con una genuina representación social, pero que en la actualidad dichos partidos ya no representan a los ciudadanos ni a sus causas, se han burocratizado y sus dirigentes son elitistas, lucran y se enriquecen con las cuantiosas cantidades de dinero público que se les asigna cada año y su único afán es alcanzar ganar los cargos en juego en las elecciones sin importar la representación ciudadana.
El fin de semana pasado el Frente Cívico Nacional anuncio la intención de crear un nuevo partido político, el principal promotor de este grupo de ciudadanos es el ex representante del PRD ante el INE, Guadalupe Acosta Naranjo, ahora vocero del Frente Cívico Nacional; en su discurso del sábado 23 anunció que el próximo 20 de enero presentarán la solicitud para el registro como partido político ante el INE.
Entre los integrantes del Frente Cívico Nacional (FCN) se encuentran políticos opositores al régimen como Guadalupe Acosta Naranjo, Emilio Álvarez Icaza, Cecilia Soto y Gustavo Madero, entre otros, todos ellos han militado en alguno de los partidos políticos existentes. Debemos observar cómo se organizan en esa loable iniciativa y llamado a la sociedad a participar, esperemos esta vez sea diferente y que pronto pueda concertarse la creación del nuevo partido ciudadano que deberá nacer desligado de los viejos vicios de los partidos existentes.
En los últimos 40 años en México se han sucedido diversas transformaciones políticas, sin embargo la cultura política del ciudadano mexicano se ha quedado estancada; nuestra sociedad presenta características que no propician la participación de los ciudadanos de manera activa, en amplios sectores de la población hay un gran desconocimiento de las acciones públicas, y una gran desconfianza en las instituciones y en los procesos democráticos, lo cual propicia que en las estructuras de gobierno existan actos autoritarios apoyados en el clientelismo y el corporativismo propiciado por los partidos políticos.
En la década de los 80’s en todo el mundo se habló de los procesos de transición democrática, como un camino para sustituir los regímenes autoritarios y dictatoriales que prevalecían en diversos países de todo los continentes. Consistía en un proceso mediante el cual se sustituían los gobiernos represores por otros que a partir la su elección por los ciudadanos y legitimados por su aceptación mayoritaria, adoptaban un régimen de libertades individuales y de libre mercado.
En México, algunos académicos sostienen, que nuestra transición es “sui generis” que tiene larga data, que inicia con los diputados de partido, hoy de representación proporcional, diversas reformas legislativas y, la ciudadanización del entonces IFE, ahora INE, entre otros cambios de normalización democrática.
Otra corriente doctrinaria niega la transición, sosteniendo que nada cambió en el 2000, que solo hubo alternancia en el poder, que se mantuvo el mismo modelo de desarrollo, que sobrevive el corporativismo y que siguen en el poder los mismos grupos económicos que responden a los poderes facticos. Lo cierto es que tampoco a partir del 2018 el cabio que se anunciaba se logró, y resultó un gran salto para atrás, ha habido un gran retroceso en el crecimiento económico y en la inversión tanto nacional como extranjera, en parte debido a la pandemia que azotó a todo el mundo, pero también debido a las políticas erráticas que crearon desconfianza en los inversores; pudiéramos decir que el gran cambio de la 4t es sólo el cambio de manos del control del dinero público, y un salto al pasado que añora el líder y dueño de MORENA, porque se han concretado en desaparecer instituciones y programas que beneficiaban a diversos sectores de la población y a legislar contrarreformas estructurales, destruyendo la democracia y el Estado de Derecho.
El despertar de ese gigante que es la Sociedad Civil, no debe ser visto como una moda, es una urgente necesidad, porque una auténtica democracia va más allá del ejercicio electoral; supone una participación real de los ciudadanos en las grandes decisiones del gobierno. Sólo mediante el ejercicio de un verdadero gobierno democrático, se consigue una mayor participación de todos los sectores de la sociedad en la vida política, con objeto de promover la justicia social, luchar contra la corrupción y atacar de raíz las causas de la marginación. La participación de la sociedad civil en la elaboración de políticas públicas de Estado lleva a la apropiación del país, a que sintamos que México nos pertenece, y que somos capaces de transformarlo.
Democracia y Derechos Humanos son dos conceptos íntimamente relacionados que constituyen un binomio indisociable, a lo largo de la historia las sociedades se han ido conformando, a través de grandes luchas en pos de la exigencia de un respeto a la dignidad humana de los ciudadanos por parte de los gobernantes, que se han traducido en leyes y normas que acotan, el ejercicio inmoderado del poder frente al ejercicio de los derechos individuales y colectivos.
Ya en el 2018 la revista “The Economist” dentro del ranking sobre Democracia que elabora y que mide el índice de democracia en el mundo, bajó a México de categoría y lo consideró como un “Régimen Hibrido”, ya no como una democracia defectuosa como lo era antes del 2018; la revista realiza un análisis de la situación en México y señala que desde el 2013 el índice de democracia en México va en franco descenso, pronostica que se pudiera producir una mayor erosión de la democracia a partir del proceso electoral de este año y las arbitrarias reformas constitucionales que destruyeron la independencia y autonomía judicial.
La democracia, requiere de adaptación cultural, es decir se requiere educar a la población para vivir en democracia, educación que consiste en lograr que los individuos tengan claro el significado y valor de la democracia para ellos mismos, para sus familias y sus comunidades. La democracia no se agota en un proceso electoral, es una práctica continua de participación de la ciudadanía en el acompañamiento y corresponsabilidad en las tareas de gobierno. Una auténtica democracia va más allá del ejercicio electoral, implica una participación real de los ciudadanos en las grandes decisiones del gobierno.
Es por ello que es muy importante abatir el abstencionismo y la apatía ciudadana, que todos participemos votando cuando corresponde; si bien la democracia no se agota en las urnas, pasa necesariamente por estas. El ejercicio de un verdadero gobierno democrático, se consigue con una mayor participación de todos los sectores de la sociedad en la vida política, cuyo objeto entre otros, es promover la justicia social, luchar contra la impunidad y la corrupción, así como atacar de raíz las causas de la marginación y la pobreza.
En este sentido debemos reafirmar nuestra convicción de que los mexicanos unidos debemos estar atentos para actuar juntos, porque solo así sociedad y partidos habremos de superar los tiempos aciagos que estamos viviendo, confiamos de que exista la inteligencia, la serenidad de ánimo, y la voluntad, para ganar la próxima elección y acabar con la sobre representación en el Congreso de la Unión, a fin de corregir y reorientar el rumbo de nuestra Gran Nación.