Al margen de posturas políticas, debemos admitir que la relación de México con los Estados Unidos, siempre ha sido y es una prioridad política para el gobierno mexicano. Es por esto que la agenda en política exterior del gobierno mexicano debe considerar, que nuestro país vecino del norte, es nuestro mayor socio comercial y también nuestro mayor acreedor. Nuestras economías son interdependientes. Y considerar que en su territorio viven y sobreviven un poco más de 20 millones de mexicanos, de los cuales una buena parte son indocumentados. Es por ello que para ambas naciones la relación bilateral es una cuestión de seguridad nacional.

Actualmente, el tema de la seguridad, el de migración, acompañados de los aspectos económico-comerciales han ocupado el lugar central de la agenda. Derivado del T-MEC Estados Unidos y Canadá son nuestros principales socios comerciales; México  ocupa el primer lugar entre los principales socios comerciales de Estados Unidos, seguido de Canadá y China.

Al primer trimestre del 24 las exportaciones mexicanas sumaron 144 mil millones de dólares, en tanto que las importaciones totalizaron 146 mil millones de dólares, resultando en un déficit comercial de apenas 3 mil millones de dólares. El 82.7 por ciento de las exportaciones mexicanas se dirigen a Estados Unidos.

Es un lugar común en México, afirmar que si bien los demócratas son más amigos nuestros, en realidad nos ha ido mejor con los gobiernos republicanos. La verdad es que ambos defienden los intereses de los Estados Unidos, que no son los mismos que los nuestros. Actualmente, hemos sufrido las amenazas y los amagos acostumbrados de Trump en su campaña. En razón de lo anterior, pese a que Donald Trump, en esencia no es un republicano de cepa, ni es totalmente aceptado por los miembros del partido y su burocracia, ha sido el candidato que podía llevar al triunfo a los republicanos. Y en estos momentos, tras el conteo de los votos por estado de ese país, su triunfo es un hecho y se apresura en volver a la Casa Blanca.

La dinámica y el resultado del proceso electoral de nuestro vecino del norte, pronto repercutirá en México, primero por las expresiones de rechazo hacia México en los debates y en los mítines de campaña principalmente por parte de Donald Trump, mientras que los demócratas partidarios de Kamala Harris  buscaron el apoyo de los latinos, en especial de los México- americanos y paradójicamente al mismo tiempo  de quienes atacan a los mexicanos para buscar los votos de los blancos xenófobos.

Sin embargo en los últimos meses ha habido por parte del gobierno mexicano un manejo poco diplomático con lo que respecta a la buena relación entre los dos países, entre otros el tema del “Mayo” Zambada pone en entredicho la confianza en la cooperación sobre seguridad y combate a la delincuencia organizada.

La Presidenta de México, después de un mes en el gobierno en el cual ha atendido asuntos internos prioritarios, tiene que afrontar una realidad: El grave problema de narcotráfico y delincuencia organizada que está tomando otras dimensiones por la forma como perturba el tejido social en todos los niveles sociales y políticos en México y que repercute en Estados Unidos, país en donde las estructuras de gobierno se dan cuenta de la manera catastrófica como se está manejando nuestro país y el probable deterioro de las condiciones de gobernabilidad, lo que pudiera provocar tener un vecino país convulsionado por el imperio del crimen organizado y bajo una crisis constitucional y política.

En este escenario México, está obligado a jugar un papel importante y recuperar el liderazgo regional perdido, mismo que Brasil parece haber ocupado. La participación de México, en principio tendremos que observar y actuar como Estado Nacional, movernos con prudencia en el complejo momento de las nuevas relaciones geopolíticas que se tejen en el mundo: La recuperación por parte de Rusia de su esfera de intereses; la siempre compleja situación del Medio Oriente; la coyuntura entre Irán e Israel, la creciente tensión con arista nuclear entre  las dos Coreas; la creciente influencia mundial de China y de la India, entre otros.

El dicho popular  “Mono viejo no aprende maromas nuevas”,  viene al  caso de la relación con el futuro regreso a la Casa Blanca del republicano norteamericano, por su carácter impulsivo y la posibilidad de que cumpla las amenazas contra nuestro país; sería prudente que la señora Presidenta de México aprenda los oficios diplomáticos, y dejar de imitar al anterior presidente, que procure evitar hacer comentarios sobre temas que podrían dañar la relación con nuestros vecinos, porque lo que pasa en las mañaneras no se queda en las mañaneras, y podría normar el criterio de los diversos asesores del gobierno norteamericano. En fin esperemos que todas las asperezas que le dejó su antecesor y mentor, con las se inician las relaciones con el nuevo gobierno puedan ser limadas y se continúen de manera tersa.