“A rey muerto, rey puesto”. ¡Y de qué manera! Aunque las desprestigiadas encuestas —cada vez lo son más—, ese pingüe negocio usufructuado por analistas políticos que no  tienen el arrojo de buscar una candidatura partidista pero si de lucrar, lo más posible, de las participaciones que reciben las organizaciones partidistas de sus propios militantes (ricos y pobres), aseguraban que las elecciones presidenciales de EUA del martes 5 de noviembre pasado serían las más disputadas de la democracia estadounidense, los resultados demostraron algo muy diferente: por muchos millones de votos de diferencia, los demócratas perdieron los comicios, y Trump y “sus” republicanos no solo barrieron con la Casa Blanca, sino con el Congreso (Representantes y Senadores), y de once gobernaturas en juego triunfaron en ocho. El poder, en serio.

Por una serie de errores en cadena, el Partido Demócrata perdió el apoyo popular que antes le era fiel. En política, como se sabe, nada es para siempre. Algún día le sucederá a los republicanos. ¿Cuándo? Eso nadie lo sabe. Lo que es un hecho, Donald Trump logró realizar su propósito de regresar al poder después de haber sido derrotado en ocasión anterior. Regresa con toda la sed de revancha que le causó su anterior debacle. El magnate es la copia de nuestro avinagrado ex presidente que recién terminó su periodo. A ambos los domina la amargura y el deseo de venganza contra sus enemigos políticos. Así retorna Trump a la Casa Blanca. Que nadie piense que las “amenazas” del hombre de la cabellera naranja solo eran bravatas de campaña. Lo decía en serio, sin importarle su veracidad o su mentira. Tratará de cumplirlas siempre y cuando le convenga. Trump no hará nada, absolutamente nada, que vaya en contra de sus intereses, por más absurdos que puedan parecer. A nivel nacional e internacional.

En el último rubro, México ha sido, y continuará siendo, uno de los blancos preferidos del magnate, aunque el caso de China sea el de mayor importancia estratégica. El peso y el empuje de la economía china ayuda para qué Trump no distraiga sus preocupaciones internacionales al sur del río Bravo. Analistas optimistas adelanten que una vez asumido el poder, el próximo 20 de enero de 2025, frente a las decisiones de la realpolitik no solo la retórica sino el gobierno de Trump será “más suave”. Eso no sucederá. Al paso de los días, su gobierno se caracterizará por la mano dura. En muy pocos casos habrá retrocesos. En ese sentido, la presidenta Claudia Sheinbaum  no debe pecar de optimista, por decir lo menos, su posición frente al macho alfa estadounidense es muy diferente a la relación que “presumía” López Obrador con el propietario de Mar-a-Lago en Florida. Eso de presumir que la primera plática telefónica entre el presidente electo de EUA y la primera mandataria mexicana fue “muy cordial” porque le dijo “see you soon”, y “salúdame a mi amigo López Obrador”, parece algo chabacano, insulso. La doctora en física no sopesa, en toda su importancia, la personalidad del magnate. El hombre de los corbatones gigantescos y colores chillones, suele despreciar a sus interlocutores, sobre todo a las del sexo femenino. Su pasado lo demuestra. No es algo que se suponga, es lo que ha hecho en muchas ocasiones. La ex canciller alemana, Angela Merkel supo, de primera mano, de lo que estamos hablando. Y el mandatario francés, Emannuelle Macron, tuvo que apretar su diestra para que el magnate respetara a su par galo.

En estas condiciones, es conveniente analizar, con sumo cuidado, la formación del próximo gabinete presidencial de Trump. Los que llegan al equipo presidencial dicen más de los análisis de comentaristas que adelantan que Trump cambiará de ruta. El próximo 47 presidente de EUA sabe que el tiempo no es infinito, que cuatro años transcurren como un suspiro. No puede desperdiciar ni un segundo. Ya lo anunció. Será dictador un día. Ojalá no fuera así, pero, ahora ya se sabe que a Trump hay que tomarlo en serio. No es juego.

Así las cosas, el sucesor de Joe Biden perfila un gobierno conservador, como era de esperarse, solo que con mayor poder de ejecución en materia de seguridad nacional y en la importante border del sur, con México; temas que el magnate tratará de manejar como una sola entidad. De ahí que la presencia de ideólogos y ejecutores de mano dura contra la migración sea más relevante. Con los apoyos de algunos grupos minoritarios que ahora apoyaron al magnate, negros, cubanos, venezolanos e incluso de organizaciones femeninas blancas, Trump estructura un gobierno de “mano dura” la inmigración y con el vecino del sur: México.

Las designaciones dadas a conocer en los primeros días después de los comicios, tienen esas características: Stephen Miller, el jefe de Asesores para políticas públicas,  no dormirá muy lejos de Trump, recordándole, una vez más, la necesidad de deportar masivamente a ilegales, medida de que la que es fanático. Se espera que Miller proclame las reformas migratorias más duras en la historia de EUA después de que Trump “culpó a Joe Biden y a Karla Harris por permitir la entrada de 21 millones de ilegales de todo el mundo”.  A Tom Human el Zar de la Frontera, ha sido ejecutor de una medida antihumana: separar familias en la border tan famosa.

La lista continúa con todo tipo de personajes como Mike Walz, a quien el magnate pone en un puesto delicadísimo: asesor en Seguridad Nacional y, si bien tiene amplias credenciales en geopolítica (con la perspectiva de los halcones, por supuesto), resulta ser quien propuso ataques militares contra los carteles de la droga en territorio mexicano, haciendo o despreciando la soberanía nacional del vecino.

En este proyecto de gabinete, aparece un nombre que llama la atención de propios y extraños: Marco Rubio, senador por Florida. Durante las primarias republicanas del año 2016, en las que Trump resultó ganador, uno de sus entonces rivales, el senador de origen cubano lo describió como una especie de “intento de hombre fuerte latinoamericano”. La cita hacía referencia a la narrativa de campaña del magnate recién desempacado en la política que quería exhibirse y venderse como un personaje alejado del “establishment” tradicional de Washington, D.C.

Al fin de cuentas, esta versión que hasta la fecha algunos siguen manejando, le funcionó al magnate en dos ocasiones. Solo que en esta ocasión, dado su poder dentro del Partido Republicano, muchos de sus simpatizantes que le criticaron como el propio Rubio, ahora se han guardado sus palabras para enfilarse en su equipo de trabajo.

Durante aquella campaña, Trump le llamó, despectivamente, “Little Rubio” (criticando su corta estatura), mientras que el senador de Florida insinuó que el magnate tenía un miembro viril pequeño y que era un hablantín. Después de ganar las elecciones presidenciales de aquel año, el hijo de inmigrantes cubanos se convirtió en uno de los principales aliados del magnate y del movimiento MAGA en el Senado.

Muy a su manera, agradecido con los que lo apoyan, aunque en el pasado fueran sus adversarios, Trump premió la lealtad de Rubio, y le dio el liderazgo de la política del terror, ejemplificando su modus operandi. Así, Marco Rubio podría llegar a ser el próximo secretario de Estado, la posición diplomática más importante en el país y el cuarto en la línea de sucesión presidencial en la Unión Americana.

Rubio es hijo de inmigrantes que llegaron a la península auto exiliados por la dictadura de Raúl Castro Ruz. Ahora, también sería el primer hispano en ocupar un cargo tan alto en la historia de la democracia estadounidense.

La historia del descendiente de cubanos ha sido la marca con la que hecho una carrera política importante. Al principio como figura emergente del partido republicano  durante la irrupción del Tea Party —movimiento que trata de limitar el tamaño del gobierno federal, reducir el gasto público, reducir la deuda nacional y oponerse a los aumentos de impuestos— en 2010. Ha estado en posiciones de liderazgo en materia de seguridad internacional en el congreso y es considerado un “halcón” en política exterior.

Defiende políticas agresivas contra China e Irán, dos pilares para Trump a nivel internacional.  En ambos frentes apuesta por la imposición de sanciones y tarifas como medidas de presión para impedir que consigan mayor hegemonía sobre todo en el ámbito económico. Rubio también está en la “lista negra” de sanciones de Pekín, por sus posiciones en el Senado y ha coincidido con el magnate en que los aliados europeos deben adquirir más protagonismo en temas de seguridad e incrementar el gasto en Defensa por lo que su ascenso puede tener eco en el seno de la OTAN y de la Unión Europea.

Rubio se ha opuesto firmemente a normalizar las relaciones entre EUA y Cuba, y es partidario de incrementar las sanciones contra las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. El hecho de que su nombre sea el más probable para la secretaria de Estado ha provocado muchas críticas de varios frentes. Muchos no olvidan que respaldó las intervenciones estadounidenses en Libia y Siria. En aquellos momentos lo señalaron como neoconservador. Es miembro de la fracción republicana más conservadora y, decididamente, no es proclive a México, al que señala como contrario a EUA.

En la fiesta de los nombramientos, CNN informó de la llegada de la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, como titular del Departamento de Seguridad Nacional. La discutida gobernadora está considerada como “una bestia negra “de los indocumentados por las duras leyes que impuso en su entidad. Se le mencionó como posible compañera de fórmula de Trump en la Vicepresidencia, hasta que en su libro No Going Back. The Truth on What´s Wrong with Politics and How We Move American Forward (No hay vuelta atrás, la verdad sobre lo que está mal con la política y cómo hacemos avanzar a EUA), en el que cuenta que mató a su perro de raza Pointer de 14 meses, porque este no mostraba signos de ser un can de caza ideal). Y adiós vicepresidencia.

En fin, la tarde del martes 12, Trump anunció que su amigo Elon Musk, su gran amigo patrocinador  y el hombre más rico o del mundo, junto con Vivek Ramaswamy —ex precandidato presidencial y rico empresario—, encabezarán una nueva Secretaría, el Departamento de Eficiencia Gubernamental, dedicado a cumplir con la promesa de “desmantelar la burocracia gubernamental, recortar regulaciones excesivas” y “gastos desperdiciados”, lo que “evitará  calambres a través del sistema”, comentó el propio Musk. Y lo que falta. La mano dura es innegable. Que nadie se equivoque del lado mexicano. Mucho menos la presidenta Claudia Sheinbaum. Eso apenas comienza. VALE.