Comienzo a creer que eso que dicen de que el amor atonta es verdad, porque sólo así, como una torpeza o una estupidez, puede explicarse que a un exservidor público como Martín Borrego le haya parecido buena idea o cool casarse en el MUNAL. Cara dura y cinismo tratar de hacer pasar esta boda como un acto oficial, embarrando a sus superiores, hasta que la propia presidenta de la República puso punto final al tema en su conferencia mañanera.
En 2023, la entonces candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, contrajo nupcias en una ceremonia discreta. Parecía que la lección de César Yáñez y su suntuosa boda de 2018, que le costó la congeladora durante la mitad del gobierno de López Obrador, se había aprendido bien en el gobierno y la 4T. Parecía que, con su ejemplo de sencillez y prudencia, la presidenta había marcado el estándar para enlaces matrimoniales durante este sexenio, pero nadie aprende en boda ajena.
Pero ¿qué necesidad?, como dice el clásico, habiendo tan bonitos jardines o haciendas en Puebla, Morelos, San Miguel de Allende o en la propia Ciudad de México, ¿para qué casarse en el MUNAL y, sobre todo, mentir y tratar de engañar al respetable cuando el amor y el dinero no pueden ocultarse, menos en los tiempos de las redes sociales?
¿Puede realizarse un evento privado en un sitio público? Sí, en los museos más importantes del mundo como el Louvre, de París, el Metropolitano de Nueva York o el Prado de Madrid se pueden hacer eventos privados con un costo determinado y la regulación adecuada, lo cual se convierte en una forma de ingresos adicionales.
Es legendario el desfile de modas que se realizó en el Louvre después de la Segunda Guerra Mundial, en donde una generación de diseñadores, encabezados por Christian Dior, devolvió a París el glamour y lo convirtió nuevamente en la capital de la moda y el color después de la ocupación nazi.
Aprovechando el asunto, y más ahora que el presupuesto en cultura es escaso, con la regulación adecuada, los museos y otros edificios históricos podrían alquilarse para bodas y otros eventos privados. Me vale un soberano cacahuate la vida privada de los servidores públicos, pero utilizar los recintos públicos como si fueran privados es una falta que debe sancionarse, sobre todo para acabar con la hipocresía.
Por cierto, parece que eso de “por el bien de todos, primero los pobres” se hace mejor desde camionetotas blindadas, rodeados de asistentes y guaruras. Dirán que es indispensable, particularmente después de la ejecución del diputado federal del Partido Verde, pero los legisladores no pueden exigir seguridad cuando la inmensa mayoría de la población padece diariamente la violencia.
Claudia Sheinbaum es jefa de Estado y de gobierno; se entiende el dispositivo de seguridad, pero los senadores y diputados, secretarios y subsecretarios que se mueven con verdaderos sequitos, exageran. Sus protocolos de seguridad sólo son efectivos para alejar a ciudadanos inconformes y a periodistas. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
@onelortiz