Cada quien habla de la fiesta como le ha ido en la feria de la vida. Esta colaboración es un ínfimo reconocimiento al concierto femenil de mi entorno, desde mi bisabuela, mis abuelas, mi madre, mis tías, mis novias, mi esposa, mis hijas y mis amigas. Su influencia a lo largo de los años fue decisiva para forjar lo que creo es mi personalidad. El resultado solo es atribuible a mis decisiones. Creo que la humanidad en general siempre le sale debiendo a las mujeres. En el debe y el haber de la historia el trato hacia ellas ha sido muy miserable. En infinidad de casos el sector masculino ha sido mezquino, muy mezquino. Sin embargo, algunos políticos se atreven a presumir de ser promotores de las mujeres para que asciendan en la escala del poder. Dan pena.
Lo anterior viene al caso por la epopeya (frente a su familia y la sociedad en general) que recién protagonizó la francesa Gisèle Pelicot —cuyo esposo, Dominique (no sé por qué pero en francés Dominique se usa indistintamente como apelativo para hombres y mujeres, como en el caso de mi compadre y amigo el escritor Dominique Lapierre autor de varios libros fundamentales, cuya esposa lleva el mismo nombre)—; lo sufrido por la jubilada en logística ha provocado tanta indignación no solo en Francia, sino en muchas partes del mundo. La víctima, actualmente de 72 años de edad, fue drogada y violada durante una década por su ex esposo junto a docenas de desconocidos.
El jueves 19 de diciembre, la “justicia” francesa —a la que ahora critican muchos “enfants de la patrie” como dice La marsellesa, el himno nacional galo que originalmente fue escrito por Rouget de Lisle en 1792 para el Batallón de Jóvenes de Estrasburgo y muchos años más tarde convertido en símbolo nacional—, impuso la pena máxima de 20 años de prisión en este tipo de delitos al promotor de tan bestial violación y otra condenas entre tres y 15 años de prisión para los cómplices, penas menores a las solicitadas por la fiscalía que han provocado malestar y disgusto no solo entre los hijos de Gisèle (y de Dominique) sino entre los colectivos feministas franceses y de otras naciones.
Las pruebas obtenidas en la computadora y el disco duro del propio violador, que también cuenta con 72 años de edad, fueron la pieza clave para imputarlo a él y a 50 cómplices por violación agravada (algunos hasta por seis ocasiones), agresión sexual agravada o intento de violación, hombres de entre 26 y 74 años de edad que eran enfermeros, bomberos, periodistas, militares y hasta un mando de prisión, a los que contactó por la Internet para que tuvieran relaciones sexuales con su esposa inconsciente, drogada con medicamentos ansiolíticos (que disuelven o calman la ansiedad), actos que grabó y guardó en carpetas digitales llamadas “abusos” y “sus violadores”, según los fiscales, aunque algunos negaron haber cometido un delito al admitir que fueron engañados y que “creían que todo era consensuado”.
De tal forma, el número de años de cárcel dictado por los jueces a los culpables del caso demuestran que la “justicia” es muy dispareja. Al llegar al momento de las sentencias se advierten las discrepancias: en nuestro país un juez federal acaba de sentenciar a Julio de Jesús Rafilla, alias “EL Padrino”, a 309 años de prisión, más una multa de dos millones 535 mil pesos y 16 centavos, por los delitos de privación ilegal de privación de la libertad en modalidad de secuestro, delincuencia organizada, contra la salud, en la modalidad de comercializar mariguana y clorhidrato de cocaína, además de portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas; y a Ángel Taboada, a más de 290 años de prisión por el asesinato de siete personas en 2011 (y una multa equivalente a dos millones 445 mil 781 pesos por los delitos de privación ilegal de la libertad en la modalidad de seductor y delincuencia organizada), entre ellas a Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del escritor mexicano Javier Sicilia en oros tiempos muy allegado al ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
En un comunicado del 22 de diciembre de 2024, la Fiscalía General de la República (FGR) informó que por medio de la Fiscalía de Control Regional (FECOR), en Tamaulipas, recibió de un juez la sentencia condenatoria en contra de ambas personas, por su responsabilidad penal en varios delitos federales. Circunstancias y modalidades en países diferentes, como se ve, en México se castiga así a los culpables, y en Francia, por violar durante diez años a una mujer drogada, el castigo parece insuficiente. O, lo que es lo mismo, en materia de justicia, hay mucha desigualdad, entre hombres y mujeres.
El proceso en contra de los violadores de Gisèle concluyó con una pena superior a los 400 años en total, según las sentencias que dio a conocer el juez correspondiente una tras otra, mientras la víctima asentía y varios de sus violadores, entre ellos su ex esposo, “empezaron a llorar” pues es muy probable que el principal acusado podría morir tras las rejas (su castigo terminaría a los 92 años de edad), ya que se le negó la opción de salir bajo libertad condicionada.
La sentencia dictada fue menor a los más de 650 años que solicitaba la Fiscalía ante un caso que la ciudadanía considera debía ser un punto de inflexión ante una cultura de la violación e impunidad que prevalece a nivel mundial. Por aquella “regla” —no escrita pero existente en los hechos—, de que el varón es superior a la mujer. Resulta que sólo dos de las penas a dos coacusados se aproximan a la del principal perpetrador de esta experiencia inhumana: Dominique Davies pagará 15 años por abusar hasta en seis ocasiones a Gisèle Pelicot y Jean Pierre recibió una pena dos años mayor por replicar los actos del primero al drogar a su propia esposa y violarla.
Por otra parte, el mayor número de acusados ni siquiera cumplirá diez años de cárcel —el mismo tiempo que la víctima sufrió los ataques—; y otros, no pisarán la cárcel al “determinar” que únicamente incurrieron en tocamientos “indebidos”, lo que habrían pagado con los meses que llevan detenidos (como si se tratara de ex presidente de la República como Nicolás Sarkozy, que acaba de ser sentenciado a un año de prisión acusado de corrupción y tráfico de influencias, pero que no pisará la cárcel, sino que estará en casa bajo un régimen de arresto domiciliario gracias a su condición de ex mandatario; una vez más, la desigualdad en la justicia); y otros 21 coacusados evadieron la “justicia”, pues el Poder Judicial (en crisis como en México y otros países) no pudieron ser identificados en los videos requisados por la policía, pues que “sólo fueron 72” los que violaron a la infeliz mujer entre 2011 y 2020.
Gisèle Pelicot fue aclamada como una heroína del feminismo. Global, después de que la “justicia” francesa condenara a su ex marido en el Tribunal de Aviñón (al sur de Francia). Entre gritos de “¡Gracias Gisèle!”, la anciana salió de las oficinas judiciales. La aclamada mujer se convirtió en el personaje del día e icono del movimiento del sexo femenino por insistir en que el juicio, considerado histórico en la patria de Juana de Arco, la doncella de Orleáns, y en el mundo se celebrara en público, aunque por ser ella la víctima podrían haberse desarrollado en privado. Todo para que “la vergüenza cambie de bando”. Frase que pronunció al justificar su presencia pública y que se convirtió en emblemática por meses entre la población —mujeres y hombres—, que acudió a apoyarla afuera del tribunal y en marcha en muchas partes de Francia. “Quería que toda la sociedad fuera testigo de los debates que tuvieron lugar aquí”, expuso a manera de homenaje a sus hijos y nietos que la inspiraron a liderar esta lucha y que durante las audiencias estuvieron a su lado desde el comienzo del juicio el 2 de septiembre pasado.
Por cierto, en el juzgado Caroline (hija del acusado y de la víctima) describió a su padre Dominique como “uno de los peores depredadores sexuales de los últimos 20 años”, incluso declaró su sospecha de que él también la drogó después de que se encontraron fotos de ellos dormida en ropa interior.
En 2020, cuando la policía arrestó a Dominique por filmar subrepticiamente debajo de las faldas de las mujeres en un supermercado. La investigación descubrió más de 20 mil imágenes y videos grotescamente explícitos en su computadora en archivos marcados como “abuso”, a lo que Gisèle indicó que ”su mundo quedó destruido” cuando los investigadores le mostraron imágenes de los ultrajes que sufrió.
“Respeto” la sentencia declaró en una breve declaración a la prensa extranjera después de abandonar el tribunal. Y su abogada, Stéphane Babonneau afirmó que Gisèle “no tiene miedo” de que uno o varios de los condenados por violarla impugnen la condena y consigan un nuevo juicio en apelación. “En otras palabras —agregó la defensora—, si esto ocurriera ya nos dijo que se enfrentaría a ello, si cuenta con buena salud, evidentemente, ya que ahora cuenta con 72 años de edad”.
Por lo pronto, dijo la abogada, “no quiere que la vean como un icono, como alguien extraordinario. En realidad, es alguien que sigue siendo muy sencilla y que ha decidido intentar vivir su vida de la forma más normal posible. Lo último que quiere es que otras víctimas piensen que esta mujer tiene una fuerza extraordinaria”.
En el pequeño pueblo de Mazan, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, donde vivía la pareja desde 2013 tras mudarse de París, Dominique mantenía una fachada de “marido perfecto”. Solía preparar cenas y servirle a su esposa un helado antes de que se retirara a dormir, aprovechando el momento para drogarla. Los síntomas causados por las drogas que le daba como la caída de su cabellera, y los lapsos de pérdida de memoria, hicieron que Gisèle sospechara que sufría de Alzheimer. Y no, era algo peor, una pesadilla de la que apenas empieza a despertar. VALE.