Este año en muchas de las familias habrá sobriedad, ello debido a que la inflación no da tregua y a pesar de los sustanciosos aumentos al salario mínimo el ingreso es insuficiente para el festejo, así como sucedió en el “Buen Fin” que fue en muchos casos un engaño y los precios permanecieron altos y fuera del alcance de muchas familias, por otro lado existe la amenaza del despido en gran escala en el sector público debido a la orden de ejercer una mayor austeridad y de un raquítico presupuesto asignado a muchas de las dependencias del Gobierno Federal, que el próximo año operará con un sobre endeudamiento que no habíamos tenido en varias décadas.
En el Poder Legislativo los diputados y senadores están prestos de aprobar el Presupuesto de Egresos y la Ley de ingresos para el próximo año, y prepararse para disfrutar unas vacaciones por el arduo trabajo de levantar la mano para aprobar sin esfuerzo ni tan siquiera de la lectura y sin cambiar ni una coma, todas las iniciativas que el Ejecutivo les envió.
Alguno de ustedes, tal vez coincidirá conmigo que el 12 de diciembre en otros años sin crisis económica, se inicia un periodo que en tiempos normales, esperan los mexicanos con ánimo festivo y que en pleno goce de su espíritu bromista ha bautizado con éxito como: Puente Guadalupe Reyes, lo que obedece a que inicia con la celebración a la Virgen de Guadalupe y culmina con los festejos de la llegada de los Reyes Magos el seis de enero del próximo año.
Así, los mexicanos hemos hecho coincidir tradiciones y costumbres como la adoración y veneración religiosa de la Virgen de Guadalupe, símbolo por antonomasia de la unidad nacional, durante la cual testimoniamos hechos y acciones de lo mejor de la solidaridad de nuestro pueblo para con sus semejantes, como darles de comer y beber a los peregrinos que acuden por centenares de miles de todos los confines de nuestro territorio a visitar a la virgencita de Guadalupe.
Y faltaba más, por tradición ese día, se acostumbra festejar a la “morenita del Tepeyac” en talleres, fabricas, oficinas y hogares con comida y bebida; como arroz a la mexicana, mole, tortillas hechas a mano, romeritos y todavía en algunos lugares, pulque y desde luego con cerveza. Este año se espera el arribo a la Basílica de Guadalupe a los cerca de 12 millones de peregrinos que cada año visitan a la Virgen de Guadalupe.
Eso es solo el inicio porque luego siguen sin interrupción las posadas, comidas de oficinas y centros laborales; celebraciones varias de fin de año, como de amigos que no se han visto en el curso del calendario, grupos generacionales escolares, familiares que no coincidirán en la navidad, y otros. En fin los pretextos no faltan y los kilos comienzan a sobrar por los excesos en el comer y beber.
Luego viene la fiesta principal, la celebración de la Navidad, fiesta que poco a poco en nuestro país, ha sido influenciada en los signos externos por la tradición anglosajona y nórdica, de Santa Claus, el árbol de navidad y el intercambio de regalos; aunque persiste y está lejos de desaparecer la tradición judeo-cristiana occidental, del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, “el niño dios” como muchos dicen.
Y podemos observar en muchos sitios, tanto en los hogares como en sitios públicos, la representación de “nacimientos” realizados con toda clase de materiales y de todos los tamaños, algunos son verdaderas obras de arte. Y por supuesto, la tradición marca que ese día se come bacalao a la “vizcaína”, pavo, romeros, pierna de cerdo, jamón Virginia, lechón, ensalada navideña, entre otros manjares que se estilan según la región y sobre todo a las posibilidades económicas de cada familia, pero para casi nadie pasa desapercibida la celebración.
A continuación y para cerrar con broche de oro el año que culmina, los mexicanos celebramos la llegada del año nuevo, y luego a repetir la comilona, con ricos platillos y por supuesto bien acompañados con diversas bebidas y no faltará el vino espumoso o champagne, aun en algunos lugares se acostumbra comer una uva por cada campanada de las doce de la noche y en otros, cada vez menos, afortunadamente, disparan al aire y truenan cohetes pirotécnicos.
Finalmente para cerrar el ciclo celebratorio, el seis de enero, se celebra la llegada de los Reyes Magos, ocasión en que en muchos lugares del país, los padres entregan regalos a los hijos y no podía faltar, comer la tradicional Rosca de Reyes por supuesto con sus muñequitos de niño Dios, acompañada de un espumante chocolate caliente. Y al día siguiente a trabajar, con los estragos de la fiesta e iniciar dietas para paliar los excesos de beber y comer. Algunos prolongan las celebraciones hasta el día de la Candelaria el 2 de febrero para saborear los deliciosos tamales acompañados de champurrado o atole.
Disfrutemos de estas fiestas decembrinas porque la magia y el polvo de hadas se terminan en enero en donde enfrentaremos la realidad de nuestra economía estancada y en peligro de empeorar si el Presidente Donald Trump a partir del 20 de enero cumple sus amenazas contra México.
¡Feliz Navidad a todos los lectores de Siempre, ya vendrán tiempos mejores!