En la víspera de la llegada de los Reyes Magos cargados de regalos, que hace ya muchos años llegaban a los hogares de los niños mexicanos y nadie conocía a Santa Clos, tengo que repartir buenas y malas noticias internacionales, sucedidas y por suceder. En una atmósfera de pesimismo y hasta de angustia para unos, aunque no pocos sostengan -como Jordi Juan, director del diario catalán La Vanguardia- que a lo largo de la historia el mundo tiende a ir a mejor, a pesar de guerras, epidemias o catástrofes naturales, pero, al mismo tiempo, se comente que en 2024, 76 países celebraron elecciones democráticas en las que participó la cifra más alta de votantes de la historia.
Herencia de 2024
La más gravosa, salvo prueba en contrario, como se dice, es la elección de Donald Trump, que vuelve a la presidencia de Estados Unidos con ánimo de venganza, un amplio catálogo de mentiras, un equipo de colaboradores, muchos de ellos espeluznantes y abonando a la división del país, entre dos mitades de la sociedad irreconciliables. Grave riesgo para el mundo y para México, rehén de su poderoso vecino para cuyo trato será necesaria la diplomacia de otros tiempos.
En otro acercamiento al escenario internacional en 2024, habría que mencionar que los expertos hablan de un año de “sismos geopolíticos”. Lo que, a primera vista, es de temerse que lo será más en 2025, con Trump -repito- en los mandos de Estados Unidos, influenciado por Elon Musk, vicepresidente de facto, poderoso y “de natural perverso”.
El mundo está siendo escenario de dos guerras infames, de larga duración: Rusia-Ucrania y Medio Oriente; y de otras, conexas o no, una de las cuales está trastocando el mapa político de Medio Oriente. Con victimarios y víctimas -siempre el ciudadano de a pie; muy de vez en cuando, los protagonistas.
No omito referirme, hablando de la guerra en Ucrania, a una infame realidad: la de los soldados norcoreanos -alrededor de 10 mil- que el dictador Kim Jong-un envió a su amigo y camarada Vladimir Putin para que lucharan en el frente contra Ucrania, sin adiestramiento para el tipo y terreno de lucha que enfrentarían, ubicados en la primera fila, “carne de cañón”, raza amarilla, seguramente víctimas de racismo de los blancos. Lo poco que se ha revelado de lo que piensan y sienten estos pobres soldados llama al dolor y a la compasión.
La migración ha sido también tema clave recurrente, del que diario México tiene y es noticia como productor de migrantes mexicanos, puerta de entrada en nuestra frontera sur y camino de migrantes extranjeros hacia Estados Unidos, “sala de espera”, “tercer país seguro”, y quién sabe qué más.
La migración también está siendo un reto humanitario y de seguridad y estabilidad en Europa: la Unión Europea, Reino Unido, etc. -sin hablar de otras geografías más allá de Occidente. Europa ensaya el confinamiento de inmigrantes -solicitantes de asilo y otros- fuera del espacio Shengen, fuera del territorio de la Unión Europea. Ejemplo de este confinamiento es el del Reino Unido, enviando a solicitantes de asilo a Ruanda, mientras se resuelve su petición. El acordado con Turquía, que recibe pagos millonarios por retener en su territorio a migrantes que solicitan refugio en Europa, en espera de dictamen de Bruselas. Finalmente, el controvertido plan de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, de repatriar inmigrantes desde Albania. Todos estos confinamientos terminan siendo -lo afirman tribunales y también a menudo el poder legislativo- violatorios de derechos humanos.
2024 ha dejado testimonio de la existencia y solidez de líderes mundiales, hegemones, que podrán compartir hegemonía con Washington o sustituir al hegemón norteamericano: China e India, Pekín, por cierto, amenazada por Trump de imponerle brutales aranceles a los productos que pretenda exportar. ¿Tendría también Rusia peso para ser incluido entre los posibles hegemones? No lo creo.
Tampoco me parece que países que se ostentan como líderes del llamado Sur Global -aquellos de peso significativo en su región geopolítica- salvo China o India. Y puedo decir igualmente, que los países miembros del bloque de los BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, más Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Egipto e Irán), a pesar de su peso político e influencia multirregional.
El escenario de 2024 también es de significación en Latinoamérica y el Caribe. Con elecciones presidenciales impecables, como la de Uruguay, en donde vuelve al poder la izquierda. Pero también, lamentablemente, con otros comicios desaseados, que están imponiéndose fraudulentamente en Venezuela.
Con “el loco Milei y su estilo desafiante, vulgar y anárquicamente antisistema”, como dice Michelle Goldberg, columnista del New York Times. Y concluiría mencionando a Lula, viejo y enfermo y a Daniel Boric, el mandatario chileno de izquierda, congruente, pero acosado por “izquierdas” dentro de su propio país.
La reseña de 2024 debe aludir también a Europa: la Unión Europea y también el Reino Unido que reestrena, después de largos años, al laborismo en el poder, muy interesado en trabajar armónicamente con la UE, desde el Brexit en el que lo desbarrancó la demagogia suicida de Boris Johnson y el partido conservador. Bruselas sufre “desbielamiento” de sus dos motores: la Francia de Macron en crisis de gobierno y Alemania, cuyo canciller (primer ministro) Scholdz está en horas bajas, mientras el premier húngaro Viktor Orban concluye una presidencia europea que ha intentado erosionar frente a Putin.
La Periferia: África, Asia -Golpe de Estado palaciego fallido en Corea del Sur- el Vaticano, etc.
Presente y futuro 2025
Los analistas internacionales del trumpismo amenazador destacan, al lado de su agenda migratoria, sus políticas proteccionistas y su relación con Elon Musk, su “tendencia aislacionista en política exterior”. Yo diría que responde a esta manía aislacionista la obsesión de “bardear” Estados Unidos: al norte, una vez devorado Canadá como Estado 51, apropiarse, “comprar” Groenlandia y apropiarse del Canal de Panamá al sur. Una suerte de versión 2025 del film “El Gran Dictador”, de Charles Chaplin.
Se prevé, asimismo, guerra comercial con China, como dije, duros aranceles contra Pekín, que tendrán un profundo impacto en el comercio internacional, con el riesgo de un repunte de la inflación.
Es, igualmente previsible -yo diría, seguro- que Israel consolide su dominio en Medio Oriente, después de las brutales derrotas impuestas a Hamas, Hezbolá e Irán. Y habida cuenta de la debacle de Siria y la huida a Moscú del dictador Al-Assad. Todo ello con graves consecuencias previsibles: Israel tentado a atacar las instalaciones nucleares de Irán, los extremistas judíos que apoyan a Netanyahu, invadiendo y creando colonias en territorio de los palestinos, y estos expulsados de sus tierras, en condición de parias. ¿Los defenderán los árabes?, ¿Trump buscará imponer equilibrios? Y, otro elemento clave en tan complejo escenario: Erdogan, el líder turco, vuelve por sus fueros, como elemento de equilibrio, desde el mundo musulmán. Y posiblemente Turquía, “La Sublime Puerta”, Recep Tayin Erdogan, su guía, será en verdad factor de equilibrio en la región.
Ciertamente es de preverse que inicien las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania -ojalá con una presencia aún del ejército ucraniano en Rusia. Ojalá esto llegue a buen fin.
No puedo obviar el tema Venezuela, con Maduro decidido a asumir funciones, fraudulentamente, como presidente y la izquierda, salvo Chile y espero que también Uruguay, avalando el fraude.
El hombre bueno
El 19 de diciembre cumplió 100 años el presidente Jimmy Carter de Estados Unidos y el 29 del mismo mes falleció. Su mandato fue de un solo período porque durante el mismo, estudiantes musulmanes fanáticos asaltaron la embajada estadounidense en Teherán y tomaron a 52 personas como rehenes. Y eso le costó la reelección.
Carter, sin embargo, creó una ONG, el Centro Carter, dedicada a proponer, acompañar y evaluar negociaciones, elecciones y toda acción trascendente políticamente de carácter internacional. Por cierto, estuvo en las elecciones venezolanas y no avaló el resultado electoral.
Concluyo relatando brevemente lo siguiente, que revela la sensibilidad de Carter: al término de 13 días infructuosos de discusiones entre el egipcio Anuar el-Sadat y Begin, el israelí, con Carter como facilitador, dieron por concluida la reunión. Begin, entonces pidió a Carter dedicarle una foto de la reunión. Lo que hizo este, pero dedicándola, por su nombre, a los nietos del primer ministro quien, al leerla, se le nubló la vista y comenzó a llorar. Para iniciar de inmediato las conversaciones, con éxito y cuyo testimonio fue el histórico apretón de manos entre Sadat y Begin.