Obligado “aperitivo”

El miércoles 15 de enero, que comencé a redactar este artículo, amaneció con una agenda internacional de noticias impactantes: En primerísimo lugar la del acuerdo al que habrían llegado Hamas e Israel de alto al fuego en Gaza e inicio de la liberación de rehenes. Asimismo, otra información importante, sobre la detención e inicio de interrogatorio de Yoon Suk Yeol, el destituido presidente de Corea del Sur.

Una noticia más, la del comienzo, que se antoja inminente, de las conversaciones de paz entre Rusia y “ese país ahora llamado Ucrania”, como lo menciona Moscú en una arrogante y despectiva expresión, que esconde la ira del invasor que no ha podido doblegar a su heroica víctima.

Pero, al lado de estas noticias importantes, me topé con un comentario que me causó extrañeza, y más al dar un vistazo a la encuesta del Centro Europeo de Relaciones Exteriores y de la Universidad de Oxford, en el que se sustenta: De acuerdo al comentario, “la mayor parte de la humanidad espera a Donald Trump con los brazos abiertos. La opinión pública en India, China, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Turquía y otros países del mundo medio -entre ellos ¡los BRICS!- considera que será un buen presidente para EE.UU., para sus propios países y para la paz en el mundo.”

La encuesta revela que el 84 por ciento de los indios son favorables a Trump, contra el 10 por ciento que no lo son. Que, en el caso de China, esas cifras son de 46 por ciento contra 36 por ciento y respecto a Brasil, 43 por ciento opinan a favor del estadounidense, contra un 33 por ciento de opiniones negativas. La diferencia entre opiniones favorables y no, corresponde a quienes no opinaron. Informo, asimismo, que las encuestas incluyen 14 países -no México, por cierto- más la Unión Europea y se refieren también a estos temas: La paz en Ucrania, en Medio Oriente, las relaciones China – EUA, la influencia internacional de Washington en la próxima década, y el poder negociador de la UE frente a Estados Unidos.

Antes de terminar con este “aperitivo”, vuelvo brevemente al acuerdo de alto al fuego entre Hamas e Israel que, por un lado, se está dando por concluido y despierta satisfacción, y hasta euforia, pero por otro, genera noticias sobre desacuerdos, “de última hora”, del lado de Israel.

Republican presidential candidate Donald Trump introduces his wife Melania during the opening day of the Republican National Convention in Cleveland, Ohio on July 18, 2016. Trump entered the convention to call his wife a next First Lady and he is likely to be the Republican nominee for president of the United States, as anti-Trump forces were seeking to derail his nomination. ( The Yomiuri Shimbun )

El asalto de los ultras

El escenario geopolítico internacional hoy está plagado de líderes de ultraderecha y de ultraizquierda al timón del mundo. Para empezar, Donald Trump y su segundo -o socio- Elon Musk. De los que -obvio- hay innumerables comentarios y yo inicio con uno para cada personaje.

Respecto a Trump, las amenazas sobre la invasión a Groenlandia, el canal de Panamá y Canadá convertido en Estado 51 de la Unión Americana, son vociferadas por el personaje, por un motivo principal, entre otros: restar impacto a los señalamientos -olvidarlos- de que el mandatario carga con una condena penal y múltiples acusaciones: fraude vinculado al pago a la prostituta Stormy-Daniels, la manipulación irresponsable de documentación confidencial y el presumible conato de golpe de Estado instigando a los trumpistas al asalto al Capitolio.Elon Musk,Vladimir

Musk, por su parte, tendría, según críticos, un motivo intimo para haber cambiado, de activo partidario de los demócratas, a defensor acérrimo de Trump y del partido republicano. Cuando, en los últimos años con la transición de género de su hija, lo que no aceptó, achacándolo al “virus woke”, el empresario fue virando “primero a la alt-right y después a posturas más extremas que abarcan de lo paleolibertario a lo neorreaccionario”.

Ahora el poderoso empresario hace descaradamente política partidista desde la tribuna Trump. Mucho se dice, no sin bases, que Musk se ha convertido, de facto, en el vicepresidente, pero con el poder que no tienen los vicepresidentes. Ataca sin piedad y contra la ley y las reglas esenciales de la diplomacia y de la política internacional, al primer ministro Keir Starmer del Reino Unido y da un escandaloso apoyo a la ultraderecha -el partido AfD- de Alemania.

Se dice, asimismo, que buscaría conformar una red intenacional de ultraderecha con líderes como Milei, Orban, la alemana Alice Weidel de AfD y la hábil y carismática italiana Giorgia Meloni. Entre otros.

De vuelta a Trump, preguntémonos si su vuelta al siglo XIX y la Doctrina Monroe, “América para los americanos”, que, repetimos, pretende la apropiación de Groenlandia, Canadá y Panamá -gracias a Dios los mexicanos no somos blancos de pura raza y, por tanto, no estamos incluidos en el paquete- responde a un proyecto serio de política territorial imperial o es simplemente una estrategia coyuntural.

Hay opiniones de diversa índole y no pocas, de analistas serios, que hablan del retorno “a la geografía” por parte del presidente americano electo y, por consiguiente, a cambiar mapas, remover fronteras y apropiarse de territorios. Imperialismo siglo XIX y parte del XX.

Al margen de ello y del riesgo de perder el nombre del Golfo de México, de la América Mexicana -nombre que mostró en mapas una puntillosa Claudia Sheinbaum- preocupémonos por el tema migratorio, real amenaza trumpiana, y armemos de nuevo la estructura física y material y de recursos humanos especializados, en Estados Unidos y de este lado, que apoyen a nuestros compatriotas. ¡Ya!, prescindiendo de las inutilidades ideologizadas con las que cargamos y acudiendo a los muchos expertos de primer nivel con los que cuenta México.

Preocupémonos también por el tema aranceles y la renegociación del T-MEC. Con diplomáticos y negociadores comerciales, que los tenemos de primera. Sin corset de ideologías y con patriotismo.

En otro orden de ideas, hay que tener presente lo que dicen los destacados analistas Alexander Cooley y Daniel H. Nexon de que hoy “el orden liberal, anclado en dos grandes federaciones: Estados Unidos y la Unión Europea, alberga en ellas algunas de las fuerzas más potentes del iliberalismo.” ¿Trump, MAGA y los millones de la sociedad estadounidense desinteresados en la ley y el orden y prestos a seguir a un líder golpista? ¿Los dirigentes europeos de ultraderecha o ultraizquierda, prestos a hundir a la UE?

Al lado de estos ultraderechistas -o de ultraizquierda- el año 2025 sigue padeciendo a Putin y su enfermo e incurable anti-occidentalismo, que dificulta seriamente los acuerdos con el Kremlin. Habrá que ver si Trump y la relación cordial que supuestamente mantiene con el extemporáneo zar ruso, permite concertar acuerdos razonables, sin cesiones indignas, entre Kiev y Moscú.

Lo mismo habrá que preguntarse en cuanto a la relación del Estados Unidos 2025 con China y Xi Jinping -quien, por cierto, está invitado a la toma de posesión de Trump. China y Rusia, que para muchos expertos serán parte del Eje Tripolar de potencias: Washington, Moscú, Pekín, que habrá de conformarse.

El tiempo y el espacio me impiden ocuparme de otros temas mundiales clave, como la reconfiguración del Medio Oriente: Israel, Saudi Arabia y monarquías del Golfo, ¿sin Palestina? Y “más allá”: Siria, Líbano, Turquía. La Unión Europea, sus defensores y sus enterradores. Asia, etc.

¿Y Latinoamérica? Venezuela secuestrada por Maduro y la seudo izquierda. Mientras la izquierda brasileña y colombiana critican, pero no actúan y la mexicana voltea hacia otro lado. Únicamente el chileno Boric -y probablemente el próximo mandatario, izquierdista, de Uruguay- condena el fraude de Maduro y a la mafia chavista.