Después de la Primera Guerra Mundial, cuando Estados Unidos de América (EUA) formó parte del grupo de vencedores de Alemania: Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia, y otros países aliados, la Unión Americana empezó a ser la potencia mundial que representó la esperanza de justicia, libertad y democracia para Europa, Asia y África.
De ahí la fama de la estatua de la “Libertad que ilumina el mundo” —en la isla Bedloe, ahora Liberty Island, en el río Hudson, en la Bahía de Nueva York, es el nombre original del histórico monumento, y su placa conmemorativa a la letra dice: July IV MDCCLXXVI (4 de julio de 1776) —regalo francés por la alianza de Francia con Estados Unidos durante la guerra de independencia contra los ingleses— no solo fue el obsequio que recibió del pueblo que hizo la Revolución francesa, sino el símbolo para todo mundo de los antecesores de la Carta de los Derechos Humanos.
Monumento lleno de símbolos, si Lady Liberty, otro de sus apodos, pudiera levantar su falda del vestido de cobre, se vería que su pie derecho está levantado y que ella está de pie entre grilletes y cadenas rotas, un símbolo del avance ante la tiranía y la opresión. Mensaje que todo mundo entendió en 1886 cuando los franceses hicieron el legendario obsequio.
Entonces EUA se convirtió en el ideal de todos los condenados de la Tierra. Por lo mismo, el cambio de titular del poder Ejecutivo estadounidense avivaba el fuego de la libertad. Por lo mismo, en todas partes se elevaban preces – oraciones- para que el nuevo presidente fuera un ejemplo de los gobernantes en el mundo. Había la seguridad de que su arribo al poder beneficiaría a todos. Muchos años duró esa creencia. Pero eso ya es historia, mito. Donald John Trump se encargó de cambiar esa imagen.
Ahora, al ser reelecto en la presidencia de EUA, cuando todavía no toma posesión del Despacho Oval, ya representa al coco de todos los que no comulgan con su manera de pensar y de actuar. Tanto para los gobiernos de muchos países, como para los millones de infelices inmigrantes que sueñan disfrutar del prácticamente inexistente “sueño americano”. Faltan 26 días para su asunción y ya es casi generalizado su repudio en todos los puntos cardinales.
La pregunta es: ¿cuál será su suerte dentro de un año o al término de su mandato en cuatro años más? Nadie lo sabe. De lo que casi nadie duda es que el próximo gobierno del extravagante personaje estadounidense será conflictivo no solo con México y Canadá —sus socios en el T-MEC—, sino con todos los miembros de la ONU y hasta con los de la OTAN. En muchas capitales —aquende y allende el Atlántico—, están con el Jesús en la boca. ¿Será verdad todo lo que se supone del coco neoyorquino? Lo cierto es que nadie debe subestimar a Donald Trump, no es un buen bicho. Verdad o mentira, la experiencia que dejó en sus cuatro años de gobierno —que muchos esperábamos no repitiera, pero nos equivocamos—, dice que al magnate no hay que subestimarlo en ningún tema. Es capaz de acometer casi todo lo que se dice, aunque ni él, ni nadie, sabe si es positivo o negativo. Como populista de escándalo, el magnate regresa con la espada desenvainada, dicen unos, y otros aseguran que es fanático del juego Monopoly: quiere “comprar” o “hacerse” de cualquier país como ficha de casino.
Bien lo resume Denise Dresser en su artículo “Presidente Reloaded”: “A Donald Trump hay que creerle lo que dice, y más aún montado sobre la marea roja que recorre a Estados Unidos. Una elección con resultados inesperados que ha producido lo que el presidente electo llama un “mandato”. Regresa a la Casa Blanca con más fuerza y menos constricciones, con más apoyos y menos resistencias. Empoderado y legitimado, Trump se encamina a llevar a cabo una agenda radical con implicaciones graves para el mundo, y probablemente peores para la relación bilateral. Los temas relacionados con la inmigración, la criminalidad, la economía y la frontera ocuparon un lugar central en su agenda electoral, y seguirán dominando las decisiones de su gobierno. Trump amplificó su base de apoyo, montado sobre el agravio, y gran parte del enojo transita por temas que involucran a México. Trump reloaded es un peligro para México”.
Hace cuatro años, Donald Trump salió de la capital del país como un paria. Se fue en soledad, dándole la espalda a todos dejando atrás un país exhausto y arrasado por una pandemia, y la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929. Amén de una violenta ola de protestas contra el racismo por el asesinato de George Floyd, dos impeachments y un intento por impedir el traspaso de gobierno a Joe Biden que culminó con asalto trumpista al Capitolio el 6 de enero de 2021. El comunicador neoyorquino se fue en soledad sin reconocer su derrota y sin asistir a la jura del ex vicepresidente Biden.
Un cuatrienio después, el magnate prepara su triunfal regreso, solo le falta la corona de laurel de los antiguos emperadores romanos, vindicado por su abrumadora victoria en la elección presidencial ante la vicepresidenta Kamala Harris, que resultó ser la segunda mujer derrotada por el acusado de abusos sexuales y condenado a pagar a una actriz por Stormy Daniels y a una escritora ofendida, multa que a la postre podría no cubrir porque la “justicia estadunidense” le condonó las acusaciones al ganar los comicios. Esta vez, a diferencia de 2016, el hombre de la estrafalaria cabellera y de las corbatas absurdas ganó el voto popular —primer republicano en lograrlo en dos décadas-, ganó en los siete estados pendulares que decidieron el colegio electoral y la presidencia, amplió su coalición, corrió el mapa de EUA a la derecha y dejó al Partido Demócrata sumido en la incredulidad, dividido, en busca de respuestas y dejó una nueva identidad. Y el polarizado, como nunca antes.
En su primera conferencia de prensa después de las elecciones, el ex presidente dijo: “Una de las grandes diferencias con el primer mandato es que en el primero todo el mundo se peleaba conmigo; ahora, todo el mundo quiere ser mi amigo. No sé, mi personalidad cambió o algo así”. Y la revista TIME volvió a elegirlo Personal del año. Y, Por primera vez desde 2015, logró convertirse en un político popular: más mujeres estadunidenses lo ven ahora de manera favorable que desfavorable”, según los sondeos de RealClearPolitics.
Trump presume ahora que tiene en sus manos “un mandato” del pueblo. Puede ser exagerado pero el hecho es que en su segundo periodo tiene más poder, más respaldo y más experiencia, algo que no tenía hace ocho años, decidido a “desmantelar al Estado profundo”. La administración Trump 2.0 como se dice en EUA, será más trumpista que la primera.
Todo esto apoya las expresiones de abuso. Se compromete —hasta donde lo acostumbra—, a deportar a millones de inmigrantes indocumentados (con el dedo índice señalando a México y arengando a Claudia Sheinbaum y a Justin Trudeau con los que “juega” (como si fuera Monopoly) a que sus países se conviertan en nuevos estados de la Unión Americana—; amenazando con que el Canal de Panamá volverá a ser dirigido por Washington, a lo que el presidente del país centroamericano José Raúl Mulino le respondió que Panamá “no tiene control directo o indirecto ni con China, ni con la Comunidad Europea o cualquier la potencia. Como panameño rechazo enérgicamente cualquier manifestación que tergiverse esa realidad”. Y el presidente electo contestó: “¡Ya lo veremos!”. ¡Cuánta soberbia!
Las reacciones de personajes panameños y de otros países latinoamericanos a las amenazas de Trump fueron inmediatas. Por ejemplo, Alberto Alemán, administrador del Canal entre 1996 y 2012, dijo: “Las declaraciones del presidente Trump sobre el Canal de Panamá son desafortunadas. La transferencia del Canal fue un largo proceso de lucha, sacrificios, negociaciones complejas y esfuerzos históricos”.
No era para menos, Trump afirmó que a los barcos estadounidenses se les cobran tarifas “ridículas” para cruzar por el Canal que conecta el Pacífico con el Atlántico. “Nos están engañando con el Canal de Panamá, como en todos lados”, lamentando que su país haya “regalado tontamente” el canal al gobernó de Panamá, “sobre todo, conociendo la extraordinaria generosidad que ha sido otorgada a Panamá por EUA”. Además, denunció que China y su gobierno estaba dirigiendo la vital vía marítima, lo cual es absolutamente mentira.
El 31 de diciembre de 1999, el gobierno de EUA cumplió sus promesas en el tratado firmado en 1997 por el presidente Jimmy Cárter de que Panamá recuperara su soberanía sobre el canal. Y en la versión de Trump, resulta que la devolución “no fue otorgada para el beneficio de otros, sino simplemente como una muestra de cooperación con nosotros y Panamá. Si no se siguen los principios, tanto morales como legales (sic), de este magnánimo gesto, entonces exigiremos que el Canal de Panamá nos sea devuelto en su totalidad y sin cuestionamientos”.
“No voy a tolerarlo. Así que por favor, funcionarios de Panamá, sigan las indicaciones correspondientes”, aunque no explicó cómo podría ser esto posible.
Como complemento de lo anterior, en una publicación del sábado 21 del mes de diciembre del año que acaba de terminar, en su red social Truth Social, el magnate también advirtió que no dejaría que el canal cayera en las “manos equivocadas”. En el texto advertía de la posible influencia china en el Canal, diciendo que este no debería ser administrado por Pekín.
En su publicación, el empresario de origen neoyorquino incluyó lo siguiente: “Cuando el presidente Jimmy Cárter tontamente lo regaló, por un dólar, durante su mandato, fue sólo Panamá quien lo administró, no China ni nadie más. Tampoco se le permitió a Panamá cobrar a EUA, a su Armada y a las corporaciones que han negocios dentro e nuestro país, precios y tarifas de pasaje exorbitantes. Nuestra Armada y comercio han sido tratados de una manera a muy injusta e imprudente”.
A los propósitos sobre el Canal de Panamá, se puede agregar su propósito de “comprar” Groenlandia asegurando que obtener el control del territorio autónomo danés “es necesario para EUA por razones de seguridad nacional”. O sea, por sus pistolas.
Aranceles, continuación del muro fronterizo entre México y la Unión Americana, la declaración de que los narcotraficantes mexicanos son terroristas, la Deportación de millones de indocumentados, y muchas otras “ideas” de gobierno, marcarán la pauta en el segundo mandato de Trump. O sea, el “coco anda suelto”. Muy pronto verá qué tanto era verdad, qué tanta mentira. VALE.