El evangelio atribuido a Marcos se considera como el más antiguo y que de él partieron Mateo y Lucas. Por ser el primero, es el que más interpolaciones sufrió; éstas se hicieron el con el fin de adaptarlo al dogma que finalmente terminó por prevalecer. En la Biblia de estudio Harper (Grupo Nelson, Editorial Caribe, 2011), aparece como el evangelio que más interpolaciones registra. A pesar de su brevedad, es un texto que plantea el mayor número de problemas.
“… solución que todavía mantiene la mayoría de los investigadores contemporáneos, es que Mateo y Lucas utilizaron Marcos como fuente para alguna de sus historias. No obstante Mateo y Lucas comparten cierto número de pasajes adicionales casi en su totalidad compuestos de dichos que no aparecen en Marcos, evangelio que, por tanto, no pudo ser fuente de tales pasajes. ¿De dónde proceden entonces? La teoría propone que Mateo y Lucas tomaron estos pasajes (principalmente dichos, recordemos) de otras fuentes después desaparecidas. Los expertos alemanes que concibieron esta teoría decidieron llamar a esta otra fuente simplemente Quelle, la palabra alemana para <<fuente>>, y a la que para abreviar nos referimos por lo general como Q. … La mayoría de los estudiosos considera que Q debió de escribirse hacía los años cincuenta del primer siglo de la era común, antes que los evangelios sinópticos (Marcos fue escrito diez o quince años más tarde; y Mateo y Lucas unos diez o quince años después de Marcos y de forma contemporánea a los escritos de Pablo” (Bart D. Ehrman, Cristianismos perdidos, Ares y Mares, Barcelona, 2009, ps. 95 a 97).
Marcos “es el primero de los evangelios sinópticos, compuesto por un autor anónimo, y combina una teología de la misión cristiano-helenista con las tradiciones palestinas sobre Jesús. Parte del material se configuró en el contexto de la misión gentil independente de la Ley, similar a la de Pablo.” (Heikki Räisänen, El nacimiento de las creencias cristianas, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2011, p. 98).
Un joven desnudo
Sobre el segundo evangelio existe la siguiente información:
“En otras palabras, según la carta había cuando menos tres versiones del Evangelio de Marcos disponibles en Alejandría: el evangelio original (probablemente el Marcos que hemos llegado a conocer a través del canon); un evangelio secreto, que Marcos habría compuesto para la elite espiritual; y un evangelio carpocristiano, repleto de las falsas enseñanzas del licencioso hereje. … Y algunos estudiosos, en particular el mismo Smith, han señalado que algunas de esas diferencias, especialmente hacia el final, sugieren un claro trasfondo de erotismo homosexual. Jesús conoce a un joven que lo ama y que se presenta ante él vistiendo únicamente un lienzo sobre su cuerpo desnudo, y luego pasa la noche a su lado enseñándole los misterios del Reino” (Bart D. Ehrman, ob., cit., ps 116 y 117).
El incidente anterior pudiera ser una explicación al siguiente pasaje que aún aparece en el segundo evangelio:
“Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo” (Biblia de Jerusalén, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975).
En otra versión de la Biblia se asienta: “Empero un mancebillo le seguía encubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron: Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo” (Marcos, cap. 14, vs. 51 y 52, antigua versión de Casidoro de Reina (1569) revisada por Cipriano de Valera (1602), Grand Rapids, Mich. 1975).
Respecto de ese pasaje, que evidentemente no fue censurado, surgen diferentes preguntas: ¿Qué hacía a altas horas de la noche, en Getsemaní, un hombre desnudo siguiendo a Jesús? ¿Por qué razón, en el momento más sublime de la pasión, el propio Jesús o sus los discípulos no expulsaron a ese joven que se presentaba de esa manera? Jesús, el hijo de Dios, ¿no estaba enterado de la presencia de ese joven?
Los comentaristas, para distraer la atención respecto de ese atentado contra un momento sublime, apuntan como explicación que el joven desnudo era el propio autor del evangelio. Pecan de ingenuidad. No dicen una sola palabra del por qué se hallaba desnudo.
No cabe duda de que los evangelios y las cartas fueron censurados y depurados en diversos momentos; que se eliminaron los pasajes comprometedores, o que contradecían la línea dogmática que terminó por prevalecer. Los evangelios que presentaban variantes comprometedoras fueron excluidos e, incluso, se amenazó de muerte a quienes los poseyeran.
“Con esta decisión, el concilio de Nicea creó al literalmente fantástico Jesús de la fe y adoptó la pretensión de que era una reproducción histórica y fiel. Sus acciones establecieron los criterios por los cuales se escogerían posteriormente los libros del Nuevo Testamento. El concilio de Nicea dio forma a un cristianismo con un código de creencia común. Todo aquello que fuera diferente se consideraría herejía y tendría que ser rechazado y, a ser posible, exterminado. … Los siguientes obispos de Roma, al darse cuenta del alto costo que tendría un fracaso, consolidaron el poder y ninguno lo hizo más que el papa Dámaso I (366-384), que contrató a un grupo de asesinos para que pasaran tres días masacrando a sus oponentes. Cuando Dámaso retomó el control, dominó a Roma <<sede apostólica>>; en otras palabras, era el único lugar de toda la iglesia que podía reclamar una sucesión continua de los apóstoles, de ese modo mantendrían y actuarían como herederos de su autoridad y funciones. Por supuesto, esto dejaba a Jerusalén al margen” (Michael Baigent, Las cartas privadas de Jesús, Editorial Planeta Mexicana, México, 2007, p. 115).
El texto definitivo del Nuevo Testamento, el que a través de los siglos se considera como la Palabra de Dios: verdadera, intangible y eterna, fue el que derivó de un ejercicio de selección y censura que hicieron hombres comunes y corrientes, con vista a salvaguardar sus intereses personales: los obispos, tanto de Roma como de otros lugares. El texto es una obra humana. Existe la posibilidad de que otros evangelios, calificados de apócrifos, hayan sido escritos por auténticos discípulos de Jesús y que, a pesar de ello, no estén incluidos en el canon.
La censura y la selección, como toda obra humana, no fueron del todo afortunadas, se colaron contradicciones evidentes y pasajes comprometedores.
Resurrección y ascensión al cielo
De los textos bíblicos se desprenden que el evangelio conocido como de Lucas y los Hechos de los apóstoles son obra del mismo autor (Lucas, cap. 1, v. 3 y Hechos de los apóstoles, cap. 1, v. 1). Si ello es cierto, no deja de ser grave una contradicción que existe en ambos textos. En el evangelio atribuido a Lucas (cap. 24, vs. 13, 33, 36 y 50) se desprende que ascendió al cielo el mismo día que resucitó; en cambio en los Hechos de los apóstoles se afirma que anduvo cuarenta días más en la tierra y al final ascendió al cielo (cap. 1, v. 3). (Barón D´Holbach, Historia crítica de Cristo, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2013, p. 273).