Maldito -jodidamente- loco, podría traducirse el título de los “ingeniosos, mordaces, contundentes y oportunos” comentarios de Keith Olbermann sobre Donald Trump, título que tomo prestado para este artículo. Olbermann, informo, es un destacado comentarista de noticias, de la izquierda estadounidense -o liberal, como él preferiría catalogarse- con innumerables fans -casi 4 millones de visitas en su serie web-.
Mis comentarios de este artículo no pueden obviar al personaje que tiene en vilo al mundo y que, por obvios motivos: vecindad, “geografía es destino”, migración, industria, comercio y negocios, cultura, es amenaza para México.
Hoy, a punto de concluir dos semanas del inicio de su presidencia, el neoyorkino ha inundado el escenario nacional y mundial con decretos, instrumento legal ideal del que se sirven autócratas y dictadores para saltarse la discusión del parlamento, sobre múltiples temas.
The New York Times del 25 de enero, en el artículo “Esto es lo que el presidente Trump ordenó cambiar en su primera semana”, de Michael D. Shear y la BBC, en el más reciente, titulado “What Trump has done since taking power”, de Christal Hayes & Phil McCausland, informan y comentan con amplitud sobre los decretos y órdenes ejecutivas del mandatario estadounidense: migración, clima y energía, aranceles y comercio, género y derechos transgénero, diversidad, equidad e inclusión, tecnología e inteligencia artificial, salud y ayuda internacional, fuerza de trabajo federal.
Inicio comentarios, en este revoltijo de órdenes, declaraciones, elogios, a cuál más cursi y repetitivo, insultos y agresiones, con las pretensiones de Trump de expansión territorial de Estados Unidos, muy siglo XIX casi: comprar Groenlandia, despojar a Panamá del Canal y anexar a Canadá como el Estado 51 de la Unión Americana. Por las buenas o por las malas.
Bien indiqué en mi último artículo, que es de celebrarse que los mexicanos no seamos blancos de pura cepa, con lo que nos libramos de ser el Estado 52 de nuestro vecino del norte. Ah, pero no nos libramos de la ofensa, pues Trump resolvió renombrar al Golfo de México como ¡Golfo de América! (Estados Unidos, sic).
Con ello se desvirtúa la historia, de desde inicios del siglo XVII, por lo menos, llama a ese mar Golfo de México y al continente que bordea, América Mexicana, lo que hoy es América del Norte. Pero Google, según informa The New York Times, dice que podría seguir a la Administración Trump, que ya emplea oficialmente el nombre de Golfo de América (sic). El gobierno de México hará la reclamación correspondiente.
Respecto a las pretensiones de Trump, de comprar Groenlandia, Dinamarca, reino al que pertenece la inmensa isla continente, ha manifestado, en todos los tonos que no está en venta -el rey Federico X, modificó el escudo de armas danés, incorporando de manera prominente un oso polar, símbolo de Groenlandia y un carnero, símbolo de las Islas Feroe-.
Pero el estadounidense insiste en su pretensión y sostuvo, cinco días antes del inicio de su mandato una conversación telefónica “polémica y agresiva”, con la primera ministra danesa Mette Frederiksen, que ha sonado las alarmas en la Unión Europea, fue tema de conversación -y de preocupación- en el recién celebrado Foro Económico Mundial de Davos. En la inteligencia de que Dinamarca esperaría el apoyo político y diplomático de los gobiernos de la Unión Europea y Bruselas misma. Además de las conversaciones que estaría sosteniendo con Marco Rubio, el secretario de Estado, entre otras cosas, con el fin de bajar decibeles al encontronazo de Trump con la primera ministra danesa.
Debo confesar que las primeras acciones de Marco Rubio me están sorprendiendo gratamente: lejos de revelarse como el anticastrista y anticomunista furibundo que ha sido, está dando la imagen de hábil político que, al margen de sus ideas, es capaz de negociar. Y este cubano estadounidense se apresta ya a viajar a países centroamericanos y del Caribe: Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana.
Pero sobre todo a Panamá, otra de las “presas” de la ambición absurda de Trump, pretendiendo apoderarse del Canal. Una pretensión que ya fue respondida con energía y toda amplitud por el presidente José Ramón Mulino de Panamá, que ha sido siempre un fiel aliado de Washington -la presidenta Sheinbaum y otros mandatarios expresaron su apoyo al país ístmico-.
Mientras el neoyokino lanza tal amenaza y llega a declarar, por otro lado, que no necesita las relaciones con América Latina y Brasil, y que es Latinoamérica la que necesita de Estados Unidos, la portavoz del Departamento de Estado -la oficina de Marco Rubio- dijo: “Si vamos a estar seguros, prósperos y en buena forma, tenemos que interesarnos por nuestros vecinos, y en el mundo de hoy eso es ciertamente América y Sudamérica”.
Otro tema candente -gravísimo- es el de la migración, empleado de manera escandalosa, insolente, por el presidente norteamericano y que cuenta con apoyo pleno y también escandaloso e insolente, de muchos millones de estadounidenses racistas -aunque hay, igualmente, muchos millones de nacionales de ese país, favorables a los inmigrantes y reconociendo su aportación a la economía y también a la cultura de su país. Tema, pues, taquillero, que Trump maneja como tal, con los medios: prensa, tv, redes, etc., magnificando las redadas y las expulsiones. Y, desde luego, multiplicando las violaciones a los derechos.
México, obligada víctima, por los más de 3000 kilómetros de nuestra frontera norte, los millones de inmigrantes mexicanos, legales e indocumentados, por ser país de tránsito y hasta de permanencia de inmigrantes del continente y extracontinentales, tiene que abocarse al tema. Por ahora, tratando de fortalecer la red de nuestros consulados, que padece un servicio exterior debilitado, ninguneado y suplido por incompetentes, beneficiarios de favores y cuates. Ojalá pueda reencaminarse.
Lo que, en cambio, parece estar funcionando bien y con buenos enfoques son los refugios creados para recibir a los compatriotas deportados y el planteamiento, desde el más alto nivel -la presidenta- de recibirlos, “con los brazos abiertos”. Y sin torpes, ridículas y lastimeras reacciones como la de Gustavo Petro, presidente de Colombia.
El tema, que seguirá haciendo ruido, pues da batería a Trump, presenta una deriva todavía más indeseable y peligrosa: la pretensión de que se deroguen las disposiciones que otorgan la nacionalidad a los nacidos en Estados Unidos, hijos de extranjeros indocumentados. El presidente ya firmó la orden ejecutiva, desde el primer día de su encargo.
Sin embargo, el juez federal de Seattle, John Coughenour, a instancias de cuatro estados liderados por demócratas, emitió una orden de restricción temporal que impide a la administración aplicar el mencionado decreto que el presidente republicano firmó el lunes durante su primer día en el cargo. “Es una orden descaradamente inconstitucional”, afirmó.
Otra guillotina sobre el cuello de México son los aranceles que Trump amenazó que impondría el sábado 1º de febrero. Aunque un buen número de analistas destacados afirma queel mandatario mantendrá la amenaza, sin aplicarla. Y hay también consenso entre ellos de no es momento, por ahora, de intentar negociar nada, hay que esperar -dicen. Aunque, como señalé, parece que Rubio está en “casaca” de negociador y México contaría también con el subsecretario Christopher Landau, que fue embajador en nuestro país y nos aprecia.
No está por demás, respecto al tema de los aranceles, tener presente que la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Melanie Joly, anunció su intención de proponer a México, Reino Unido y la Unión Europea. una respuesta “coordinada” a las amenazas de aranceles del presidente de Estados Unidos.
Y habría más: las organizaciones narcas, ¿calificarlas de terroristas?, la revisión del T-Mec…