La señora Sheinbaum, como presidenta de la república, ha presentado al Congreso de la Unión otra iniciativa de reformas a la Constitución Política; es la correspondiente a esta semana. Propone eliminar la reelección de los legisladores, federales, locales y de las autoridades municipales. Por otra iniciativa también propone la adopción de limitantes al nepotismo generalizado que existe.

No propone nada respecto de la no reelección del presidente de la República; la prohibición ya existe (art. 83).

La reelección presidencial es una amenaza latente; Porfirio Díaz esperó un periodo presidencial de cuatro años para volver al cargo. Le convino esperar, después se reeligió indefinidamente. Todo fue cosa de tiempo y paciencia. El periodo presidencial pasó de cuatro a seis años por reforma de 1904.

Algunos afirman que la presentación de las iniciativas y el hecho de que se aprueben es un indicativo de que la señora Sheinbaum ha comenzado a poner un sello propio a su administración. No lo veo así. Me atrevo a dudar de que ella esté adoptando una política independiente de AMLO. Éste ya había hablado de reducir el número de legisladores. En una de esas y la idea es de él y la iniciativa haya sido obra de su entonces consejera jurídica: la señora María Estela Ríos González.

La reforma que prohíbe la reelección afectará a muchos: a los dinosaurios de la política. Tendrá algo bueno: permitirá la circulación de las elites; dicho en otras palabras, por virtud de ella, se prescindirá temporalmente de parte de la actual clase política; muchos de sus miembros han sido acusados de ser corruptos y, en el mejor de los casos, de ser presupuestivoros. Su salida dará lugar a que nuevos políticos, que podrían irse a otros partidos, tengan cargos y, por qué no, se enriquezcan. Para todos hay.

En México la no reelección es como la minifalda: a veces está de moda y a veces no. Francisco I Madero promovió su movimiento armado bajo el principio de no reelección del presidente de la República. No le alcanzó la vida para verlo consignado en la Constitución. La propuso el primer jefe del Ejército Constitucionalista: Venustiano Carranza y la aceptó el Constituyente de 1917. La no reelección tenía que ver con el cargo del presidente de la República, no con los legisladores, federales y locales.

En 1927 se puso de moda ser reeleccionistas. para permitir el regreso de Álvaro Obregón; éste no pudo disfrutar de su innovación. En 1928 los revolucionarios se volvieron antirreeleccionistas. La limitante de la reelección alcanzó a los legisladores, tanto federales como locales, éstos se estaban volviendo insumisos y rebeldes (1933). Supusieron que eran parte de un poder autónomo, que debía servir de contrapeso a la voluntad presidencial.  Dado a que los legisladores habían demostrado ser sumisos y obedientes, a partir de 2018, se permitió su reelección limitada, tanto de los miembros del Congreso de la Unión, como de las legislaturas locales.

Ahora la moda es la no reelección. Esperemos a ver cuánto dura.

Hay otra iniciativa: la que limita, no prohíbe el nepotismo. Con ella van a resultar afectados los familiares de algunos caciques morenistas: AMLO, Félix Salgado Macedonio, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Martí Batres y otros.

Para algunos comentaristas lo anterior significará una pérdida de poder para AMLO; finalmente el ascendiente de que goza en Morena se debe a esos viejos priistas que están incrustados en Morena; ellos, junto con AMLO, salieron del tricolor, llevándose mañas, principios, gremios y su organización vertical. Los colores, por prohibirlo la Ley, se quedaron en su anterior querencia.

Dentro de las mañas, los morenistas se llevaron el uso y abuso de los recursos públicos, afiliación por gremios, supuesta ideología nacionalista y hasta con tintes socialistas.

No son nacionalistas; tampoco socialistas. A lo sumo son oportunistas y corruptos. Consideran que ser nacionalista, es decir: de los mexicanos nadie se burla; México es un país soberano; no al maíz transgénico; o voy a defender la soberanía nacional. Y, en cambio, bajo el disfraz de ser instructores, permite la presencia de miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América, se espíe en el territorio nacional o se reciben órdenes del presidente de los Estados Unidos de América de movilizar tropas a la frontera, para sellarla e impedir el paso de inmigrantes y de drogas.

No es socialismo el repartir entre los mayores de edad o inválidos, con fines electorales, los fondos públicos, prometer la construcción de un millón de casas con fondos del INFONAVIT, prometer cambios en la tenencia de la propiedad inmobiliaria en la Ciudad de México o dilapidar, sin control y de manera irresponsable, los recursos públicos.

Los sedicentes izquierdistas que están incrustados en Morena tienen mala suerte: agandallaron el poder total y, por ello, la posibilidad teórica de imponer el modelo económico/político acorde con sus principios, en el momento menos propicio: cuando Donald Trump volvió a la presidencia de los Estados Unidos de América; él no admite ninguna disidencia ideológica, so pena de aranceles y de alardes de poderío naval y aéreo. Por más que quieran, en cuanto a su modelo izquierdista, tendrán que esperar a que salga Trump como presidente de la nación del Norte y que quienes lo substituyan nos permitan experimentar con otro modelo económico.

Los morenistas hasta este momento han hecho y desecho con las instituciones públicas, pero llegará el momento en que el señor Trump sea informado de las novedades “izquierdistas” que están procurando los morenos; en ese momento volverá a su cantaleta de siempre: un arancel del 25% sobre todo lo que provenga de México, mientras tanto no se establezca el modelo político y económico que a él le convenga y hasta le agrade.

Tenía razón el presidente Lázaro Cárdenas: México puede ser socialista un minuto o un día después de que lo sean los Estados Unidos de América, pero no un minuto o un día antes. Los sedicentes izquierdistas, so pena de una intervención armada, tendrán que controlar sus ansias de novillero y esperar los cambios en la nación del norte, tal como lo aconsejaba el gran patricio.