Los Universitarios hablan es un espacio abierto a la comunidad estudiantil, la que cursa la licenciatura en las instituciones de educación superior; inicialmente las que funcionan en la Ciudad de México. Pretende ser un espacio en el que maestros y alumnos opinen libre y responsablemente sobre temas de actualidad.

En esta entrega participan alumnos de la Escuela Libre de Derecho y  de la Universidad Autónoma Metropolitana. Dan su visión respecto de un tema específico y actual: Política migratoria y órdenes ejecutivas de Donald Trump.

Elisur Arteaga Nava

 

 

Con Trump guerra de poder

Por Michelle Nava Ruiz, UAM

Donald Trump arranca su segundo mandato con una avalancha de órdenes ejecutivas cuyo propósito es ampliar su poder y deshacerse de todo lo ejecutado por administraciones pasadas. Su política puede analizarse desde varias aristas, porque con sus decisiones, se trastoca la relación con otras naciones, son totalmente regresivas generando una franca violación a derechos humanos, y a nivel interno se está excediendo en el uso de sus facultades, mostrando con ello un lado bastante autoritario.

Ahora bien, México figura en la lista negra. Por ahora han sido tres bombas las que le han explotado al país: narcotráfico, aranceles y migración.

Respecto al narcotráfico, se le acusa al gobierno de ser aliado. ¿Nos sorprende? Para nada. Es sabido que existe un pacto por parte de esta administración con el narcotráfico como táctica para calmar las aguas y evitar el derramamiento de más sangre. Pero no sólo se nos acusa de eso, sino del paso a tierras gringas del fentanilo. ¿Y cómo respondimos? Muy al estilo molotov, pues al final del día ellos son quienes nos consumen. Adicionalmente, Trump firmó una directiva que designa como organizaciones terroristas extranjeras a los cárteles de droga y bandas criminales transnacionales.

Sobre los aranceles, hasta hace unos días nos amagó con imponer el 25 por ciento sobre nuestras importaciones. Claudia Sheinbaum replicó de una manera tajante y segura, con lo que, a través del diálogo, logró frenar por un mes la medida. Hay quienes consideran que nuestra mandataria se terminó doblegando, y hay quienes creen que fue una forma inteligente de sobrellevar la situación. A cambio de posponer estos aranceles, nos comprometimos a proteger la frontera con diez mil elementos de la Guardia Nacional. Sin embargo, Trump no es de fiar. Cual perro traicionero, argumenta que, dado que México no ha hecho lo “suficiente” para resolver el tema del fentanilo, ahora habrá aranceles del 25 por ciento sobre aluminio y acero.

En cuanto a temas migratorios, ordenó sellar las fronteras, reanudar la construcción del muro e implementar la política “Quédate en México”, consistente en devolver a unos 70,000 solicitantes de asilo que no son mexicanos, a nuestro territorio.

Por ahora México ha cumplido con su palabra, y como señaló la Presidenta, habrá que ver si verdaderamente implementa estos aranceles en aluminio y acero. Será interesante saber cuál será el plan en caso de que, en efecto, lo haga y rompa con su propio acuerdo.

La estrategia de Trump en ese sentido es bastante clara, el problema son las formas. Lo más acertado era colaborar con el resto de los países, principalmente con quienes ya tiene acuerdos y tratados celebrados, y generar políticas públicas que permitan arreglar toda problemática.

También resulta cuestionable si a largo plazo traerá algún beneficio. Es decir, la ofensiva de aranceles ha sido una manera de amagar al país para obligarnos a controlar el flujo de más migrantes y del fentanilo. No son cosas que se resuelvan de la noche a la mañana, sin embargo, aunque México haga algo al respecto, para Estados Unidos nunca será suficiente. ¿Porqué? Porque amenazar al contrario con aranceles ha sido la herramienta perfecta para lograr todo lo que quiere.

Pero, aunque con ello se obtenga un beneficio a corto plazo, a largo plazo sí que habrá consecuencias. Economistas han señalado que el imponer aranceles, aumentará el precio en los productos que se consumen en Estados Unidos, se elevarán los costos de producción y ello desembocará en una inflación autoinfligida.

Y otra consecuencia muy peligrosa, es que otras potencias como China, puedan responder igual o de peor forma, desatando la famosa guerra comercial y reforzando un realineamiento de fuerzas que terminan favoreciendo a sus enemigos, como Rusia.

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Criminalización y odio: El legado de Trump en la política migratoria

 Por Jacobo Linares Castellanos, ELD

 El fenómeno de la migración internacional crece día con día debido a que las personas en países en situación de crisis buscan mejores oportunidades y condiciones de vida en Estados desarrollados como los Estados Unidos de América.

En este sentido, ha habido preocupación, en el ámbito internacional, por proteger los derechos humanos de los migrantes, para lo cual se han desarrollado distintos instrumentos internacionales.

El problema es que a pesar de la existencia de numerosos tratados que protegen los derechos humanos de los migrantes, su eficacia se ha visto mermada porque siguen existiendo leyes y políticas discriminatorias en contra de este grupo de personas. Dicho fenómeno se puede ver claramente en Estados Unidos puesto que Trump ha criminalizado a la migración ilegal por considerarla una amenaza para la ley y el orden, al bienestar económico de los trabajadores de los Estados Unidos y a los sistemas de seguridad social (salud y seguridad, principalmente), generando una política restrictiva de la migración indocumentada.

No es novedad que los Estados Unidos tenga una política restrictiva en contra de la migración indocumentada, asociándola siempre con medidas de seguridad. La cuestión aquí es que las autoridades americanas, en la elaboración de su política restrictiva, adoptan decisiones unilaterales, sin tener en consideración las relaciones bilaterales y multilaterales, dejando de lado los derechos humanos que son inherentes a los migrantes, aun siendo indocumentados. Estos derechos, por mencionar algunos, son los siguientes: derecho a la igualdad y no discriminación, derecho a la libertad, derecho de residencia y circulación, derecho de acceso a la justicia, derecho de acceso efectivo a la asistencia consular, derechos laborales, derecho a no ser torturados, derecho a la reunificación familiar, entre otros.

En este orden de ideas, los Estados Unidos han optado por construir muros fronterizos, militarizar las fronteras e incluso generar discursos de odio y xenófobos en contra de los migrantes, aumentando los peligros a los que están expuestos este grupo de personas.

Lo anterior no es novedoso, pero destaca mucho lo extremista que puede llegar a ser la política migratoria de los Estados Unidos, puesto que, si sumamos la violación a derechos humanos, la criminalización de la migración ilegal y la generación de odio hacia los migrantes, derivado de los discursos de Trump, es inevitable pensar en las terribles consecuencias que se podrían generar y que se han generado. Estos efectos negativos van desde los riesgos de abuso de autoridad a ejecuciones extrajudiciales por partes de las fuerzas militares. Un ejemplo de lo anterior es el caso de Anastasio Hernández Rojas, migrante mexicano, que fue detenido, torturado y ejecutado en 2010 por agentes de la patrulla fronteriza.

Inclusive, el discurso de odio de Trump podría incitar ataques de odio y los estadounidenses podrían sentirse autorizados para detener migrantes, o peor aún, ante el problema de uso de armas de fuego en ese país, cualquier estadounidense podría incurrir en actos ilegales y atentar contra la vida de los migrantes, lo que generaría responsabilidad internacional para los Estados Unidos, pero parece no importar en ese país.

Claro está que la política migratoria involucra presionar a México para que responda a las exigencias de los Estados Unidos y esto se puede ver en la amenaza de aumentos de los aranceles. Además, no solo habría violaciones a derechos humanos en nuestro vecino del norte, sino también en nuestro territorio nacional.

En este escenario desalentador, garantizar la independencia de los órganos jurisdiccionales respecto a los poderes políticos y fácticos será fundamental, tanto en los Estados Unidos como en México, pues serán los tribunales quienes podrán ejercer control y poner límites a las políticas migratorias extremistas.