En Otro Canal
La dirigente nacional de Morena, Luis María Alcalde, y el secretario de organización del mismo partido, Andrés Manuel López Beltrán, anunciaron recientemente que llevarían a cabo jornadas de afiliación. La meta es contar con un padrón de 10 millones de militantes este 2025.
En 2016, el PRI contaba con 9 millones 991 mil 310 afiliados a su padrón de militantes, la cifra más alta en lo que llevamos del siglo y sin considerar que en década anteriores integrantes del propio gobierno, sindicatos y otros organismos eran afiliados incluso sin su conocimiento al entonces partido oficial.
Hoy el PRI cuenta con un millón 411 mil 889 militantes de acuerdo a datos del INE con base en los informes de los propios partidos.
Morena, por su parte, en su primer año de vida –2015– contaba con un padrón de 496 mil 728 integrantes, y para 2024 tiene a 2 millones 322 mil 136 militantes registrados, es decir, le faltan poco menos de 8 millones de afiliaciones más para cumplir con el objetivo marcado por su dirigencia nacional.
Más allá de las cantidades de militantes por inscribir en el padrón morenista, vale la pena revisar quienes están siendo afiliados.
Una imagen que circuló en redes sociales el pasado 18 de febrero, muestra a senadores que lucen orgullosos en la semana de afiliación morenista, destacando tres casos: Alejandro Murat, expriísta, Cynthia López Castro, expriísta, y Miguel Ángel Yunes Márquez, expanista.
El exgobernador de Oaxaca fue señalado por López Obrador como parte de una “monarquía” estatal corrupta; López Castro denunció al expresidente López Obrador como alguien que engañó al país e incluso criticó a sus hijos; y el exalcalde de Boca del Río –su esposa es ahora la alcaldesa y ejemplo del nepotismo que busca prohibir en la Constitución la presidenta Sheinbaum–, es parte de una familia que se enfrentó con el expresidente, llegando a los insultos en varias ocasiones.
Estos tres personajes han presumido sus fotos recibiendo sus credenciales como militantes de Morena de manos del secretario de Organización de dicho partido.
Y podríamos dar más nombres de expanistas y expriístas que ahora son parte del padrón morenista, algo que parece no impedir que los antes señalados como corruptos, ahora sean aceptados y hasta con los brazos abiertos.
Pero también debemos reflexionar acerca de lo que esto significa para los militantes morenistas que están en este esfuerzo desde el inicio, cuando no ganaban elecciones y había que construir todo.
Quienes votaron en Veracruz prefiriendo a los candidatos morenistas para impedir que los Yunes siguieran participando en política, conociendo lo que hicieron en su paso por la gubernatura o municipios como Boca del Río o Veracruz, ¿estarán contentos con esta nueva afiliación?
Los votantes que prefirieron depositar su sufragio por este partido en Oaxaca como una forma de rechazo a la familia Murat y todo lo que se dijo de ellos sobre las irregularidades cometidas, ¿estarán conformes con su ingreso al padrón de militantes de Morena?
Y que pensaran aquellos morenistas que en redes sociales publicaban mensajes en los que señalaban al PRIAN como responsable de todos los males que hay en el país con estos nuevos militantes de Morena.
Aquí podemos regresar al inicio y preguntarnos por qué buscan afiliar a 10 millones de ciudadanos en Morena, si estas cantidades fueron un rasgo distintivo del priismo en su época de partido hegemónico, un modelo que parece ser el que buscan seguir.
Alfonso Cepeda, dirigente del SNTE, en el marco de la jornada de afiliación informó que buscará que 1.5 millones de docentes y sus familias militen formalmente en Morena; algo similar están haciendo algunos sindicatos que anteriormente estaban en el PRI.
Puede ser un esfuerzo más con sentido propagandista –presumir ser el partido con el padrón más grande del país–, pero olvidando que cantidad no es igual que calidad, pues siempre que se revise el listado saldrán los nombres de los anteriores militantes del PRIAN y el número de éstos será motivo de nuevas críticas.
Hay otros casos que también llaman la atención, como es el de Gerardo Fernández Noroña, actual presidente del Senado, quien desde 2009 fue apoyado por el PT, incluso llegó a la Cámara Alta mediante dicho partido al que ahora da la espalda para afiliarse a Morena.
En varios estados del país, los presidentes estatales de Morena han pedido a los legisladores locales electos que se afilien a su partido, pues hubo muchas candidaturas que se llenaron con militantes de otros partidos que cambiaban de fuerza política por alguna desavenencia, claro que viniendo del supuestamente odiado PRIAN.
Así que Morena busca, por un lado, conformar el padrón electoral más grande del país, aunque por otro, es evidente que buscan afiliar a políticos que vienen de otros partidos sin importar las críticas que esto implica; esto último será motivo de confrontaciones internas o de la formación de grupos al interior del actual partido oficial, de manera similar a lo que sucedió en el PRD con sus tribus.
Y es que tener un partido que lo mismo cuenta con expriístas, experredistas, expanistas y exmilitantes de otros institutos políticos representa un reto para acordar ciertas decisiones o estrategias políticas, además del choque que habrá por la cantidad de interese involucrados en un movimiento político que, ante la ausencia de López Obrador, no tendrá un árbitro con el peso político suficiente para evitar que estos temas se conviertan en divisiones internas.
Se trata de un tema que podría empezar a mostrar un declive anticipado de un partido que, por la conformación de su militancia, asemeja más al personaje de la novela Frankenstein que a un verdadero movimiento político que busque la transformación del país.
Los escándalos de corrupción o el rechazo que sufren muchos de los gobernantes morenistas –ahí está Rocha Moya como botón de muestra– es parte de esta situación que vive el morenismo actualmente.
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