La impresionante filmografía de Francis Ford Coppola (fecha y lugar de nacimiento: 7 de abril de 1939, Detroit, Michigan, United States of América) se compone de varias obras maestras. Destacan géneros tales como cine de crímenes, gánsteres y policíaco, cine de drama (incluido el histórico), cine de terror (psicológico, sobrenatural, gótico y slasher: subgénero de terror caracterizado por incluir relatos modelo consistentes en la persecución de jóvenes por un asesino), cine bélico (drama de guerra e histórico), cine de suspenso (incluido el psicológico), cine fantástico y de ciencia ficción, cine de acción, cine épico, cine de aventuras. cine romántico e incluso cine musical.

He tenido la suerte de ver varias obras maestras de Coppola (¿qué buen cinéfilo no?): The Godfather I, The Conversation, The Godfather II, Apocalypse Now, Rumble Fish, Cotton Club, Tucker: The Man and his Dream, The Godfather III, Bram Stoker´s Dracula, Tetro y Megalopolis: A Fable. ¿Cuáles más de sensacionales?

Mi predilección por Rumble Fish, un drama juvenil fuera de serie, con Matt Dillon, Mickey Rourke y Diane Lane, adaptación de la novela homónima de Susan E. Hinton, con quien Coppola escribió el guión, fotografiada magistralmente, en blanco negro, por Stephan H. Burum y enigmática música de Stewart Copeland y Stan Ridgway, se debe a las imágenes de antología en que el imaginario transcurrir fantástico del tiempo, enmarca la historia de dos jóvenes hermanos rebeldes, viviendo su vida de manera existencialista, romántica y desesperada, en busca de su identidad.

La escena de los peces cautivos en la pecera, de una belleza estética significativa (única en color), le da sentido simbólico a la historia. Se dice que Coppola, con tan personal película, le rindió culto a Orson Welles y su película Sombras del mal (Touch of Evil. Estados Unidos, 1958). Coppola incluye el tema recurrente del paso del tiempo, muy esencial en toda la obra completa.

He aquí el argumento: “Rusty James (Matt Dillon), es un adolescente cuyo prestigio en las calles del barrio en que vive ha crecido bajo la sombra de la legendaria reputación de su hermano mayor, el enigmático y carismático ‘Chico de la Moto’ (Mickey Rourke). Rusty James sueña con ser como su hermano y volver a la época en donde las pandillas lo eran todo y donde el ‘Chico de la Moto’ reinaba.

Después de dos meses de ausencia, el ‘Chico de la Moto’ regresa. Luego de revelar algunos secretos familiares sobre su madre, los hermanos deciden cambiar sus vidas para siempre o morir en el intento”.

Megalópolis (Megalopolis; A Fable, Estados Unidos, 2024), con Adam Driver y Nathalie Emmanuel es una fascinante incursión retro-ciencia ficcional que recurre a varios géneros cinematográficos, incluido el drama, sobre el capitalismo, en una ciudad del futuro, parodiando a la antigua Roma Imperial, con todas las caleidoscópicas imágenes cultivadas por el realizador y perfeccionadas hasta el delirio, desde su obra maestra La ley de la calle (Rumble Fish, Estados Unidos, 1983).

Coopola vuelve a reflexionar sobre el tiempo y su posible detención. Se trata de  “una fábula” idealista de Coppola sobre la detención del tiempo y su  retroceso para cambiar el devenir y darle un sentido “humanista” (nada que ver con el “humanismo populista”) al Imperio del capitalismo e invitar al todo el mundo, “al puebo”, a construir una ciudad utópica, en la que el poder económico humanizado salve a la sociedad del apocalipsis. Algo así como la ciudad del futuro en la peícula Metrópolis (Alemania, 1927) de Fritz Lang, aquella expresionista metáfora de ciencia ficción en la que la inteligencia artificial ha sido inventada, para hacer el mal. Lo cierto es que Coppola la hizo sin saber que Donald Trump ganaría la presidencia de los Estados Unidos.

He aquí el argumento: “En Nueva York, en un futuro con mucha tecnología y una sociedad estable, César Catilina (Adam Driver) presenta un proyecto para renovar la ciudad, que ha quedado destruida después de un desastre devastador. Una mujer, Julia Cicero (Nathalie Emmanuel), se divide entre la lealtad su padre, el alcalde Cicero, enemigo público de César Catilina, que tiene una visión clásica de la sociedad, y César, más progresista y más interesado en el futuro”.