Un concierto de Los Alegres del Barranco en Guadalajara, donde se proyectaron imágenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, representa un ejemplo reciente de cómo algunos eventos culturales o musicales han sido utilizados para rendir homenaje a figuras vinculadas al crimen organizado en México.

Se trata de una muestra de lo que podríamos llamar “narcocultura” y que empieza a convertirse en un fenómeno preocupante que exhibe que las causas que dan sustento al narcotráfico no se han atacado suficientemente y que hay personas que ven esta actividad como algo a lo que se puede aspirar.

También tiene un impacto en la normalización de la violencia y el narcotráfico.

 

Narcocultura de gira

En la relación de estas muestras de lo que llamamos “narcocultura”, tenemos los conciertos con narco-corridos con vínculos con el crimen organizado.

El Grupo musical Los Tigres del Norte, reconocido por su larga trayectoria y canciones que narran historias del narcotráfico, en algunos de sus conciertos han sido objeto de controversia debido a la presencia de simpatizantes de cárteles o la proyección de mensajes relacionados con el crimen organizado.

Los eventos de corridos tumbados en estados como Sinaloa, Michoacán y Tamaulipas, se han realizados con artistas emergentes como Peso Pluma o Natanael Cano, donde se han observado banderas o símbolos asociados a grupos delictivos. Estos eventos a menudo son promovidos en redes sociales con contenido que exalta la figura de líderes criminales.

También tenemos que mencionar los homenajes en fiestas patronales y eventos locales, como en Michoacán en donde en algunas comunidades rurales de la entidad, durante dichas celebraciones, han organizado eventos musicales donde se han exhibido mantas, pancartas o incluso altares dedicados a líderes de cárteles locales, como Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”.

También hay que agregar el altar en honor a “El Chapo” Guzmán en 2022, durante una feria regional en Badiraguato, Sinaloa (lugar de origen de líder del Cártel de Sinaloa), con fotografías y frases alusivas al capo, lo que generó críticas por parte de autoridades y organizaciones civiles.

Otra muestra de este fenómeno se aprecia en desfiles y eventos deportivos con referencias al narco como el que tuvo lugar en Culiacán en 2021, en el cual se observaron camionetas con cártel grabado en los cristales y personas portando playeras con imágenes de “El Chapo”. Este tipo de manifestaciones públicas ha sido interpretado como una forma de desafiar a las autoridades y mostrar lealtad a figuras del crimen organizado.

El deporte no podría faltar en esta relación, pues hemos conocido de partidos de fútbol amateur en estados como Guerrero y Jalisco, en los que se han identificado equipos patrocinados por cárteles, con uniformes que incluyen logotipos o nombres relacionados con grupos delictivos.

A lo anterior se añade el uso de redes sociales para promover eventos con vínculos al narco, como ha sido el caso de las transmisiones en vivo en plataformas como Facebook, TikTok e Instagram, en las que se han difundido eventos musicales o sociales donde se muestran imágenes, videos o mensajes en honor a líderes de cárteles. Por ejemplo, en 2023, circuló un video de una fiesta privada en Tamaulipas donde se proyectaban imágenes de Miguel Ángel Treviño Morales, alias “Z-40”, exlíder del Cártel del Golfo.

No podía falta la promoción de corridos personalizados que algunos artistas de corridos regionales –contratados para componer canciones dedicadas a líderes del crimen organizado–, dados a conocer en redes sociales y presentadas en eventos privados.

Las fotografías que se difunden en el espacio digital en las cuales se puede apreciar armas personalizadas con piedras y metales preciosos, y el nombre de algún líder de ciertos cárteles, también pueden considerarse como parte de este fenómeno, al grado de que hay museos en el país en los que se exhiben estos artículos que atraen el interés de los ciudadanos.

Lo que se puede concluir –inicialmente– de este tema es que lo aquí expuesto refleja la compleja relación entre la sociedad mexicana y el crimen organizado, donde algunos sectores normalizan o incluso glorifican a figuras del narcotráfico. Las autoridades han intentado regular estos actos, argumentando que pueden incentivar la violencia o erosionar el tejido social. Sin embargo, la falta de oportunidades económicas y la influencia cultural del narco en algunas regiones dificultan erradicar estas prácticas.

También nos muestran que lo dicho el sexenio pasado de que se atacaban las causas de este fenómeno mediante los programas sociales no tuvo efectos positivos o fueron insuficientes, pues lo que vemos es que los cárteles cuentan con una cantera de jóvenes dispuestos a enrolarse en estos grupos –cuando no son obligados con amenazas o engaños al buscar empleo atraído por promesas falsas–, mostrando que en algunos sectores sociales existe un atractivo para formar parte del crimen organizado.

La lucha que nuestro país debe dar para acabar con el narcotráfico, como lo muestra lo aquí comentado, será una batalla en múltiples frentes que incluyen no sólo el tema de la seguridad pública o lo financiero sino también lo educativo y cultural.

Es importante destacar que estos homenajes no solo son un problema de seguridad pública, sino también un desafío para la construcción de una cultura de paz y legalidad en México.

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