Carretera perdida o Por el lado oscuro del camino (Lost Highway, Estados Unidos-Francia, 1997) de David Lynch (20 de enero de 1946, Missoula, Montana, Estados Unidos-16 de enero de 2025, Los Ángeles, California, Estados Unidos), con Billy Pullman (Fred Madison), Patricia Arquette (Renee Madison / Alice Wakefield), Balthazar Getty (Pete Dayton), Robert Blake (Mystery Man), Robert Loggia (Mr. Eddy / Dick Laurent).

Fred escucha por el interfono un mensaje: “Laurent ha muerto”. Se asoma para saber quien le dio el mensaje y no ve a nadie. Trabaja en las noches tocando saxofón en un club nocturno. Esa noche su esposa Renee le pide que la disculpe porque se siente mal y prefiere quedarse a leer. Lo vemos tocar, frenéticamente, Jazz y, luego. llamarla por teléfono. Ella no contesta. Al llegar a su casa, la ve profundamente dormida. A la mañana siguiente, ella recoje un paquete que contiene un videocasete con grabación de la parte externa de su casa. Posteriormente, reciben un nuevo video, con grabaciones de ellos en la intimidad y una asesinato…

El comienzo de esta película de culto, del recientemente desaparecido realizador David Lynch, es el inicio de una pesadilla bipolar sugerida (quizá Fred es Pete y ambos padecen confusiones mentales), tengo que decirlo, o algo que se le pareciere, en téminos psiquiátricos, en la que los desdoblamientos de la identidad de los pesonajes (Patricia Arquette interpreta a Renee, esposa de Fred, y a Alice, amante de Pete, y Robert Loggia, interpreta a Mr. Eddy, un mafioso psicópata, y a un tal Laurent, productor de películas porno).

El comienzo de esta película clave en la historia del cine, es el inicio de una pesadilla, habitada por un extraño y espeluznante Misterioso Hombre (interpretado por Robert Blake). Las deducciones críticas salen sobrando, porque el estilo narrativo, no lineal, de David Lynch, es desconcertante: las combinaciones de cine negro, dadaísmo, surrealismo, expresionismo abstracto y erotismo, dan a esta obra maestra un contenido misterioso y terrorífico. La composición formal (basada en el montaje, la fotografía y la música) acentúan este microuniverso de locura, enlazado por cierto toque se humor, de cacelarios y detectives, que relaja un poco la tensión, sentida a lo largo de la historia, porque en esta película, como en toda la obra completa de David Lynch, lo absurdo conduce al onirismo fantástico.

 

Armand. Una acusación peligrosa (Armand, Noruega-Países Bajos-Alemania-Suecia), 2024) de Halfdan Ullmann Tondel (1990, Oslo, Noruega)

Armand, niño de seis años a quien solo lo vemos una vez, en toda la trama, tocando el violonchello, observado por  su madre, es acusado de violación y violencia sobre uno de sus condiscípulos, por los padres de éste. Al principio vemos a la bella madre de Armand (interpretada magistralmente por Renate Reinsve), dedicada a la actuación, enviándole mensajes, mientras maneja rumbo a la cita donde se le dará la noticia. Ella tiene, en la junta, un ataque de risa histérica, ante lo que parece evidente. El realizador, nieto de Liv Ulmann e Ingmar Bergman, juega al cine bergmaniano, en el que la introspección psicológica descubre relaciones oscuras entre adultos, más que la falta o no cometida por el niño, y que salen a la luz de manera vergonzosa. Las familias disfuncionales viven ocultas entre nosotros.

 

La inmensidad (L´immensitá, Francia- Italia, 2022) de Emanuele Crialese (27 de mayo de 1965, Roma, Italia), con Penélope Cruz.

Otra de familias disfuncionales a la italiana, con sufriente madre (Penélope Cruz), castrante padre machote e hija puber, que se siente niño. Lo interesante es que el realizador plantea, según se sabe, una autobiografía, en función de sus recuerdos y deseos. La historia se encuentra alejada, pero muy alejada, de su Nuovomondo (Italia 2006), de gratos recuerdos, que narra la historia de una familia de imnigrantes sicilianos.

 

Lenguaje universal (Une langue universelle, Canadá, 2024) de Matthew Rankin.

Matthew Rankin (5 de agosto de 1980, Winnipeg, Manitoba, Canadá) intenta divertirnos con un frío humor absurdo, recurriendo a personajes que viven, indistintamente, en Winnipeg, Canadá, y en Teherán, Irán. Hay que tener paciencia para soportar este intento de divertimento, sin pies ni cabeza (eso digo yo), enmedio de la nieve y otros lugares congelantes. Si la intención del realizador, quien también se representa en el relato, es hacernos reflexionar sobre el choque de dos cultura o identidades, para fusionarse, se le agradece, porque, supuestamente, se habla persa, más que inglés o francés, en Canadá.

Lo mejor de la Muestra: Carretera perdida, Bird, Black dog y No nos moverán.