En memoria de Pepe Mujica,
latinoamericano ejemplar
Me proponía dar en esta nuestra revista del domingo pasado, la primicia de la elección del papa León XIV, pero el mundo virtual me jugó una mala pasada y desapareció mi artículo. Sin embargo, hoy vuelvo al tema, ya desactualizado en algunos aspectos, pero novedoso en otros. Ojalá resulte interesante.
“El Poder y la Gloria”, que titula, en parte, mi artículo, es también título de la famosa novela de Graham Greene sobre un sacerdote en el Tabasco de las postrimerías de la guerra cristera -años veinte del siglo pasado-. El título alude asimismo a la oración del Padre Nuestro: «Tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos, amén». Y me ha parecido ilustrativo de la relación que tendrá que darse entre dos estadounidenses, Donald Trump y Robert Francis Prevost: ¿el Poder y la Gloria?
El candidato oculto
Quisiera, en primer lugar, recordar a los lectores que el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, si bien un prelado destacado, aparecía muy poco como candidato a los ojos de los poco entendidos en el tema. Se hablaba, más bien, del cardenal filipino Luis Antonio Tagle, del ala izquierda, “progresista”; del húngaro Péter Erdö, sólido en la doctrina, conservador; y del italiano Pietro Parolin, entre los centristas o moderados. También se comentaban, como muy enérgicos y hasta agresivos, los planteamientos de cardenales de África Negra: Se exhumó, por ejemplo, un pronunciamiento de 2024, cuando un grupo de cardenales africanos, liderados por el cardenal Fridolin Ambongo de la República Democrática del Congo, publicó una carta en la que expresaban su desacuerdo con la postura del Papa Francisco sobre la bendición de parejas del mismo sexo. Los cardenales argumentaron que la bendición de estas uniones era contraria a la doctrina católica tradicional y a la voluntad de Dios.
Lo cierto es que las conversaciones, intrigas y arreglos que tuvieron lugar en los pocos días –¿horas?– del Cónclave, tuvieron que ser muy interesantes. Desde luego, nada que ver con la película de ese nombre, muy interesante e impactante en su inicio y la mayor parte de su desarrollo, pero que terminó en un execrable churro.
Y, de vuelta a los sucesos reales de la elección de León XIV, es de recordarse que él y cualquier cardenal estadounidense cargaban con el impedimento de ser nacionales del país más poderoso del globo y la diplomacia vaticana no deseaba arriesgar que el jefe de la Iglesia enfrentara el dilema “del Poder o la Gloria”, Washington o el Vaticano. De suerte que había sido regla no elegir prelados de esa nacionalidad.
Sin embargo, el Vaticano -cardenales, consejeros políticos, factores reales de poder, sabiduría -y astucia- milenaria, resolvió apoyar y “armar” al cardenal Prevost para optar por el papado. El “candidato oculto con más opciones, que… no despierta antipatías en ningún sector, no ha dado una sola entrevista y mantiene un perfil muy bajo. De 69 años, carácter tranquilo y humilde, es de los pocos a los que Francisco señaló de alguna manera, al nombrarle por sorpresa en 2023 jefe del potente dicasterio para los obispos, un cargo en el que ha tenido contacto con todos los continentes. Tiene mucha experiencia tanto pastoral como de gobierno, pues ha sido superior de los agustinos, la orden a la que pertenece, y conoce la Curia”.
Se hacía notar, por otro lado, que Prevost podría romper ese tabú que impedía a los obispos estadounidenses optar por la Cátedra de San Pedro, porque ha sido un mediador entre los obispos de su país, que es escenario de la más fuerte división ideológica y polarización. Yo he subrayado al respecto el “virtuosismo florentino” de la diplomacia vaticana eligiendo a un hábil prelado estadounidense para lidiar con Trump -y con el vicepresidente JD Vance, católico de última hora, que manipula a San Agustín para justificar la expulsión de inmigrantes. Los serios analistas vaticanos, sin menospreciar reflexiones como la mía, son pragmáticos y subrayan que una buena relación con Trump y su gobierno, podría “hacer regresar las donaciones de Estados Unidos a las maltrechas arcas vaticanas”.
Hay que añadir a las cualidades del cardenal Prevost que justifican su elección al Pontificado, las de sus raíces familiares multiétnicas: franco italianas, quizá españolas y, con toda certeza, “creoles” -vale decir africanas, vinculadas a Haití, Santo Domingo y la Louisiana. Tal riqueza étnica se completa con sus profundos vínculos latinoamericanos a través de varias décadas como misionero y más tarde obispo, en Perú, que le otorgó la nacionalidad.
La imagen que da León XIV ante el mundo, Estados Unidos y el Vaticano, lejos de ser la de un estadounidense, es la de un pontífice internacional. Su lengua de comunicación ha sido el italiano y eventualmente el español -ambas, al igual que el francés, y por supuesto el inglés, que casi no ha utilizado, las habla fluidamente.
Elegir como nombre el de León XIV se debe a su veneración a León XIII, con cuya encíclica Rerum Novarum concientizó a la Iglesia católica sobre los problemas sociales y la dignidad de los trabajadores, que solo parecían ser preocupación del marxismo y los movimientos comunistas. Hubo también, por cierto, otro papa, León I, el Grande, que convenció a Atila de no invadir Italia.

Retos del Papado de León XIV
León XIV se define más como un papa internacional que de Estados Unidos, y tiene un discurso muy crítico con las políticas migratorias de Trump. Por lo pronto, ha sido más enfático que el papa Francisco en condenar la guerra de Ucrania y es de esperarse también que tenga juicios enérgicos sobre la grave situación y crímenes de Estado en Gaza y Cisjordania.
Quiero suponer que el pontífice avanzará, con prudencia, pero sin renunciar, a terminar con el celibato sacerdotal obligatorio, implantar la ordenación sacerdotal de mujeres, la liberalización del aborto, el matrimonio y la ordenación sacerdotal de homosexuales, etc. Y, ¡por supuesto! Continuará defendiendo a los migrantes.
Por lo pronto, tendrá que enfrentar a la extrema derecha MAGA (Make America Great Again) católica, que, desde el Partido Republicano lo acusa de pontífice espurio, beneficiario de una elección trucada -como la que arrebató en 2020 la presidencia a Trump, protestan. Tan violentas declaraciones provienen -entre otros- de Steve Bannon, consejero de Trump, caído en desgracia, pero que, aparentemente perdonado, es ahora una suerte de talibán, defensor de MAGA.
Bannon, vinculado a los partidos de ultraderecha coaligados en el parlamento de la Unión Europea como Patriotas por Europa, declaró al diario italiano Corriere Della Sera, que León XIV es espurio. Ha dicho, además, que hay gente que en Estados Unidos quiere regresar a la misa en latín y anular el concilio Vaticano II; que en el país hay un boom del catolicismo tradicionalista, sobre todo entre los hombres jóvenes. “Sabemos -añadió- que el nuevo Papa se pronunciará contra la expulsión masiva de inmigrantes, lo sabemos. No vamos a ceder. No toleraremos intromisiones”.
¿Será, como afirman expertos, que puede haber en Estados Unidos un “cisma líquido”, que separe a los millones de católicos conservadores y sus ministros, de la iglesia de Roma y aparezca una iglesia nacional estadounidense, como la iglesia anglicana en Inglaterra? Así lo cree el investigador Stephen White en una reciente publicación de The Wall Street Journal.
Mientras, termino con algo que ya comenté: ¿Se entenderán civilizadamente Trump y León XIV, el Poder y la Gloria? Ojalá que sí.


