El debate público entre el expresidente Ernesto Zedillo y la actual presidente de México pone un foco de alerta encendido, al enfatizar por el lado del expresidente sobre el peligro que corre la Nación mexicana en su carrera sin límites hacia la dictadura, y la respuesta visceral de la señora presidente de atacar no los argumentos que llevaron a afirmar al Dr. Zedillo que la Democracia en México había sido asesinada por los gobiernos de Morena, sino que realiza una ofensiva para descalificar la autoridad moral del expresidente argumentando que en su gobierno se cometieron también acciones reprobables como el FOBAPROA.

La falta de argumentos para desvirtuar las afirmaciones hechas por el expresidente Zedillo muestra la torpeza en el manejo de las riendas del gobierno, y nos trae a confirmar la certeza de las equívocas decisiones políticas de gobierno anterior al dispendiar los recursos públicos en caprichosas obras que no aportan ningún beneficio a la población,  y si en cambio dejaron endeudado al gobierno actual.

Las reformas constitucionales llevadas a cabo sin un estudio y sin la posible intervención de la oposición son de corte totalitario tendientes a desaparecer la división de poderes, la rendición de cuentas, la transparencia en el ejercicio del gobierno, además ponen en peligro el ejercicio de los derechos humanos de los ciudadanos.

Transcurridos ya los siete primeros meses del nuevo gobierno es posible analizar algunas de las acciones realizadas y comenzar a reflexionar respecto del futuro inmediato de la República. La llegada de Morena al poder  con un caudal de votos inédito en las últimas décadas con el apoyo de un tercio de los votantes de la lista nominal y adicionalmente con mayoría en ambas cámaras lo convierte en un gobierno fuerte, con amplio apoyo popular.

La larga travesía por la historia de nuestra incipiente democracia en nuestra muy mexicana “Transición democrática”  que terminó en una mera alternancia, tuvo tiempo y el acierto de acotar, de restringir, de limitar el poder casi sin límites del presidencialismo absolutista y de arrebatarle las facultades meta constitucionales de reglas no escritas al viejo régimen.

Al mismo tiempo se construyeron Instituciones adicionales, para actuar reforzar  el sistema constitucional de pesos y contrapesos a fin de lograr una democracia fluida sin que el ejecutivo avasallara a los poderes legislativos y al judicial, así como  transparentar y otorgarle credibilidad a los procesos electorales.

En este, por lo demás pacifico, avance democrático testimoniamos como logramos una “cohabitación” en la cual los votantes eligieron una alternancia, pero no entregaban el control del legislativo al mismo partido del presidente, así éste se veía obligado a construir acuerdos para lograr la gobernabilidad. Lamentablemente las negociaciones políticas y los acuerdos parlamentarios desembocaron en una partidocracia corrupta en la cual las formaciones partidistas se repartían por cuotas las posiciones en los Organismos Constitucionales Autónomos o las magistraturas y aun las vacantes de ministros en la SCJN.

Ahora en el nuevo gobierno afloran signos, señales de un indeseable retorno a las prácticas autoritarias que costaron incluso vidas, para aperturar nuevamente el “ancien régime” de la dictadura de partido, que se había  logrado acotar gracias a las luchas obreras, campesinas, estudiantiles, lo cual nos lleva a señalar que se debe parar este proceso de restauración de un presidencialismo autoritario y francamente totalitario.

En el ámbito social se descalifica a quienes levantan la voz y se atreven a la menor crítica, tildándolos de enemigos reaccionarios y conservadores. Se rechaza o se incumple la Constitución. Se construyen acuerdos con bandas paramilitares en lugar de apoyar a las fuerzas armadas, hoy reconvertidas en Guardia Nacional. Se ha propiciado el linchamiento de los adversarios políticos. Se estigmatiza a los medios de comunicación que disienten de fondo o en las formas del nuevo gobierno.

Se ha logrado someter al legislativo, utilizando su propia fuerza parlamentaria  y usando las mismas viejas tretas, que antes denunciaban en tribuna, se han construido mayorías ficticias con el éxodo de diputados entre los partidos minoritarios, que de manera oportunista venden sus votos a los nuevos detentadores del poder, como ya se hizo antes.

Lo anterior de suyo grave, lo es más cuando se aprueban leyes represivas o se intentan aprobar leyes con graves problemas de constitucionalidad o francamente anticonstitucionales. Es  preocupante la destrucción del poder judicial, y como con la reforma constitucional se logra el control de éste.

Haciendo un análisis de los resultados del gobierno anterior y de lo que va del presente gobierno, con las reformas que cambiaron totalmente los principios constitucionales que debieron ser inviolables como la división de poderes, el acceso a una justicia libre independiente y profesional, un poder judicial autónomo e independiente, un gobierno transparente y la rendición de cuentas, podemos concluir que el expresidente Zedillo con un discurso bien estructurado y con argumentos irrefutables e irrefutados, llega a una lapidaria  conclusión que la democracia en México ya no existe porque ha sido asesinada por los gobiernos de Morena.