Cuando los burros empiezan a hablar de orejas algo muy grave sucede en el mundo. Aunque la comparación con los asnos pueda ofender a algunos lectores, los hechos —especialmente la continuación de la guerra provocada por la invasión del ejército ruso a Ucrania, ordenada por Putin desde hace más de tres años, ha causado ya la muerte de miles de muertos de uno y otro bando (incluyendo habitantes del común de toda las edades y sexos, amén de una ingente cantidad de millones de civiles desplazados de las zonas invadidas), es decir, sufrimiento y más sufrimiento—, demuestran que abunda la insania entre varios de los altos funcionarios complicados en el conflicto.

Lo peor del caso es que no solo son los enfrascados directamente en la lucha armada, sino hasta en los que pretenden arrogarse el título de “mediadores” aunque durante su gestión se les haya denunciado como faltos de cordura. En su primer periodo mandato como presidente, a Donald Trump no faltaron titulares donde se le inquiría: “Have you gone complety mad?” (“¿Estás completamente loco?”). Parece que el magnate ya olvidó esos requerimientos.

Señalamientos aparte, el hecho es que entre el viernes y el domingo anterior Rusia intensificó su ofensiva aérea con el lanzamiento de aproximadamente 900 drones contra ciudades y pueblos ucranianos invadidos. El domingo 25 por la noche se registró el mayor ataque con dichos artefactos desde el inicio de la guerra en 2022, con 355 unidades desplegadas.

A su vez Moscú aseguró haber derribado 99 drones ucranianos en siete regiones distintas, señalando que los ataques también afectan su territorio lo que les obligó al cierre de infraestructuras críticas, como el aeropuerto de la capital, Moscú. Seguramente todo esto es cierto, pues mientras pueda, el gobierno de Kiev responderá con lo que tenga a la mano. No hay que olvidar, como lo hacen muchos medios comprometidos con los gobiernos de izquierda, que Zelensky encabeza los esfuerzos defensivos de su nación invadida. Nada más, nada menos. Y el invasor, dicen los expertos, busca estirar las defensas ucranianas abriendo múltiples frentes. Cada quien a lo suyo.

En su asumido papel de mediador —“ajonjolí de todos los moles” se le llama en el argot mexicano al entrometido de cualquier fiesta—, Donald John Trump criticó duramente, en su red particular, Truth Social, a Vladimir Vladimirovich Putin acusándolo de “jugar con fuego” tras los bombardeos masivos del fin de semana. Y admitió, el residente de la Casa Blanca, qué si el dirigente ruso demuestra su intención de conquistar la totalidad del territorio ucraniano y no solo una parte del mismo, esa ambición podría desencadenar. Graves consecuencias internas.

De Vladimir Putin, señala Trump, “siempre he tenido una muy buena relación, pero algo ha pasado, ¡se ha vuelto completamente loco!” … “Está disparando misiles y drones contra ciudades de Ucrania sin ningún motivo”; agregó que “si no fuera por su liderazgo, Rusia ya habría enfrentado cosas muy malas” y advirtió que el mandatario ruso “no entiende con quien está tratando”.

Tales declaraciones tuvieron lugar 24 horas después de una ofensiva rusa que dejó nuevas víctimas en territorio invadido. El magnate agregó que quizás Putin tuviera razón, pero si lleva a cabo sus propósitos eso “podría significar la caída de Rusia”.

En su mensaje, como si buscara la aquiescencia del invasor ruso el “hombre naranja” también refirió críticas al presidente de Ucrania, Volodimir Oleksandrovich Zelensky, por su actitud durante el conflicto: “No le hace ningún favor a su país hablando como lo hace. Todo lo que dice causa problemas; no me gusta, y más vale que pare”.

Por lo pronto, el canciller ruso, Serguei Lavrov desestimó las críticas de Trump que atribuyó a las acciones europeas que buscan sabotear sus esfuerzos para solucionar la crisis ucraniana. A su vez, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, Dimitri Anatólievich Medvédev —que ha sido presidente y primer ministro de la Federación Rusa—, advirtió, ante los dichos del magnate, que la “única cosa realmente mala que puede pasar” es una Tercera Guerra Mundial, nada menos. Mientras que el jefe adjunto de la misión rusa, Dimtri Polianski expresó que Moscú solicitó una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU debido a las amenazas a la paz global por varios países de Europa que obstaculizan la solución del conflicto.

En el bando estadunidense, el general retirado, ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional de EUA, en el primer gobierno de Trump, Joseph Keith Kellogg, enviado de la Casa Blanca a las negociaciones entre EUA y Ucrania en Estambul, declaró a Fox News que la “frustración” de Trump “es comprensible” También informó que Washington recibió los documentos de Kiev con propuestas para un cese el fuego y agregó que espera un texto similar de parte del Kremlin. El diplomático estadounidense —hombre de todas las confianzas del hombre naranja-, subrayó que Kiev rechaza cualquier reconocimiento jurídico de la península de Crimea (sur), las repúblicas de Donietsk y Lugansk , en el este, así como las regiones de Zaporiyia (sureste) y Jersón (sur), como territorios rusos, y agregó que la próxima ronda de  negociaciones podía tener lugar en Ginebra, Suiza.

Resulta que Zelensky, el antiguo actor convertido en presidente, había exigido el mismo domingo pasado, una respuesta más firme de los actores internacionales tras los ataques rusos: “El silencio de América y el silencio de otros en el mundo solo envalentona a Putin”, denunció el ucraniano. Dadas las circunstancias no sorprende que expresara sus preocupaciones, pero eso no le pareció al jefe de la Casa Blanca.

Tal y como acostumbra, Trump con sus bravuconadas, reiteró que si hubiera (algo imposible de comprobar) estado en el poder antes del inicio del conflicto —llama conflicto a lo que fue una invasión con todas los agravantes—, la “guerra nunca había comenzado”. “Esta es una guerra que nunca se habría iniciado si yo fuera presidente”, escribió en la red Truth Social. Agregó: “Esta es la guerra de Zelensky, Putin y Biden, no de Trump. Sólo estoy ayudando a apagar los grades y horribles incendios que se han iniciado debido a la incompetencia y el odio flagrantes”. Comentario muy propio de un personaje como Trump que cuenta con un expediente jurídico que muchos delincuentes confesos no tienen. Un “manipulador profesional”, que se vale de todos los resquicios de la ley para cometer fraudes y otros delitos que llenan innumerables expedientes en los juzgados de EUA. La palabrería y la mentira es lo propio del empresario neoyorquino.

Los escritos del mandatario estadounidense en la red refuerzan una línea que ha mantenido desde el inicio de su nuevo período presidencial: mostrarse como mediador entre las partes en disputa, aunque ha dejado abierta la posibilidad de imponer nuevas sanciones a Moscú si no se observa un compromiso hacia el alto el fuego.

Desde su retorno a Washington, D.C., el descendiente de alemanes y escoceses, ha manifestado en varias ocasiones su interés de liderar un esfuerzo diplomático para frenar la guerra en Ucrania, aunque también ha criticado duramente a los principales líderes involucrados, incluido su predecesor el expresidente Joe Biden, a quien responsabiliza por el estallido de la guerra, a sabiendas de que la inició el impulsivo jerarca ruso.

“Solo estoy tratando de apagar el fuego que ellos iniciaron”, presumió el hombre de las corbatas gigantescas y consumidor de hamburguesas con refresco.

Dentro de la caótica situación diplomática que ha causado la guerra ruso-ucraniana, ha surgido un personaje, el Papa León XIV, el pontífice numero 267 de la grey católica: cuyo nombre secular es Robert Francis Prevost, originario de Chicago, Illinois, EUA. No solo es el primer sacerdote estadounidense en llegar a la silla de San Pedro, en Roma, también cuenta en su haber la nacionalidad peruana que el gobierno del Perú lo otorgó en reconocimiento a la labor pastoral y personal que desarrolló durante varios años en los pueblos indígenas del país sudamericano. El licenciado en Matemáticas, es políglota (siete idiomas, incluyendo el quéchua, además de su lengua materna, el inglés, domina el italiano, el español, el portugués, el francés, e incluye latín, el lenguaje eclesiástico por excelencia y alemán). Parece hecho para negociar.

Por más inri, aparte de su nacionalidad estadounidense, y de ser el primer agustino en convertirse en el pastor de la cristiandad —como Francisco fue el primer hispano-americano y el primer jesuita en asumir la jefatura del Vaticano—, varias de sus declaraciones eclesiásticas lo han enfrentado a las opiniones del presidente Donald Trump, que no es precisamente un humanista protector de los inmigrantes, lo que le coloca en una posición ideal para contrarrestar varias decisiones de la Casa Blanca. O sea un contrapeso en el caótico mundo de la diplomacia mundial, siempre acotado por el veto de los países que dominan en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En una primera aparición de la diplomacia mundial, León XIV ya fue objeto de un veto. En medio de canales reservados, tanto de Rusia como del Vaticano, se confirmó que el Kremlin, lo que significa Vladimir Putin, ”no aceptaba los buenos oficios del Papa para lograr un cese al fuego entre Ucrania y Rusia”. En suma, la negativa del jerarca ruso implosionó un audaz movimiento respaldado por EUA y la Unión Europea (UE). Desde el centro de estos bloques geopolíticos la premier italiana, Georgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros del país de la bota, intentó articular una mesa de diálogo que permitiera fijar una tregua entre las capiles en guerra.

Pero, Putin fue inflexible respecto a la mediación de la Santa Sede y todo quedó en la nada. El antiguo espía soviético —que no olvida su pasado—, no confía en la Iglesia Católica como mediadora, y detrás de este argumento político se esconde una lógica de negociación que anula las posibilidades de un próximo cese el fuego. Rusia pretende que Ucrania ceda la Península de Crimea y las regiones de Donetsk y Lugansk, y las regiones de Hermione y Zaporiyia, renuncie a integrarse en la OTAN y que la Unión Europea descarte desplegar tropas a las órdenes de Kiev, para evitar una nueva ofensiva del ejército ruso.

Estas exigencias fueron rechazadas por Volodimir Zelenski, mientras que Donald Trump se mostraba inclinado a aceptar las propuestas del presidente ruso. Total, Putin, no aceptó la intervención del Vaticano. Otra vez será. De tal suerte, pese a los esfuerzos diplomáticos y las advertencias, Ucrania y Rusia continúan en un estancamiento militar. La guerra que ya supera los tres años, no muestra señales de resolverse pronto. ¡Lástima! ¿Hasta cuándo? Entre locos se juega el destino de la humanidad. Llámense como se llamen. VALE.