MAGA, Make America Great Again, grito de batalla y objetivo final de la presidencia de Donald Trump, se hace presente, triunfalista, en las declaraciones y actos del mandatario revolviendo el escenario internacional de la política, la economía y el comercio, la guerra y más.

De los muchos “sismos” que Trump provoca en el escenario internacional-y al interior de Estados Unidos- mencionaré varios de pasada, deteniéndome en los de particular interés y gravedad. Para empezar comentando que Estados Unidos, que se presenta como el país de las libertades, por las que vela en el mundo, tiene el rostro siniestro que Trump muestra un día sí y otro también -y nos muestra que la sociedad esta dividida, virtualmente por mitades, entre progresistas y retrógrados.

Bien dice Marc-Olivier Bherer en un artículo -que vuelvo s citar- de Le Monde el 31 de mayo, que al lado “del pretendido consensus liberal de la sociedad estadounidense, descubrimos un país con amplios estratos de la sociedad iliberales: racistas, rabiosamente anti inmigrantes, contrarias al libre comercio, a la liberación de las costumbres, al feminismo”, etc.

Son, por supuesto, noticias y comentarios obligados en este artículo la invasión rusa a Ucrania y la guerra; las masacres y genocidio que comete Israel en Gaza y Cisjordania; y la “guerra de 12 días” contra Irán. Aunque el tema central de este artículo se refiere a la irrupción -si así puede llamarse- de un inmigrante socialista en el gran escenario de la política estadounidense.

 

Ucrania, Gaza e Irán: guerras y más

Ucrania, que sigue siendo escenario de la guerra iniciada con la invasión de las tropas rusas el 24 de febrero de 2022, soporta bombardeos continuos, incluso sobre Kiev y sus 3 millones de habitantes, que se habían librado, relativamente, de tal violencia. Y, por supuesto, también el lado ruso sufre de los ataques militares de Kiev. Una guerra que ahora abunda en misiles y drones terroríficos.

La puesta al día, por fuentes europeas el 2 de julio -la alocución cotidiana del presidente Volodymyr Zelensky- nos hace saber que Kiev y Washington “clarifican los detalles del apoyo militar estadounidense”. Al mismo tiempo que el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte declaró que en este momento la OTAN no puede prescindir del apoyo de Estados Unidos.

Tengamos presente, al respecto, que en la cumbre de ese organismo -24 y 25 de junio, La Haya- Trump volvió a su airada exigencia de que los países europeos eleven su gasto en armamento hasta un 5% de su producto interno bruto (PIB). Lo que Rutte, en un mensaje lambiscón -por decirlo suavemente- le comentó: “Lograrás algo que NINGUN presidente estadounidense ha podido lograr en décadas… Europa va pagar A LO GRANDE, como debe ser, y será tu victoria”.

Pero no fue así, porque la “díscola” España, ciertamente con buenos argumentos, informó en voz del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que solo gastaría el 2.1% del PIB. Lo que provocó la airada reacción del neoyorkino mandatario. Y, también, el comentario virulento, del expresidente Felipe González, tildando a Rutte de “bebé en la teta de Trump”.

Omito los múltiples comentarios adicionales sobre el tema, en los que abundan las críticas a la frivolidad, torpeza e incluso complicidad con Putin, que se atribuyen al presidente norteamericano.

Sí es pertinente, en cambio, referirse a la conversación de Putin y el presidente francés Emmanuel Macron, después de tres años de “ruptura” -entre marzo de 2022 y este 1º de julio- informando el Elíseo que los mandatarios hablaron de coordinar esfuerzos en relación con el tema Irán.

Conversaron, obviamente, sobre Ucrania y fue Macron quien exhortó a que las partes acuerden un cese al fuego, para empezar. Mientras que Putin volvió a sus críticas clásicas, acerca de que el conflicto es consecuencia de la “política anti-rusa de Occidente”, a pesar de lo cual ambos líderes consideraron posible reiniciar negociaciones. Lo cierto es que Trump se interesa en los intentos de Macron –¿y de la Unión Europea?– que podrían encarrilar lo que el estadounidense no ha logrado y en su momento venderlo como éxito suyo. Veremos.

El tema de Gaza, que es tema de Palestina, como territorio, comunidad y Estado -país y gobierno- el Estado de Palestina, exige poner un alto a Netanyahu, quien, como dice Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, “sobrepasó hace mucho al tirano Hitler en lo relativo al crimen de genocidio”: los palestinos en Gaza y Cisjordania están siendo masacrados, sus propiedades arrasadas, impedidos de recibir comida, medicamentos y atención médica, obligados a trasladarse masivamente de un lugar a otro. Expulsados de su tierra.

Y, sobre el tema iraní, ciertamente Netanyahu desea aplastar a esa “potencia en vías de ser nuclear”, para que nadie en Medio Oriente desafíe a Tel-Aviv.

Pero Trump recibirá el 7 de julio al premier israelí, en la tercera entrevista que ambos sostendrán desde el inicio del segundo mandato del estadounidense. Quien aseguraría que Israel ha aceptado una propuesta de alto al fuego de 60 días en Gaza, mientras se hacen esfuerzos para que la tregua entre Israel y Hamás, tenga lugar de nuevo y también concluya la liberación de los rehenes en manos del grupo islamista palestino. Ojalá.

Es de hacerse notar, para concluir sobre el tema, que ni Saudi Arabia ni las restantes monarquías del Golfo, ni otros países árabes, han mostrado diligencia para apoyar al pueblo palestino frente a las políticas de despojo y el genocidio puestos en marcha por Netanyahu y los extremistas de Israel. Despojo y genocidio que sí condenan muchos otros judíos de la “élite”: académicos, profesionistas, financieros, empresarios, así como judíos “de a pie” en Israel mismo y en el extranjero, la “diáspora”.

En lo que hace al tema de “la guerra de 12 días” contra Irán, MAGA acusó a Trump de romper su promesa de que no volvería a implicar a Estados Unidos en nuevas ‘guerras perpetuas’ como las de Irak o Afganistán. Por otro lado, en una reacción inmediata de Teherán, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, aprobó, el miércoles 2 de julio, una ley, ya refrendada por el Parlamento, que suspende la cooperación con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), al que acusa de haber justificado los ataques aéreos de Israel sobre la República Islámica, que comenzaron el 13 de junio, un día después de que la junta del OIEA declarase que Irán estaba violando las obligaciones derivadas del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Por otra parte, el triunfalismo de Trump afirma haber acabado con el poderío nuclear de Irán al destruir sus instalaciones de Fordó, Natanz e Isfahán, y tomando en cuenta que han sido asesinados no pocos de sus científicos. Sin embargo, expertos, en Estados Unidos incluso, han expresado dudas sobre la amplitud de tal destrucción y se cree que tales depósitos pudieron llevarse en secreto a otros sitios, previendo lo que planeaban Trump y Netanyahu. Lo cierto es que la “guerra de 12 días” impidió un nuevo acuerdo entre Teherán y Occidente y “dio nacimiento -ahora sí- al Irán nuclear”.

 

¿La izquierda al gobierno en Estados Unidos?

Me refiero a una noticia reciente, que despierta esperanzas o, por lo menos, alegra: Se trata del triunfo, en las elecciones primarias del partido Demócrata a la alcaldía de Nueva York, de Zohran Mamdani, inmigrante musulmán de 33 años, que llegó al país acompañando a sus padres cuando tenía 7 años. Nació en Uganda, de madre indioamericana y padre indio-ugandés.

El motivo de la alegría e incluso esperanza ante esta elección se debe al hecho de que un inmigrante, con amplios méritos como político y como administrador público y además -principalmente- progresista, pueda llegar a gobernar nada menos que la ciudad de Nueva York. Y desde esa plataforma, aspirar, incluso, a la presidencia de Estados Unidos. Ya Obama lo hizo.

Mamdani cuenta con el apoyo de Bernie Sander, ícono de la izquierda estadounidense, así como con otra importante figura joven en la política, casi de nuestros pagos latinoamericanos, Alexandria Ocasio-Cortez. Recibió el voto de más del 60% de los jóvenes de 18 a 34 años y ¡Trump dice que es comunista! Y amenaza con boicotearlo.