“Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos”, dice la tradicional frase de referencia de un ilustre mexicano cuya autoría se la disputan propios y extraños. Ahora, otros la parodian: “Pobres mexicanos, olvidados de Dios y perseguidos por Trump y sus serviles huestes”. Para mayor befa, la persecución del presidente de EUA, Donald Trump, llamado El magnate,  se va a ampliar más porque la mayoría republicana en el Congreso aprobó la “One-Big-Beautiful-Bill-Act” (“Gran y hermoso proyecto de ley”), mismo que promulgó en un acto —legal, pero reñido con la moral— realizado en el jardín de la Casa Blanca, el viernes 4 de junio —Día de la Independencia de EUA—; en esencia, se trata  del megapaquete fiscal y presupuestal ideado por el mandatario estadounidense que incluye más recursos contra la migración y un 1 por ciento de aranceles a las remesas, que profundiza la discriminación, la militarización de la frontera con México, la vigilancia a las comunidades migrantes y  abrir la puerta a posibles abusos contra los derechos humanos y civiles de millones de personas que se encuentran en el territorio de la Unión Americana —incluyendo mexicanos—, como lo afirman abogados y activistas de grupos de defensa de migrantes.

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS), de la administración Trump publicó en X que “el presidente está cumpliendo sus promesas…y que, con una asignación de mil millones de dólares, esta legislación le otorga los recursos necesarios para deportar a inmigrantes ilegales delincuentes, asegurar nuestras fronteras y restablecer la seguridad en EUA”. Entretanto, los inmigrantes “viven” entre el miedo y la zozobra.

Rodeado por legisladores republicanos y miembros de su gabinete, el magnate que sustituyó en la presidencia a Joe Biden, recibió de regalo un mazo de madera de manos del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, semejante adminículo que usan los jueces en los tribunales de justicia, que, bien a bien, en esos momentos de euforia no sabía cómo utilizarlo, firmó el documento como símbolo de su victoria parlamentaria. Como telón de fondo, Día de la Independencia, al fin y al cabo, sobrevolaron el cielo de la residencia presidencial aviones de combate y un bombardero. Luego, desde el balcón de la residencia, acompañado por su esposa, la emigrante nórdica, ahora primera dama, Melanie, y dijo: “EUA está ganando, ganando, como nunca antes”, y agregó: “Promesas hechas, promesas cumplidas, y las hemos cumplido”. Sin duda, ese fue un buen día para Trump. No tanto para los millones de migrantes que ahora se esconden, miedosos y temerosos en los suburbios de la mayoría de las grandes ciudades estadounidenses. Como en Los Ángeles, New York, Chicago, Denver, y otros lugares.

Mientras en la residencia presidencial de EUA el ambiente era de alegría y triunfo en las zonas de migrantes repartidas por todo el territorio del Tío Sam, se advertía que “Esta ley es todo menos hermosa para los inmigrantes”, como declaró el abogado del programa Bienvenidos a América, Rafael Borrás. Agregó el especialista: “Por primera vez en la historia moderna se imponen tarifas obligatorias y abusivas a personas que huyen de la persecución: cuotas iniciales y anuales sólo por solicitar asilo, sumadas a cobros exorbitantes por permisos de trabajo y Estatus de Protección Temporal (TPS), convirtiendo una protección humanitaria esencial en un privilegio costoso”.

Después de varios días de enfrentamientos de la Guardia Nacional y de elementos de la Marina, Trump aprovechó el momento para resaltar que “este proyecto de ley impulsará un crecimiento económico masivo y ayudará a los ciudadanos trabajadores que hacen funcionar este país. Nuestro país va a ser un cohete económicamente hablando…Es un buen momento…Estamos en la era dorada de Estados Unidos. Nunca he visto a la gente tan feliz en nuestro país gracias a esto, porque se está atendiendo a muchos grupos diferentes de personas. Militares, civiles de todo tipo…(se trata) de la ley más popular del país…Así se dedicarán más fondos para modernizar las Fuerzas Armadas o mejorar la seguridad fronteriza. Queremos unas fronteras fuertes”. Y lo cree.

Entre los trámites migratorios que incluye la nueva ley, se impone una multa de 5 mil dólares a los no ciudadanos detenidos entre puertos de entrada y otra de mil dólares a quienes reciban permisos temporales de entrada bajo criterios humanitarios. Asimismo, las personas arrestadas tras faltar a una audiencia de inmigración se enfrentan a una pena de 5 mil dólares. Además, incluye una tarifa de cien dólares para solicitar asilo, otros de 550 dólares para permisos de trabajo y de 275 para renovaciones y un aumento en la tarifa de la Autorización Electrónica de Viaje, que pasaría de 21 a 40 dólares. También se aumentará el costo del formulario I-94 para visitantes temporales de 6 a 30 dólares.

La fuente más significativa de ahorro proyectado en la nueva ley proviene de una nueva tarifa mínima de 250 dólares por la emisión de visas para no migrantes, que generaría ingresos por 27 mil millones de dólares. Además, la nueva ley establece una tarifa de 250 dólares para solicitar el status de Inmigrantes Juvenil Especial y otra de 500 dólares para el TPS anteriormente citado.

Tal como explica Diego Salcedo en su reportaje titulado “Acorralan a los migrantes con el paquete presupuestal”: “Las tarifas buscan generar ingresos y compensar los costos de control migratorio pero algunos activistas creen que los fondos son menos necesarios ahora que la frontera está prácticamente cerrada”.

De tal suerte, afirma Nicole Melaku, directora ejecutiva de la Asociación Nacional para Nuevos Estadounidenses (NPNA): “La asignación de un cheque en blanco para la militarización fronteriza y la aplicación masiva de medidas de seguridad desatará la discriminación racial, la vigilancia masiva, la separación familiar y los abusos contra los derechos humanos”.

Mientras algunos aseguran que estas tarifas intentan que los migrantes paguen por los servicios que reciben, el citado Rafael Borrás estima que en realidad trasladan una carga financiera considerable a los ciudadanos que buscan presencia legal o protección. Y, aclara. “No es una reforma legal, sino un castigo disfrazado de política migratoria que convierte la desesperación humana en una fuente de ingresos para sostener la detención masiva”.

Por otra parte, en seguridad fronteriza y política migratoria, la nueva ley asigna 46,5 mil millones de dólares para financiar la construcción de 700 millas (1,126 kilómetros) adicionales de muro divisorio y su infraestructura relacionada. Ya existen otras 700 millas construidas, 450 de las cuales fueron levantadas en el primer periodo de Trump. Según el American Inmigraron Council (AIC), la nueva ley incluye 45 mil millones de la divisa estadounidense para ampliar la capacidad de detención de inmigrantes de los 41 mil 500 actuales a 116 mil espacios. La cuestión es saber qué tan rápido podrá el gobierno de Trump emplear este dinero para cumplir con su promesa de deportaciones masivas.

En su momento, el ICE podría aplicar 31 mil millones del billete verde para sus “operaciones”, incluidos ocho mil millones en bonos de retención y para la contratación de aproximadamente 10 millones agentes más que se agregarían a los 20 mil que ya están en la nómina, además de cinco mil oficiales de la Patrulla Fronteriza. Algo verdaderamente espeluznante. Ni en la ficción literaria existían estos números. En este sentido se comprueba que el propósito real de esta persecución es una manía enfermiza del jefe de la operación orwelliana: Donald Trump.

De tal forma, se entiende la declaración de Shayna Kessler, del Instituto de Justicia Vera, organización de defensa jurídica con sede en New York: “Este proyecto de ley es un fracaso moral y político. Retira fondos de la atención médica y la asistencia alimentaria y los utiliza para impulsar la cruel agenda antiinmigrante de la administración Trump”. En este sentido, el Instituto denuncia: “Esta ley desmantela las protecciones legales para los niños inmigrantes y recorta la financiación de servicios sociales y legales que salvan vidas, al tiempo que recompensa a los agentes de ICE con bonificaciones”.

Por razones similares, la propia Nicole Melaku, de la NPNA anteriormente citada, afirma: “Las repercusiones de este proyecto de ley se sentirán profundamente en todas las comunidades, independientemente de su afiliación política, residencia rural o urbana, o color de piel. Los estadounidenses ahora tendrán que asumir el resultado de esta legislación”.

En suma, Donald Trump pudo ufanarse del triunfo legislativo en su segunda presidencia, gracias a que la mayoría republicana en el Congreso aprobó su “gran y hermosa ley” con inéditos recortes de programas de salud y alimentación para la población más pobre y la transferencia de miles de millones de dólares a la minoría de los más ricos de United States of America, y los apabullantes fondos para continuar con la persecución de los inmigrantes indocumentados. Algún día se comprobará si esta victoria no fue pírrica. De hecho, la votación a favor fue mínima. Cuatro votos de diferencia.

Mientras tanto, los republicanos festejaron el triunfo al grito de “¡USA! ¡USA!, como si fuera una competencia de futbol americano, en tanto los conservadores y uno que otro militante desilusionado del partido del elefante, deploraban lo que se calificó como “el mayor traslado de riqueza de los pobres y los trabajadores a los más ricos del país”.

Un análisis de la no partidista Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO), destaca las consecuencias grave de la nueva legislación, incluyendo la pérdida de un seguro de salud para lo menos 17 millones de pobres —especialmente los que dependen del programa de salud para los más necesitados, Medicaid—, infinidad de clausuras de hospitales y asilos para ancianos, y la pérdida de asistencia para alimentación para aproximadamente un millón de menores de edad, así como un incremento de la pobreza en prácticamente los 50 estados del país.

En la historia del Tío Sam, estos recortes en programas de bienestar social son los más extensos, de acuerdo al Center for Budget and Policy Priorities. Los recortes, dicen los analistas, tendrán un impacto devastador sobre todo en zonas rurales del país que son parte clave de las bases del mandatario republicano. No obstante, como dicen Jim Carson y David Brooks, igual como lo ha “hecho con otros asuntos, el gobierno de Trump busca distraer la atención de estas consecuencias al emplear de nuevo la maniobra ya usual de colocar el enfoque en ese enemigo ‘extranjero’ que al parecer está detrás de todos los problemas nacionales: los inmigrantes”.

Como sea, “El gran y hermoso proyecto de ley expulsa a 1.4 millones de indocumentados del Medicaid”, escribió el senador republicano Eric Schmitt. “Por demasiado tiempo, los estadounidenses han estado pagando el bienestar de personas que no deberían de estar en nuestro país”. Con eso intenta convencer el senador a sus bases de que la legislación no afectará a ciudadanos sólo a indocumentados. ¡Hágame usted el favor! El presidente Trump, a pesar de los hechos, sencillamente afirma falsamente que su “hermosa ley” no implicará recortes de Medicaid para los estadounidenses.

Así se las gasta el magnate. Al tiempo. VALE.