Tal parece que el ingenio humano no es lo suficientemente filoso para lograr que la humanidad conviva pacíficamente pese a la antigüedad de sus respectos países. No importan los siglos que hayan transcurrido. Por el contrario, mientras más sumen, el encono —sumado a la idiotez— los supera, y a cada enfrentamiento la destrucción es mayor: ¿hasta cuándo? No sea que en mala hora un gobernante enloquezca y haga estallar la bomba de las bombas. Y, abur.

Irán e Israel acaban de escenificar otro episodio bélico que puso nerviosos a los vecinos, circunvecinos y de más allá. Iraníes e israelíes se bombardearon casi con todo lo que tenían a la mano. Para que nada faltara, la Gran Potencia —Estados Unidos de América: EUA—, decidió, muy a la manera del Tío Sam, lanzar por su cuenta bombas de última generación sobre los supuestos laboratorios nucleares subterráneos desarrollados por el régimen de los super ortodoxos ayatolás. Claro que al régimen israelí esa ocurrencia del jefe de la Casa Blanca le pareció la idea más genial.

Donald Trump, muy en su papel de “super policía estadounidense” —por cierto, durante su última campaña electoral para la presidencia de USA, el magnate juraba y perjuraba que su país no volvería a inmiscuirse en una guerra extranjera—, ordenó el ataque relámpago sobre los mentados laboratorios nucleares persas donde se “armaban las supuestas destructoras bombas atómicas”. Al sopesar la gravedad de los ataques, el magnate decidió cortar por lo sano y detuvo la continuación de los raids de bombas y drones. Para cortar por lo sano, a Trump se le “ocurrió” que era necesario un cese el fuego para evitar que el conflicto pudiera extenderse por otros países de la región y la guerra adquiriera mayor fuerza.

Todo esto parecen capítulos de una serie bélica de televisión. Pero infortunadamente no lo son así sucedió en la realidad. Tal y como lo cuentan los anales de cada uno de los estados en pugna. Irán, por ejemplo, es el nombre oficial de Persia desde 1935; significa Tierra de los Arios o País de los Arios, que proviene del antiguo persa traducido como “noble” o “de noble linaje”. En sentido estricto de la palabra, Persia es el país donde se instalaron los antiguos persas hacia el siglo VIII antes de Cristo. Este país está situado sobre la ribera septentrional del Golfo Pérsico. Su ciudad más antigua fue Pasagardes, que desde la época de Darío Primero, fue substituida por la nueva ciudad de Parás, que los griegos llamaron Persépolis. El pueblo persa dominó desde el siglo VI antes de Cristo toda la meseta iraní. La historia persa es, en el sentido clásico, la historia de los imperios y de los estados que han existido en Irán. La llegada de los ayatolás a la dirección del país, es la que nos tocó vivir. Época que no es nada tranquila.

A su vez, la historia de la nación judía se remonta al reino hebreo de Israel, constituido después de la muerte de Salomón a continuación de la revuelta de Jeroboam I (931-910 antes de Cristo. Debido a la impopularidad del hijo de Salomón, Roboam, las diez tribus hebreas del norte (Dan, Efraín, los dos Manasés. Isacar, Zabulón, Neftalí, Asser, God y Rubén) se separaron de las tribus de Judá y de Benjamin, que permanecieron fieles a la casa de David, y formaron el reino de Israel, con Sichem por capital y Jeroboam, antiguo oficial de Salomón como primer rey. El reino de Israel era más extenso que el de Judá, pero no tan poblado y, por lo mismo, menos cohesión religiosa. Después de varias canturrias, y de las profecías de Elías, Eliseo, Amós y Óseas, la élite de las diez tribus de Israel fueron deportadas a Nínive. La dispersión del pueblo judío por todo el mundo hasta el 14 de mayo de l948 cuando finalizó el mandato inglês y, ese mismo día, David Ben Gurión proclamó la independencia del moderno estado de Israel. Un año antes, el 27 de noviembre de l947, la ONU aprobó un plan de repartición de Palestina, que preveía la creación de dos Estados, árabe y judío, debiendo formar una unión económica y aduanal, el sector Jerusalén-Belén, constituyendo un enclave internacional administrado por Naciones Unidas. El estado judío se asentaría en una superficie de 14,400 kilómetros cuadrados, repartidos en tres partes. Pero la historia es otra, muy diferente. Que narraremos en otra ocasión.

La historia de los últimos quince días de Irán e Israel es tan azarosa que motiva muchas dudas y desconfianzas. Después de un incesante lanzamiento de misiles y otro tipo de bombas entre ambas naciones, Jerusalén y Teherán se declaran vencedores en la “contienda”. Y, de paso, EUA, que durante el fin de semana lanzó 14 bombas de 1,600 kilos contra tres blancos nucleares en Irán, que sufrió la muerte de 974 personas civiles y militares-, tanto por el fuego israelí como por el estadounidense.

Un breve resumen da idea de cómo está la situación entre Israel e Irán. Ninguna de las partes se muestra derrotado. Todo o casi todo es triunfalismo. Así, Amir Saeid Iravani, embajador iraní ante la ONU dijo en el Consejo de Seguridad Que la guerra con Israel, ha representado “un fracaso” en los intentos de hacerlos abandonar un programa nuclear que, insisten los representantes del gobierno islámico, es de naturaleza pacífica “Irán ha perdido en los 12 días de ataques cientos de mártires, gente inocente, mujeres, niños, científicos nucleares, estudiantes de universidad y altos cargos militares”, pero “el pueblo valiente ha salido de ahí más bravo y firme frente a la criminalización”. Lo cierto es que cuando algunos gobernantes ponen como escudo de defensa al “pueblo” hay que andarse con tiento. México lo vive en estos días con el dominio del Congreso de la Unión por parte de MORENA durante las discusiones de las reformas constitucionales. Le llaman la cuarta transformación.

Y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu aseguró en Tel Aviv que actuará “con la misma fuerza” sobre Irán si intenta retoma su proyecto nuclear. Hemos relegado al olvido el proyecto nuclear iraní y, si alguien intenta reactivarlo, actuaremos para frustrar cualquier intento de este tipo. Irán no tendrá armas nucleares”, aseguró.

De tal suerte, la tregua entre Irán e Israel se sostuvo el martes 24 de julio tras una intensa jornada diplomática y militar, en la que el presidente Donald Trump intervino con el ánimo de que los contendientes no le echen a perder el cese el fuego que él “personalmente” dispuso.

Con una llamada telefónica al mandatario israelí, el hombre naranja trató de detener lo que describió como “una ofensiva aérea sin precedentes” por parte de Jerusalén, apenas horas más tarde de lo que los contendientes acordaron, según Washington.

Desde la conocida residencia presidencial estadounidense, el mareante se mostró enfurecido por lo que consideró una violación directa del acuerdo “negociado” una noche antes. En su ríspido mensaje, pocas veces visto, tajante, difundido en su red social Truth Social, Trump advirtió: “ISRAEL. NO LANCES ESAS BOMBAS. SI LO HACES, SERÁ UNA VIOLACIÓN GRAVE. ¡TRAIGAN A SUS PILOTOS A CASA. YA!”. Poco después, el presidente informó que Israel cancelaba los ataques y que sus aviones ya retornaban a sus bases, con lo que se evitaba una nueva oleada de violencia.

Mientras tanto, medios de comunicación iraníes negaron que se hubieran lanzado misiles a territorio judío. Por su parte, Israel aseguró que el adversario había violado la tregua a las 10.30 horas, apenas dos horas y media después del inicio oficial del alto el fuego, con el lanzamiento de dos misiles balísticos que fueron interceptados. Pese a todo, Trump se mostró más molesto con Israel que con Teherán. “En cuanto hicimos el trato, salieron y lanzaron un montón de bombas, como nunca antes había visto”, declaró a la prensa.

Desde una perspectiva negativa, el periódico The New York Times informó el martes 24 que un informe preliminar clasificado de EUA asegura que el bombardeo estadounidense de los blancos nucleares iraníes selló las entradas a dos de las instalaciones, pero no destruyó sus edificios subterráneos.

De acuerdo a las fuentes citadas por el cotidiano estadounidense, “los primeros resultados concluyen que los ataques de EUA de fin de semana retrasaron el programa nuclear de Irán sólo unos pocos meses”, contradiciendo el triunfalismo de la Casa Blanca, que aseguraba que las bombas antibúnker lograron destruirlas.

Antes del bombardeo, las agencias de inteligencia de USA afirmaron que si Irán intentaba apurarse a fabricar una bomba nuclear tardaría aproximadamente tres meses. Tras el ataque de EUA y de la fuerza aérea israelí, el informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa estimó que el programa se retrasaría sólo menos de seis meses, y no para siempre, como dio a entender Trump.

Asimismo, los informes sugieren que gran parte de las reservas iraníes de uranio enriquecido se trasladaron antes de los ataques, que destruyeron una pequeña parte del material nuclear. Parte de este material podría haber sido movido a instalaciones secretas. Además, también se sabe que los ayatolás ordenaron mantener pequeñas instalaciones de enriquecimiento de uranio encubiertas que fueron construidas para que los científicos pudieran continuar con su programa nuclear en caso de un ataque a las instalaciones más grandes.

Todavía Irán no ha terminado de comprobar hasta qué punto fueron dañadas las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán. Analistas creen que los laboratorios no sufrieron tantos daños como EUA esperaba, y que Irán conserva el control de casi todo su material nuclear, lo que significa que si los ayatolás deciden fabricar un arma nuclear aún podrían hacerlo con relativa rapidez.

Pese a todo, las fuentes de estos informes proporcionaron datos bajo condiciones de anonimato porque todas las conclusiones siguen clasificadas. Por lo mismo, la Casa Blanca cuestionó lo que han publicado los medios. Karoline Claire Leavitt, secretaria de Prensa, descalificó la información como “totalmente errónea”.

Leavitt aseguró que la filtración de esta supuesta evaluación —que incluso se atribuyó al gobierno israelí—, “es un claro intento de denigrar al presidente Trump y desacreditar a los valientes pilotos de combate que llevaron a cabo una misión impecable para aniquilar el programa nuclear iraní. Todos saben lo que ocurre cuando se lanzan 14 bombas de 13,600 kilogramos con precisión sobre U.S. objetivos: aniquilación total”.

Pese a todas las dudas y las recriminaciones, Trump ha insistido en que los bombarderos B-12 y los ataques con misiles Tomahawk de la Marina, “destruyeron” las tres instalaciones nucleares iraníes, pero las dudas persisten. La confianza en las palabras del mandatario estadounidense, que se caracteriza en mentir día y noche, se ha perdido. En fin, en una breve conferencia de prensa a bordo del Air Force One, el magnate aseguró que no buscaba un cambio de régimen en Irán y consideró que esa posibilidad traería más caos al conflicto. Por cierto, el hijo mayor del último sha de Irán pidió a la Casa Blanca ayuda para derrocar al régimen de los ayatolás. No es fácil que eso ocurra, por el momento. En tanto, Jerusalén y Teherán siguen arriba del macho. Pese a los “buenos oficios” de Donald Trump, que ahora busca le otorguen el Premio Nobel de la Paz, los contendientes no tardarán en volver a bombardearse, pase lo que pase. Infortunadamente. VALE.