Pablo Gómez oficiaba de agitador y activista al servicio de la hoy desaparecida URSS, cuando Jesús Reyes Heroles impulso, verano de 1977, la primera reforma electoral que abrió espacio a los partidos opositores en las cámaras de senadores y diputados, naciendo la figura que conocemos como diputados plurinominales, de partido les llamaron entonces. Era la respuesta del régimen al vacío que la oposición hizo en la campaña presidencial de 1976, dejando sin contendiente a López Portillo. Así quiso lavarse la cara con tal de conservar la supremacía del partido hegemónico. Aquella reforma es considerada el inició de un largo, lento y doloroso camino hacia la democracia mexicana, cerrando con la ciudadanización de los órganos electorales.
De entonces a la fecha la historia se cuenta pronto: En el lapso de 25 años pasamos de una elección presidencial sin oponentes a que la oposición pudiese ganar gubernaturas y arrebatar al Partido gobernante el control absoluto del Congreso, en sólo tres sexenios. En otros 25 Vicente Fox “sacó al PRI a patadas de Los Pinos”, el mismo PRI regresó a la presidencia en elecciones incuestionadas y la izquierda que hoy gobierna se hizo del poder, repitió en la siguiente elección y consiguió votos suficientes para construir una mayoría espuria en las cámaras legislativas. En ese tiempo gobiernos estatales y municipales cambiaron indistintamente de partido, sin cuestionamientos serios.
Con todos los asegunes que la nueva clase gobernante quiera endilgar al sistema electoral mexicano, no existe mejor prueba de su eficiencia que las permanentes alternancias en gobiernos de los tres niveles, ¿porqué cambiarlos ahora, habiendo testimonios contundentes de la equidad y normalidad democrática?. La única razón, señores devotos y ustedes lo saben, es la pretensión de retrotraer las leyes electorales hasta los tiempos en que la Secretaría de Gobernación organizaba la elección, contaba los votos y decidía quienes eran los ganadores. Queda confirmado lo que han dicho analistas, intelectuales, historiadores desde que López Obrador anunció el llamado Plan A; una regresión autoritaria muy del tipo Venezuela y otros populismos demagogos de la región.
O de no ser así porqué la presidenta Sheinbaum integró una Comisión electoral compuesta únicamente por políticos de la peor izquierda, la mayoría vinculados al expresidente que ordena desde algún escondite: Pablo Gómez, miembro del Partido Comunista patrocinado por la URSS cuando la reforma de Reyes Heroles; Rosa Isela Jurado, servidora de López Obrador desde su campaña a Ciudad de México y hoy sembrada por él en la Secretaría de Gobernación; José Merino, este si respondiendo a CSP; Ernestina Godoy, uno de los instrumentos lopistas del terrorismo fiscal; Lázaro Cárdenas, tierno integrante del mítico Clan sin personalidad propia; Jesús Ramírez, experto en medios y propagandista estelar del régimen; y Arturo Zaldívar, jurista que depositó en la basura su carrera judicial, entregado a los brazos del expresidente.
De los siete nombrados en la opacidad, cinco son obedientes solícitos de López Obrador, uno a la presidenta Sheinbaum y uno más por el apellido. ¿Así, dejándola en manos de los más radicales, es como pretenden publicar una reforma democrática? No se engañan ustedes, pero tampoco engañan a nadie, no les bastó secuestrar al INE y Trife, como quedó demostrado en el insultante bodrio de los acordeones, quieren suprimirlos en previsión de una “traición” que contraríe futuras elecciones. Los desaparecerán y en su lugar nombrarán a la Comisión Electoral del Pueblo o como vayan a llamarle, pero sujeta en las cuatro esquinas al Poder Ejecutivo. Reducirán el financiamiento a los partidos, sabiendo que Morena dispone de recursos económicos, materiales y humanos inagotables. Eliminarán plurinominales para complicar el acceso de la oposición, garantizando con votos reales o espurios las mayorías calificadas de legisladores abyectos.
De pretender una sincera reforma democrática, la presidente hubiese invitado a especialistas ciudadanos, exconsejeros o expresidentes del INE y exmagistrados electorales, académicos independientes, expertos del PRI, PAN, MC (los hay). Abrir la discusión política al tema de mayor interés político, en vez de acotarlo a siete incondicionales. No lo harán, en su lugar simularán consultas “ciudadanas” en foros controlados, promoverán el aplauso fácil de los devotos o interesados paleros, al tiempo que desplegarán una intensa campaña en redes y columnas oficialistas contra quienes se oponen a la patraña de reforma. Son tan predecibles que a nadie sorprenden y lo son porque siguen por nota el librito detenidamente estudiado durante décadas, visto en otras “mejores democracias del mundo”.
En la puntilla a la democracia mexicana y los afanes de instalar de un totalitarismo demagogo con pretensiones dinásticas (el escondido sigue pensando en Andy como sucesor) subyacen las mayores contradicciones de los que se asumen diferentes, jactándose de no robar, no mentir y no traicionar. Satanizan al sistema electoral que les permitió llegar al poder y a la vez, lo dijo mil veces Sheinbaum, lo consideran el “más democrático del mundo”, por la elección judicial. Si con él llegaron al poder y es el más democrático del mundo, porqué cambiarlo. No reforman, suprimen y encima lo hacen con cinismo inaudito. Dejó de importarles la Opinión Pública, en su infinita soberbia se vieron gobernando un reino de mil años que les brinda impunidad perpetua.
No se la crean tanto, hoy aprobarán su ley regresiva sin cambiarle una coma, son las órdenes del escondido con ínfulas de absoluto, pero mañana la sociedad se cansará y tomará las calles, única alternativa que dejan a los mexicanos libres. La dinámica comunicacional de los tiempos modernos es su peor enemigo, callarán muchas voces pero nunca todas, en esa resistencia estará la restauración democrática. Llegará más pronto de lo que imaginan y será por la vía ciudadana.
Rompeolas
La gobernadora Campos anda brincando en un píe, todo le ha ido bien en los últimos meses: ganó la elección judicial siendo que muchos apostaron porque le reventaría en sus propias manos, ganó el nacional Juvenil del PAN contra la mafia del CEN, mandó sentar a Duarte que andaba muy alebrestado, y ahora Massive Caller la pone de segunda en popularidad de entre todos los gobernadores del país. Que disfrute, está en uno de los mejores momentos de su gobierno.
Muy aplicado Noel Chávez con el gremio de la minería, algo que conoce por experiencia propia. Hasta San Julián, donde trabajan en una moderna mina ubicado en el municipio de Guadalupe y Calvo, llevó a sus compañeros diputados: Alejandro Domínguez, Manque Granados y, créalo, el coordinador de los diputados del PRI, Rubén Moreira. Regresaron sorprendidísimos de la tecnología con que trabajan. El viaje tenía un sentido práctico, desactivar trabas de la Semarnat contra la minería en general, demostrando que la mayoría realiza extracciones con tecnología de punta. Hay que reconocerle a Noel, es una hormiga trabajando en terreno.