Maureen Dowd, columnista del Times y Premio Pulitzer, escribió recientemente: “A menudo, la gente se convierte en lo que desprecia. Donald Trump se ha convertido en el Estado Profundo. Él es el guardián de los secretos. Él es quien roba las libertades de la gente. Él es quien utiliza al gobierno como arma y protege a la clase dominante”.

Por cierto, el concepto moderno de Estado Profundo está asociado con la creación de una red secreta establecida en Turquía por Mustafa Kemal Atatürk en 1923. Aunque ahora esa “red secreta” actúa en paralelo al gobierno legítimo, muchas veces cometiendo actos de corrupción. En España llaman al Estado Profundo, acertada y elocuentemente, las Cloacas del Estado.

El mandatario estadounidense, que no es la única, aunque sí la principal personificación del Estado Paralelo, está incendiando el escenario internacional con múltiples acciones de las que dos serán objeto principal de mis comentarios a fondo: el menosprecio y brutal reducción de apoyo a organizaciones multilaterales -la “arquitectura” que hizo posible convivencia y progreso internacional, así fuera con turbulencias, en la última mitad del siglo XX y, casi, lo que va del actual. Asimismo, la tragedia de Gaza, escenario de la infamia, con miles de víctimas de una violencia imparable.

Sin que excluya de mi condena otras situaciones, graves, como la guerra en Ucrania con Trump aparentemente furioso y amenazando a Putin, quien, diríase que le toma el pelo, mientras la guerra destruye ciudades y cobra víctimas, no solo ucranianos, sino también rusos. Y una información, casi de vodevil, la de que Melania Trump ¡es la aliada, “ángel guardián” de los ucranianos y Ucrania en la Casa Blanca!

Estoy, igualmente, consciente de la importancia del tema migratorio, presente en todos los continentes, pero que a nosotros nos inquieta, de refilón la que se da en Europa, pues mal que nos pese, somos Occidente. Claro que la que nos llega directa al corazón, es la migración que trabaja y está siendo victimada en Estados Unidos, migración de compatriotas, de latinoamericanos -y también de otras regiones del mundo.

Por otro lado, Inquieta, angustia, indigna la amenaza y el mazazo de los aranceles que Donald Trump propina sin ton ni son a diversos países y que, en el caso de México, la espada de Damocles pende sobre nosotros, constreñidos a llegar a un acuerdo comercial en 90 días. Sheinbaum habló con Trump el 31 de julio y nuestros negociadores -Ebrard y un equipo- discutirán con sus pares estadounidenses y veremos. Mientras, nos enteramos del arancel de 25% a la India, “en represalia” por las cargas que Delhi impone a las importaciones de productos estadounidenses.

Y no se diga del arancel del 50 por ciento a Brasil, el más alto del mundo, “en castigo por estar juzgando a Jair Bolsonaro”, el expresidente, militar, que presuntamente tramaba un golpe de Estado. Según Trump, el juicio no es sino una “caza de brujas”, afirmación carente de todo sustento, además de que el mandatario se inmiscuye en asuntos internos de Brasil, en flagrante violación de su soberanía.

La inaceptable intromisión de Trump en los problemas de Bolsonaro ante la justicia y el perjuicio económico producido por el desmedido arancel a Brasil, se han traducido en un aumento de popularidad del presidente Lula, quien se dio el lujo de declarar que “ningún gringo -o sea, Trump- viene a dar órdenes a Brasil”. Por añadidura, dan oxígeno al brasileño, y nuevas esperanzas de ganar un cuarto mandato el próximo año, días antes de cumplir 80 años.

Y ya que hablamos de Brasil, permítaseme esta digresión, para señalar que nuestra región vive horas bajas políticamente hablando: la Marea Rosa, o sea, la izquierda, apenas cuenta con el Brasil. Con México tratando de “sobrevivir” de la embestida del vecino, por los aranceles, las organizaciones criminales y turbulencias internas, como la de nuestros izquierdistas del gobierno, descubridores de Europa y del Lejano Oriente, con sus exclusivos hoteles, restoranes, tiendas, etc., del más puro estilo neoliberal.

El resto de la izquierda latinoamericana es impresentable, con excepción de Chile: tanto Boric, que va de salida, como la candidata presidencial del partido comunista, Jeanette Jara, cuya actitud me impresionó favorablemente. Y también, desde luego, el guatemalteco Bernardo Arévalo. Los restantes son: el cubano Díaz Canel, que no amerita comentario, el colombiano Petro, supuestamente alcohólico y totalmente desorganizado, Maduro, manteniéndose en el poder con violencia, contra los resultados electorales en Venezuela, y el nicaragüense Daniel Ortega, ya un zombi -ido de la cabeza, trastabillante-, que cederá el poder a su pareja copresidenta, ridícula y esotérica.

La derecha tampoco tiene mucho de que presumir. Por ejemplo, Álvaro Uribe, pope de la derecha latinoamericana, acusado en su país Colombia de paramilitarismo, y encontrado culpable, por el tribunal que lo juzga, corrupción y soborno a testigos. Milei, en Argentina, además de sus serios problemas de gobierno, economía y justicia social, lambisconeando vergonzosamente a Trump, la ultraderecha europea ¡e Israel de Netanyahu! Y, otro más: Nayib Bukele, el carcelero de las prisiones en El Salvador, en las que hacinan a inmigrantes aprehendidos por el ICE (Servicio de Control de inmigración y Aduanas) estadounidense. El personaje también es presidente del país centroamericano.

La feroz campaña de Trump contra el multilateralismo lo ha llevado, por un lado, a menospreciar reuniones y conferencias en las qué por motivos obvios, la presencia e intervención del jefe de Estado norteamericano es importante. Podría decirse que es esencial. Por ejemplo, sus inasistencias o presencia marginal a las cumbres del G7 en Canadá y de la OTAN en los Países Bajos.

Lo ha llevado, por otro lado, a retirarse de la membresía -y por consiguiente, retirar su apoyo financiero- de instancias multilaterales universales, como la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), a partir de diciembre de 2026, entre otros motivos porque su programa ideológico “contradice la política exterior del “América First”, etc.

También se filtró el comentario de que la UNESCO prohijaba el antisemitismo. Pero, sería bueno saber que su directora general por dos períodos (que concluyen el próximo), Audrey Azoulay, supongo que francesa, es hija de André Azoulay, judío marroquí, consejero del rey Hassan II y, probablemente del actual monarca, Mohamed VI. Habría que añadir que esta seá la tercera vez que Estados Unidos se retira del Organismo: Reagan lo hizo en 1984, Trump en 2017, seguido por Israel, indignado por la admisión de Palestina como Estado miembro.

Concluyo con el tema precisamente de Palestina. Para hablar, en primer lugar, de Gaza, escenario de violencia y crímenes infames, al grado de que ONGs israelíes sostienen que tiene lugar un verdadero genocidio.

NUESTRO GENOCIDIO, Con este título la ONG israelí B’Tselem presenta un documentado informe sobre la ofensiva israelí en Gaza, al mismo tiempo que otro documento de una segunda ONG israelí, Médicos por los Derechos Humanos (PHR en sus siglas en inglés), también acusa al Estado hebreo de genocidio.

Por otro lado, la solución de dos estados para poner fin al conflicto israelo-palestino, que está en el fondo del genocidio y ya cumple más de siete décadas, recibió este lunes un fuerte apoyo en la ONU, durante una conferencia ministerial convocada por la Asamblea General, que fue boicoteada por Estados Unidos e Israel. La reunión fue presidida conjuntamente por Francia y Arabia Saudita, sirvió para se conozca que por lo menos 142 de los 193 miembros de la ONU reconocen al Estado Palestino.

Reciente información sobre el reconocimiento del Estado palestino, enlista a los siguientes: Francia, Canadá, Reino Unido, Australia y otros miembros de la Unión Europea como Irlanda, España, y Noruega. Además, varios países del G20, como Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, México, Rusia, Arabia Saudita, y Sudáfrica. Comentario interesante, la propuesta de que México reconociera a Palestina aparece en el programa de gobierno de Xóchitl Gálvez.

Punto final, el común de la gente en Israel, mal informada de mala fe, se opone al reconocimiento de Palestina, pues lo considera un premio a Hamas y no el acto de justicia que es para los palestinos.