Los Universitarios hablan es un espacio abierto a la comunidad estudiantil, la que cursa la licenciatura en las instituciones de educación superior; inicialmente las que funcionan en la Ciudad de México. Pretende ser un espacio en el que los universitarios opinen libre y responsablemente sobre temas de actualidad.

En esta entrega participa José Luis Cruz Leyva, estudiante de la Escuela Libre de Derecho. Da su visión respecto de un tema específico y actual: el poder judicial de la cuarta transformación.

Elisur Arteaga Nava

 

Un Poder Judicial Transformado

 Por José Luis Cruz Leyva, ELD

 

Heráclito decía que nadie se baña dos veces en el mismo río. Esta frase refleja el pensamiento del filósofo griego con relación al cambio constante en el que vivimos, nada permanece y, a su vez, lo único que permanece es el cambio.

Esta idea, aunque milenaria, cobra hoy renovada vigencia ante los acontecimientos recientes del Poder Judicial. Los cambios orquestados por el poder en turno empezaron con una reforma judicial y culminaron hasta este momento con las últimas sesiones llevadas a cabo por las Salas de la SCJN.

El 6 de agosto de 2025 se realizó la última sesión de la Segunda Sala de la SCJN. El ministro presidente de la Sala, Javier Laynez Potisek, visiblemente conmovido, agradeció con voz entrecortada y con un profundo sentimiento de lastima y, quizás, también de nostalgia, a los Secretarios de Estudio y Cuenta y al personal jurisdiccional por todo el trabajo realizado.

Pocos días después, el 13 de agosto de 2025, la Primera Sala celebró lo que sería su última sesión, dando así fin a una era marcada por precedentes de suma relevancia. La ministra Presidenta de la Sala, Loretta Ortiz Ahlf, expresó de manera muy atinada que “sus sentencias transformaron vidas, impactaron comunidades enteras, respaldaron las luchas de colectivos invisibilizados, dejando huella en generaciones futuras”.

Si bien es sabido que un cambio dentro del Poder Judicial y de la Corte era necesario, la pregunta que hoy nos confronta es si la reforma judicial aprobada verdaderamente era la respuesta o la transformación que el Poder Judicial requería.

La respuesta a esta pregunta puede tener posturas divergentes, entre ellas, la postura de quienes ingeniaron el nuevo sistema, que sostiene que el Poder Judicial siempre estuvo lleno de nepotismo y de corrupción, aunado a que magistrados, jueces y ministros eran lejanos de la ciudadanía. Para ellos, la solución era clara: un sistema de elección por voto popular.

Por otro lado, quienes han estado dentro del Poder Judicial y han vivido de cerca la reforma, sostienen que esta no era ni la respuesta ni la reforma que se necesitaba, porque si bien el Poder Judicial tenía problemas y deficiencias, aun así, siempre cumplió con su finalidad, el brindar justicia y dictar sus sentencias conforme a derecho.  Desde esta perspectiva la reforma judicial es sólo un intento más de las fuerzas políticas de cooptar al Poder Judicial.

En efecto, nadie puede negar los defectos dentro del Poder Judicial, desde riñas internas entre algunos magistrados para obtener la presidencia del Tribunal y de esta forma operar el turno de ciertos asuntos, hasta consejeros del propio Consejo de la Judicatura Federal amañando asuntos con magistrados y jueces.

El panorama con relación al ahora “viejo sistema” no era tampoco del todo bueno, pero si con el anterior modelo ya existían fallas, con el nuevo sistema de elección la podredumbre únicamente va a salir a flote.

No podemos ignorar el hecho de que muchos de los nuevos magistrados, jueces y ministros tuvieron que aliarse con fuerzas políticas para negociar, transigir y llegar a acuerdos, entonces, ¿Qué nos asegura que aquellos que se reunieron con agentes políticos no fallaran en un futuro a su favor?, porque si algo es de conocimiento general dentro del juego de la política y del poder es que favor con favor se paga.

Estos nuevos juzgadores ¿Serán capaces de transitar por el gran pantano que es la política y salir impolutos? o ¿Se perderán dentro de ese gran pantano que es la política?, sin saber cómo salir de ahí.

Otro tema de suma importancia es el relacionado con la entrada de una nueva Corte, nuevos ministros y, por lo tanto, una nueva forma de juzgar con trayectorias y afinidades políticas ya conocidas.  Sabemos que varios de ellos, incluido el futuro ministro presidente de la Corte, han tenido conversaciones con el poder político hegemónico.

Las interpretaciones que le podamos dar a estas reuniones son variadas y algunos podrían replicar ¿Qué tan distinto es eso a lo que hacían los ministros reuniéndose con los factores reales de poder para llegar a ese puesto?, porque la pregunta en sí esconde una verdad a la que no podemos rehuir, para llegar a ser ministro, aún antes del nuevo sistema, era necesario “hacer campaña”, pero entonces ¿Qué distingue a los ministros del antiguo régimen con los del nuevo régimen?

La respuesta a esta pregunta no es sencilla, casos como los del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá y la ministra Ana Margarita Ríos Farjat son prueba de que puedes cruzar el pantano y salir inmaculado.

Sin duda alguna los nuevos ministros tendrán que enfrentarse a un enorme reto una vez que entren en funciones, demostrar que su imparcialidad se mantendrá intacta. Definitivamente dicho reto no es sencillo porque si sumamos a ello la desaparición de las Salas, las cuales en su momento se crearon para distribuir la carga de trabajo y la especialización en las materias, el problema se exacerba.

¿Cómo hará frente esta nueva Corte a la gran cantidad de asuntos (se aproxima que son más de 8,000) que están pendientes de resolver sin sacrificar la agudeza técnica que siempre ha caracterizado a la Corte en la resolución de sentencias?

La verdad es que son muchas las preguntas que nos podemos llegar a hacer y, muchas de ellas, aún están pendientes de responderse, por lo que para este momento lo único que queda es esperar y observar como las cosas se desenvolverán y se desarrollaran después del 1 de septiembre de este año, porque sin duda alguna el cambio que se está viviendo es trascendental e histórico y los resultados de este marcaran una nueva etapa y un nuevo horizonte para la justicia constitucional.

Por último, me gustaría traer a colación una frase cuya autoría se desconoce, pero que, sin embargo, resulta muy reveladora y acorde a la situación actual: “No se puede cambiar el curso de la historia a base de cambiar los retratos colgados en la pared”, los cambios superficiales no son suficientes, transformaciones verdaderas sí.

IG: @joseleyval