A Trump, la estrategia con la presidente de México le sigue dando buenos resultados. El pasado 31 de julio, al cumplirse el pazo que fijó el presidente de Estados Unidos a México para imponer el 30 por ciento de aranceles a menos que demostrara que las acciones de política pública en materia de seguridad y de contención de los migrantes están siendo eficaces, el mandatario estadounidense volvió a conceder un plazo más, de tres meses, para nuevamente amenazar con imponer aranceles a las mercancías que México exporta hacia los Estados Unidos.
En México se aplaudió la acción de la presidente calificándola como una victoria diplomática, por la magnífica comunicación telefónica con su homólogo americano y el haber logrado evitar la imposición de aranceles adicionales sin que oficialmente en México se dieran a conocer las condiciones exigidas para dicho aplazamiento, pero el reporte oficial en Estados Unidos señala las diversas exigencias de ese gobierno al mexicano, entre los que se enlistan algunas barreras no arancelarias que hay en México.
La exclusividad estatal en la extracción del Litio según la ley del 2022 que reservaba al Estado dicha actividad, ahora deberá permitir hasta un 49 por ciento de participación privada. La apertura del sector energético y CFE sin barreras debiendo permitir la inversión del sector privado para la generación importación y distribución de energía hasta ahora bajo el control de CFE y PEMEX. La aceleración de registros para dispositivos farmacéuticos y médicos. Para el sector agropecuario, el uso de glifosato en la agricultura, permitir el acceso total a las papas frescas, así como los productos OGM como maíz y algodón transgénicos, a este respecto debemos señalar que los agricultores mexicanos desde hace más de 10 años han entablado litigios para impedir la importación tanto de papas frescas como de productos transgénicos. La cuarta transformación había tomado como bandera la prohibición del maíz transgénico con el lema “sin maíz no hay país”. Hubo propuestas legislativas y decretos presidenciales encaminados a dicha prohibición.
En la actual administración, el tema de la seguridad y de migración, acompañados de los aspectos económico-comerciales han ocupado el lugar central de la agenda binacional. Derivado del T-MEC Estados Unidos y Canadá son nuestros principales socios comerciales. Sin embargo en el pasado no ha habido por parte del gobierno mexicano un manejo muy diplomático con lo que respecta a la buena relación entre los dos países, entre otros porque pone en entredicho la confianza en la cooperación sobre seguridad y combate a la delincuencia organizada en el tráfico de fentanilo hacia el norte; las declaraciones populistas viscerales y poco cuidadas de la presidente, en las mañaneras, no son muestras de buena voluntad diplomática; las relaciones de México con el gobierno de Trump no parecen continuar con el pie derecho y se vislumbran como difíciles en los cuatro años que coincidirán en sus gobiernos ambos presidentes.
La Presidenta de México, después de diez meses en el gobierno en el cual ha atendido asuntos internos prioritarios, tiene que afrontar una realidad: El grave problema de narcotráfico y delincuencia organizada que está tomando otras dimensiones por la forma como perturba el tejido social en todos los niveles sociales y políticos de México y que repercute en Estados Unidos, país en donde las estructuras de gobierno se dan cuenta de la manera catastrófica como se está manejando nuestro país y el probable deterioro de las condiciones de gobernabilidad, lo que pudiera provocar para ellos, tener un vecino país convulsionado por el imperio del crimen organizado y bajo una crisis constitucional y política; mientras tanto en Estados Unidos la prensa advierte que las actividades de los carteles complican las negociaciones Trump- Sheinbaum y si en México no se combate con mayor fuerza que arrojo resultados que impacten, Trump y su gabinete están dispuestos a una intervención unilateral con drones y ataques directos desde el aire a los laboratorios de drogas.
Donald Trump ha declarado su intención de no solo realizar la revisión periódica del T-MEC sino de someterlo a una revisión integral. Lo que pudiera llevar a una modificación de toda su estructura y no solo del contenido técnico dado que Trump parece buscar el desmantelamiento de un modelo trilateral para obtener ventajas con cada negociación de forma individual.
Por otro lado, las presiones de Estados Unidos hacia México, trascienden la esfera económica, los temas de crimen organizado, tráfico de fentanilo y seguridad están sobre la mesa de negociaciones. Aumentando la presión a México para lograr resultados verificables en su combate al crimen organizado, a sabiendas que la declaración de los cárteles como organizaciones terroristas, faculta a los Estados Unidos a intervenir en territorio mexicano. Así, los temas de seguridad se convierten en punto de presión y negociación en el tablero geopolítico bilateral.
Con los niveles de participación en las organizaciones criminales de los actores políticos que se han ido revelando –Hernán Bermúdez Requena, señalado como líder del cártel “la barredora”, por ejemplo– la estrategia de seguridad se percibe difícil y con poca credibilidad, comprometiendo los resultados entregables en 90 días.
Como simple suposición, el Estado de Derecho en México, con un escenario en el que miles de nuevos funcionarios judiciales mayormente sin experiencia y sometidos a la voluntad del Ejecutivo, integran el nuevo Poder Judicial Federal, que genera un clima de incertidumbre jurídica para las inversiones extranjeras y al ser uno de los puntos sobre la mesa de negociación, la participación de inversión norteamericana en CFE, PEMEX y LITIOMEX, se vería dudosa, ya que solo se tienen 90 días para generar condiciones que satisfagan las exigencias de Trump.
Ante la prórroga, que se antoja como la zanahoria que nos haga caminar, necesitamos una reacción de la ciudadanía que se involucre en la reconstrucción del Estado de Derecho y de nuevas instituciones que garanticen a los mexicanos vivir en una auténtica democracia participativa con justicia, seguridad y paz social. No esperemos que el “Capitán América” gringo nos salve, debemos hacernos responsables de nuestra realidad y tomar las riendas de nuestro futuro.