¿Te imaginas a un ser vivo que, en lugar de enfermarse por la radiación, la use como si fuera un desayuno? Pues, ¡existe y está en Chernóbil! En la zona de exclusión, un lugar que suena a película de terror por los altos niveles de radiación, está creciendo un hongo muy especial que, literalmente, se come la radiación.

Los científicos lo descubrieron en 1991, pegado a las paredes del reactor. En lugar de huir de la radiación, este hongo negro parece sentirse a gusto en ella. El hongo, llamado Cladosporium sphaerospermum, tiene un pigmento muy particular llamado melanina, el mismo que le da color a nuestra piel. Pero en este caso, la melanina no solo lo protege, sino que también es capaz de convertir la energía de la radiación ionizante en energía química, algo así como la fotosíntesis en las plantas, pero en lugar de luz solar, usan radiación. A este fenómeno se le conoce como radiosíntesis.

Se cree que la presencia de estos hongos en la zona de exclusión podría estar ayudando a descontaminar el área. Los científicos están emocionados, porque este descubrimiento podría tener aplicaciones increíbles. Por ejemplo, se podría usar este hongo para limpiar desechos nucleares, o incluso para proteger a los astronautas en el espacio. ¡Una capa de este hongo en sus trajes espaciales podría ser su mejor escudo contra la radiación cósmica! Así que, lo que parecía un lugar inhabitable, resulta que tiene un superhéroe microscópico que, poco a poco, lo va sanando.