La tierra prometida quedó atrás, solo se conserva en algunos segmentos del imaginario colectivo, los que aun creen en las palabras de un gobierno que dibuja un país maravilloso, gracias a su buena administración. Desgraciadamente la realidad nos pinta un panorama poco alentador, los colores alegres de los discursos, se vuelven grises cuando vemos la obra.

La herencia maldita que recibió Claudia Sheinbaum de su antecesor tiene dos tonos contradictorios; mientras por un lado se muestra un paisaje florido, listo para recoger una buena cosecha, donde el autor le da el privilegio de compartir esa representación, sin embargo, esa fachada se ha caído, dejando ver el rostro de la cruda realidad, un entorno opaco, deslucido y trágico.

Da la impresión de que cuando ocupó la silla presidencial el anterior inquilino de Palacio Nacional, interpretó el papel del flautista de Hamelin, al llevar tras él una multitud de ratones que hicieron de las suyas y, aun siguen incrustados en los alrededores.

Es curioso que esa cloaca se evidenciara desde el exterior; las autoridades norteamericanas han sido especialmente explicitas para señalar contubernios criminales que han destapado ligas políticas, empresariales y carteles dedicados a actividades ilícitas.

Existe la creencia de que, si ello no hubiera ocurrido, todo seguiría igual. El gobierno diciendo que todo va requetebién y, los morenistas, continuarían desarrollando las acostumbradas y lucrativas conductas.

Desde que comenzó la administración del presidente Trump, el gobierno mexicano ha tenido una serie de presiones donde inclusive ha sido calificado como un país donde mandan los carteles de la delincuencia organizada, en paralelo apuntan que no hacemos lo suficiente en materia de seguridad pública y se sienten insatisfechos al respecto a tal grado que decidieron tratar como terroristas a los carteles dedicados al narcotráfico, lo que les permite tomar acciones.

De todo ello, han surgido rumores sobre la existencia de una lista elaborada por los vecinos del norte de personas vinculadas con esas actividades, en la que supuestamente se encuentran gobernadores, funcionarios de alto nivel, militares de rango superior y empresarios, que ha sido presentada a las autoridades mexicanas para que proceda en consecuencia.

Al parecer y pese a una serie de elementos que acreditan de forma presuntiva la comisión de ilícitos por parte de políticos que ocupan importantes cargos, perteneciente a las filas de la cuarta transformación, la administración actual no tiene intenciones de aplicar la ley.

En esa medida se encuentra entre dos flancos, el seguir justificando y alabando la anterior administración y, por ende, continuar con la línea de complicidad, encubrimiento e impunidad o bien, cortar por lo sano y aplicar la legalidad, lo que derivaría en un rompimiento con el pasado.

Esta última opción,  por lo visto no parece un escenario viable, pues a pesar de las evidencias sigue con las excusas y los distractores, lo que significa la protección y continuidad, con un margen de maniobra que cada vez se reduce más; las presiones del vecino país no cesan y; la opinión pública en esos asuntos le es adversa, sin contar el desgaste y desprestigio como país.