Esta semana fue particularmente convulsa. El enojo se manifestó en diferentes formas: desde el resultado de la elección en Argentina, que representa un descalabro importante para Milei, pasando por las manifestaciones en Francia, hasta los incendios de los Parlamentos en Indonesia y Nepal, en este último, además se linchó a políticos del gabinete. Todo esto tiene algo en común y es el malestar por la opulencia, la ineficiencia, pero sobre todo la corrupción.
En todos los casos, el gatillo que detonó estas movilizaciones es la insensibilidad del gobierno, el suponer que no pasa nada y la constante corrupción. Por ejemplo, en Argentina la filtración de audios evidenciando la corrupción de la hermana de Milei lo hizo pasar de ser un símbolo de esperanza a más de lo mismo.
En Indonesia, el incremento salarial de los diputados y la ostentación de lujos han derivado en el caos. Mientras que en Nepal se vive un descontento muy violento por el estilo de vida de los llamados Nepo Kids, que son hijos de funcionarios que viven en la riqueza mientras el país tiene una de las tasas más altas de desempleo juvenil. También está el caso de Francia, que anuncia un recorte que incluye la congelación de pensiones y merma en condiciones salariales.
Esto nos deja varias lecciones. La primera es que es la correlación entre corrupción y gobernabilidad es inversamente proporcional, esto significa que, entre más corrupción, menos gobernabilidad, y entre más integridad, mayor gobernabilidad. Lo que se traduce en que la línea de flotación del gobierno está en la integridad y credibilidad, y cada vez menos vive en los acuerdos políticos cupulares; un joven con un buen discurso y el gas que presenta la corrupción pueden incendiar un país como pasó en Nepal.
La segunda lección es que el combate a la corrupción y la austeridad no son un tema de estética. La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, fue muy clara: “La austeridad no es un eslogan”. La realidad es que la opulencia erosiona la legitimidad y captura al Estado para los intereses más ruines.
En el caso de México, la continuidad de la Cuarta Transformación estará determinada por el combate a la corrupción y la austeridad, no solo del Gobierno, sino de todos aquellos que formamos parte del proyecto. Si partimos de que la 4T no solo es una ruta política, sino también un marco de valores y convicciones, resulta esquizofrénico tratar de acotarlo. Por eso los llamados que ha hecho la Presidenta Claudia Sheinbaum en los que ha señalado textualmente: “Mi opinión siempre será que el poder es humildad”.
En México tenemos la fortuna de tener una Presidenta íntegra, sensible y con una visión social, y eso es algo que el pueblo reconoce. Al primer año del gobierno, se cuenta con la mayor aceptación, no solo a nivel nacional, sino en todo el mundo, posicionándola como la segunda mejor mandataria del mundo, con la que vamos bien y vamos para mejor.
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