Recién se realizaron manifestaciones diversas con motivo del día 12 de octubre que nos remite a la llegada de Cristóbal Colón a lo que ahora es parte del continente americano, concretamente al Caribe, en otra época se hablaba del descubrimiento de nuestro continente, lo cual resulta falsario, porque en las tierras descritas ya habitaban sociedades con su cultura, religión y sus indagaciones en diversos rubros.

Hay cuestionamientos radicales como se esgrimieron en el sexenio anterior, incluso se exigió al gobierno español disculparse por la invasión contra pueblos originarios en el siglo XVI, en aquellos tiempos no existía México aunque si un conjunto de naciones en la franja llamada Mesoamérica.

Pretender hacer un revisionismo histórico con una evidente predisposición maniqueísta no creo sirva de mucho, somos una cultura abigarrada producto del mestizaje, conjunción de culturas. Habría que revisar con rigor los antecedentes históricos, si bien en los tiempos de la denominada conquista hubo actos aberrantes como la matanza del Templo Mayor que organizó Pedro de Alvarado y Contreras, también hubo españoles que dejaron un legado diferente como Vasco de Quiroga en Michoacán, artífice de los hospitales pueblo y Fray Bartolomé de las Casas en el sureste que denunció los crímenes de algunos españoles.

Al proceso de mestizaje el escritor y preceptor académico José Vasconcelos le denominaría como la raza cósmica, somos el producto de muchas mezclas que generaron una cultura mexicana, ello se puede percibir en muchos actos, tradiciones y representaciones que se hacen en nuestro país, por ejemplo el Día de Muertos como un asunto sincrético

México tiene tradiciones arraigadas, costumbres ancestrales que son parte fundamental de nuestra cultura, origen, rasgos que retratan un pasado que dialoga con el presente como sucede con el Día de Muertos investido por rituales, estampas coloridas y un gran listado de recuerdos con los seres queridos que ya no están.

Resulta anacrónico afirmar que el 12 de octubre se descubrió América, es tanto como ignorar contundentemente que el continente ya estaba habitado y que vivían diversas civilizaciones con sus propias leyes, artes y estudio de las ciencias. Aztecas, Mayas, Purépechas, Tlaxcaltecas, Totonacas y podríamos enumerar a muchas más hacia el norte y el sur.

Es conveniente volver a leer un libro clásico en nuestro país, como sin duda lo es El laberinto de la soledad del Nobel Octavio Paz, en el texto del escritor y poeta se indaga cuál es el origen sociológico de lo que somos, la actitud y comportamiento entre máscaras, celebraciones y dichos para buscar cómo se ha vertebrado nuestra identidad.

Procurar instalar un resentimiento traumático en donde se instale el rencor como argumento no genera nada edificante, es fabricar una narrativa inútil, México vive, es producto de múltiples visiones y costumbres que adquieren un estatus de leyes no escritas y son parte de nuestra cultura si lo analizamos desde una perspectiva antropológica.

No está por demás adentrarnos por la senda de la historiografía para indagar con mayor rigor nuestra historia como nación, el génesis de lo que somos y no decantarnos por el resentimiento que más bien conduciría a los discursos de odio.