Una vez más, la concesión del codiciado Premio Nobel de la Paz concita infinidad de reconocimientos y no pocos desacuerdos. No es extraño que este galardón, en cualquiera de sus categorías, que muchos descalifican de antemano (aunque in pectore lo desean sobremanera) provoque tantas discusiones, sobre todo en los tiempos que corren calificados como “de canallas”, y de “lobos disfrazados de ovejas” con los que quieren aparentar lo que no son. La entrega del Nobel de la Paz a la política y activista venezolana María Corina Machado Parisca, le dolió a muchos “salvadores del mundo”, lo que piensan que ellos y nada más que ellos son los poseedores de la verdad.

El asunto es claro: según lo dispuso el químico sueco Alfred Bernhard Nobel (1883-1896), en su testamento se deben entregar anualmente cinco premios en los campos de física, química, fisiología o medicina, literatura y paz…a “quienes hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad en cada campo independientemente de su nacionalidad”. La voluntad de Alfred Nobel de reconocer las cualidades de un ser humano en beneficio de sus congéneres dio pie para que sus propios familiares denunciaran el testamento donde creaba los Premios Nobel, denuncia, que como todos sabemos fue desechada por un tribunal. “Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos no hubiera”, dice el viejo refrán que como vemos años tras año reverdece, por unas o por otras razones. El noble deseo del inventor sueco fue que cada uno de los galardonados realmente lo mereciera.

El propósito era y es bueno, pero en más de cien años de historia —el primero se entregó en 1901–, sin duda ha habido errores (Errare est humanum: Errar es humano, como consigna Melchior de Polignac, en su libro Anti-Lucrecio), algunos productos de la propia condición humana y, otros, indudablemente de mala fe. El hecho es que el Nobel de la Paz 2025, se otorga en medio de un discusión que han fomentado los partidarios del régimen dictatorial de la República Bolivariana de Venezuela (desde el 19 de noviembre de 1999), dirigido por Nicolás Maduro Moro, que en un gesto que lo retrata tal y como es, descalifica a su opositora política de forma infantil como si se refiriera al coco, el fantasma con que se asusta a los niños: “Noventa por ciento de la población (de Venezuela) repudia a la bruja demoniaca de la Sayona”.

Con esta frase el sucesor de Hugo Chávez (que también se las traía con asuntos de santería cubana, tanto para los días felices como en los tristes) aludió a Corina Machado. Como breviario cultural, agregamos que La Sayona, es como los chavistas llaman a la nueva Nobel de La Paz. Tal y como sucede en México, con los chaneques, en Venezuela, La Sayona es una leyenda popular sobre el espíritu de una temida mujer que acaba con los hombres. Maduro, como sucedía con su antiguo patrón, les da por los espíritus, él habla con los pajaritos, y cosas así. Bueno, en otras partes, hay mandatarios que dicen “obedecer” la Constitución y la soberanía para salvar las apariencias. Cada quien con sus fantasmas.

Como sea, el caso es que el viernes 10 del mes en curso Jorgen Wayne Frydnes, presidente del comité Noruego del Nobel, manifestó que María Corina Machado Parisca “mantiene vive la llama de la democracia en medio de una oscuridad creciente”, aludiendo a su persistencia en un contexto de represión, pobreza y éxodo masivo. A juicio de los organizadores del premio, su trayectoria representa “uno de los ejemplos más extraordinarios de coraje civil en América Latina en tiempos recientes”.

El Comité Noruego del Premio Nobel en Oslo, anunció que la política y activista venezolana María Corina Machado Parisca fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025. Y dicho premio le fue otorgado por su “incansable trabajo en la permanencia de los derechos humanitarios del pueblo de Venezuela y por sus luchas por lograr una transformación justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.

Jorgen Watne Frydnes recalcó que la ex candidata presidencia de Venezuela es “una figura clave y unificadora”, en una oposición que antes estaba profundamente dividida frente al gobierno del presidente Maduro. Agregó: “en el último año, la señora Machado se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad. A pesar de las graves amenazas contra su vida, se ha quedado a vivir en el país, una Decisión que ha inspirado a millones de personas. Cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se levantan y se resisten”.

Corina Parisco, a su vez, dijo en una conversación telefónica con el Comité Noruego del Nobel: “Sólo soy parte de un gran movimiento…Me siento honrada, agradecida y privilegiada no sólo por este reconocimiento, sino también por formar parte de lo que está sucediendo hoy en Venezuela”.

“Creo que estamos muy cerca de lograr, por fin —agregó Corina—, la libertad para nuestro país y la paz para la región”; a la vez, señaló: “que a pesar de que enfrentemos la violencia más brutal, nuestra sociedad ha resistido”, y recalcó en optar por la lucha pacífica. “Creo que el mundo entenderá ahora lo urgente que es, por fin, tener éxito”.

De hecho, la historia de las últimas décadas demuestra, dígase lo que se diga, que el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro se ha convertido en el verdugo de sus enemigos, reales o inventados. Machado —que apenas el pasado martes 7 cumplió 58 años de edad—, buscaba ser la adversaria de Maduro en los comicios presidenciales del año pasado, pero el régimen bolivariano la descalificó.

En esas condiciones, Edmundo González Urrutia, diplomático, profesor y escritor, de 76 años de edad, que nunca había participado en elecciones de ningún tipo, ocupó el lugar que buscaba Corina y ganó de acuerdo a los votos, pero Maduro se adueña de los comicios —nunca presentó las actas de la votación—, y ordenó una represión generalizada, arrestos y violaciones de derechos humanos. La persecución de la disidencia creció verticalmente después de que el Consejo Nacional Electoral venezolano, al servicio de Maduro, lo declaró vencedor no obstante las pruebas creíbles que señalaban lo contrario.

Lo que siguió después es historia conocida por propios y extraños. Las protestas menudearon en todos los puntos cardinales y el gobierno las reprimió con particular saña, con un balance de 20 personas muertas. Lo que, significó la suspensión de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y varios países, incluida Argentina.

Al sur del continente, los presidentes de izquierda Gustavo Francisco Petro Urrego, de Colombia, y Gabriel Boric Font, de Chile, han sido críticos agudos del régimen de Maduro, sobre todo después del fraude electoral de 2024, lo que llevó al chileno a romper de facto las relaciones diplomáticas con Caracas.

Con la prudencia del caso, dadas las fronteras que comparte con Venezuela, Pero Urrego felicitó a María Corina con estos términos: “Espero que ayude a que su país consiga el diálogo para mantener la paz”.

El caso de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum que sigue manteniendo en muchas formas el comportamiento de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, con su falta de comentario sobre el otorgamiento del Nobel a la señora Machado, dijo algo más que si lo hubiera criticado. Así son las cosas y no se pueden mistificar. Para la 4T, Cuba y Venezuela son intocables. Ese es su bando en la historia. Para eso tienen a su disposición a la Doctrina Estrada. El caso Perú lo comprueba.

No todo es miel sobre hojuelas. Algo empaña el suceso. María Corina Machado dedica el galardón al presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, que en los últimos días se autopromovió para ser el recipiendario del citado premio por “acabar con siete guerras y la de Gaza”. Algunos dicen que la decisión de Machado fue una jugada maestra”, opino lo contrario, en todo caso, pudo haberlo hecho de otra forma si quería congraciarse con el mandatario. María escribió en X: “Estamos en el umbral de la victoria. Hoy, más que nunca, contamos con el presidente Trump, el pueblo de EUA, los pueblos de América Latina y las naciones democráticas del mundo como nuestros principales aliados para lograr la libertad y la democracia. Dedico este premio al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa”.

Como es de suponerse, Trump manejó la nota de Corina a su manera. Lo cual fue aprovechada por los bolivarianos para ensuciar la decisión del Comité Noruego del Premio Nobel de la Paz””. Error de la venezolana que todavía le puede crear más de un problema.

Todo mundo sabe que María Corina vive en la clandestinidad y no se le ha visto en público desde el mes de enero pasado. Un tribunal venezolano emitió una orden de arresto contra Edmundo González Urrutia por la publicación de los resultados electorales. España le concedió asilo.

Más de 800 personas están en prisión en Venezuela, por motivos políticos, según el grupo de defensa de los Derechos Humanos Foro Penal. Decenas de esos presos participaron en la campaña presidencial de Machado. Algunos de sus colaboradores más cercanos, incluidos su jefe de campaña, evitaron la prisión refugiándose durante más de un año en un recinto diplomático en Caracas. Estuvieron allí hasta el mes de mayo, cuando huyeron a EUA.

Los contrarios de la oposición en Venezuela no escatimaron ningún epíteto en contra de María Corina, como Luis Hernández Navarro en su artículo publicado en La Jornada el martes 14 del presente: “La entrega de la presea a la política opositora venezolana María Corina Machado representa el último episodio de una vieja tragicomedia. No hay nada en su trayectoria. Como no hubo en sus predecesores, los golpistas Pedro Carmona y Juan Guaidó, mérito personal alguno para recibir el premio…El Nobel a María Corina es el más reciente intento de fabricar una figura que justifique una invasión militar a Venezuela y entregue el petróleo a las compañías estadounidenses. Es la cara bonita de la “democracia de las cañoneras”, a quien quieren presentar como una moderna Juana de Arco. Falta a ver lo que dice el pueblo venezolano”.

Machado se convierte, si es que no le retiran el galardón por alguna anomalía en la selección como pretenden algunos directivos de apuestas mundiales, en la vigésima mujer en ganar el Premio Nobel de la Paz, de las 112 personas que han sido reconocidas como tales. Como sea, la suerte de la “Dama de Hierro venezolana”, como le llama el secretario de Estado de EUA, Marco Rubio, está en latín: Alea jacta est. No hay retorno, es irreversible. Ya cruzó el río Rubicón. VALE.