Con la promesa de impulsar un “capitalismo para todos” el senador demócrata cristiano más cercano a la derecha que al centro, Rodrigo Paz Pereira, el domingo 20 de octubre fue elegido presidente para un periodo de cinco años del Estado Plurinacional de Bolivia. En la partida final de la segunda vuelta —la primera tuvo lugar el 17 de agosto—, Paz obtuvo el 54.58 por ciento de la votación, derrotando al ex presidente boliviano neoliberal Jorge Tuto Quiroga Ramírez, que solo alcanzó el 45.4 por ciento de la misma. Con estos comicios se puso fin a casi dos décadas de la hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), del controvertido socialista Juan Evo Morales Ayma, el político de ascendencia ayma que fue presidente del país desde enero de 2006 hasta noviembre de 2019.
Las elecciones bolivianas fueron claras. El Tribunal Supremo Electoral precisó que los comicios tuvieron una afluencia de entre 85 por ciento y 89 por ciento. El padrón electoral cuenta con 7.9 millones de sufragantes. Según encuestas anteriores a los comicios, la principal preocupación para el 80 por ciento de los bolivianos es el curso de la economía nacional. Por lo mismo, el nuevo gobierno se enfrenta a la peor crisis en cuatro décadas: Inflación del 23 por ciento, pérdida del valor de la moneda (el boliviano, que desde 1987 reemplazó al antiguo peso) y escasez de reservas internacionales.
Así las cosas, enfrentar las crecientes obligaciones de deuda externa es quizás la prueba más inmediata de la siguiente administración. Bolivia debe pagar en marzo próximo 333 millones de dólares por un euro bono comprometido para el 2028.
También debe cubrir más de 400 millones de dólares en pagos durante los dos años siguientes, y otros 677 millones de dólares en 2028. Además de restaurar el crecimiento económico, tras una contracción de 2.4 por ciento en la primera mitad del año en curso. Un panorama nada halagüeño, marcado por la escasez de combustible, el incremento en los precios de los alimentos en general y el desempleo.
El cambio mostrado en estos comicios por el pueblo boliviano es indudable. Los aspirantes de la izquierda ni siquiera alanzaron la segunda vuelta. El balotaje se disputó entre una opción de derecha y la otra de centro derecha. Es el fin de la era socialista, el fracaso de un gobierno cargado a la izquierda. De alianzas basadas en el poder “popular y la ideología”, de un estilo personal de gobernar, que al final cae por los errores del líder, que incluso es acusado por delitos de mala catadura.
Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), es calificado como de centro derecha y representa un giro decisivo respecto a lo que Evo Morales encarnaba. Llega al poder pese a los augurios de las encuestas que cuando mucho lo colocaban en el tercer lugar. En su primera conferencia de prensa después de conocer su triunfo, el hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora (que gobernó Bolivia de 1989-1993), dijo: “Bolivia vuelve a recuperar, paso a paso, su escenario internacional…Hay que abrir Bolivia al mundo, retomar un rol…La ideología no da de comer. Lo que da de comer es el derecho al trabajo, son las instituciones fuertes, es tener seguridad jurídica, el respeto a la propiedad privada, lo que da de comer es tener certidumbre en tu futuro. Y eso es lo que queremos trabajar…”. Así el presidente electo se comprometía con la familia boliviana, con la patria y con Dios, al tiempo que anunciaba priorizar la seguridad jurídica y el respeto a la propiedad privada.
En la euforia del triunfo, Paz Pereira no olvidó, en sus primeras palabras mantener los programas sociales y promover el crecimiento propiciado por el sector privado. Al mismo tiempo, aprovechando la felicitación del subsecretario de Estado de Estados Unidos de América (EUA), Christopher Landau —a nombre del presidente Donald John Trump que le manifestó su respaldo—, definió su posición respecto a la gran potencia: “Vamos a llevar adelante una relación estrecha con uno de los gobiernos más importantes del ámbito mundial, ser parte de las soluciones para que a partir del 8 de noviembre (día de su asunción presidencial) a Bolivia no le falten sus hidrocarburos”. Gesto que seguramente lo acarreará críticas de los regímenes de izquierda del continente.
Celoso de su nacionalidad, aunque por razones del exilio de su padre nació en Santiago de Compostela, Galicia, España, en 1967 —lugar de origen de su madre Carmen Pereira Carballo, primera esposa de su progenitor—, Rodrigo Paz recordó el día de su triunfo electoral que ninguno de los presidentes de los presidentes de los países fronterizos de Bolivia, el país que no tiene salida al mar: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, visitó Bolivia el pasado 6 de agosto, con motivo de las celebraciones por el bicentenario de su independencia en 1825.
Al respecto, el próximo presidente boliviano afirmó: “Perdimos geopolíticamente y geoeconómicamente, no puede ser que el 6 de agosto en los 200 años de la patria no haya venido un solo presidente fronterizo a visitarnos. Es como no ir a visitar a un hermano o hermana en su cumpleaños. Esto no puede volver a ocurrir en Bolivia”, lamentó.
La desilusión de los bolivianos en los gobiernos de izquierda se agravó con la presidencia de Luis Arce Catacora, antiguo amigo de Evo Morales desde antes de que éste llegara al poder en 2006. Pero desde hace tiempo empezaron sus diferencias políticas, culminando con el ciclo que pasó de la bonanza propiciada por la nacionalización del gas a la caída dramática de la producción gasera que prácticamente secó la fuente de divisas para sostener una política de importación de combustibles que se venden subsidiados en el mercado interno.
Arce dejará al poder el 8 de noviembre y ese día empezará la era demócrata cristiana de Rodrigo Paz, cuyo gobierno empezó el 8 de noviembre de 2020 después de ganar las elecciones generales. Su gobierno agotó los dólares de la reserva. Aunque ha declarado que deja una administración con posibilidades de recuperarse, lo cierto es que el país está en recesión.
Bolivia tuvo varios años de crecimiento, pero los buenos tiempos de la economía terminaron, el Banco Mundial proyecta para el único país sudamericano sin litorales una recesión que durará por lo menos hasta 2027, mientras que la inflación alcanzó un 23 por ciento interanual en septiembre.
Al respecto, Daniela Osorio Michel, politóloga del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales, advirtió antes de los comicios: “Si quien sale vencedor no realiza medidas que vayan a apoyar al sector más vulnerable, eso puede desembocar en un estallido social”.
Con esta perspectiva, Rodrigo Paz tendrá 16 votos en el Senado y 49 en la Cámara de Diputados. No cuenta con una mayoría que le permita gobernar sin sobresaltos. Todo dependerá de su habilidad y de los resultados de la administración a corto y mediano plazo. Internacionalmente no parece que Paz pueda encontrar enemigos declarados aunque tampoco aliados condicionales. Un rol con posibilidades de sortear los problemas desde el principio de gobierno, al menos en el papel, en un escenario político actual en el que los extremismos están a la vuelta de la esquina. Sin que esto signifique que pueda echar las campanas a vuelo.
De tal forma, las felicitaciones no abundaron, pero por lo pronto Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Trinidad y Tobago, encabezados por Estados Unidos de América —con la que se reanudarán las relaciones diplomáticas interrumpidas desde 2008 declaró Paz; Evo Morales expulsó al embajador estadounidense en turno acusándolo de apoyar a los implicados en un complot en su contra–, felicitaron al presidente electo en Bolivia y el “firme compromiso” del pueblo boliviano con la democracia y se declararon “preparados para apoyar los esfuerzos” del gobierno entrante para “estabilizar” la economía del país.
En un documento difundido por el Departamento de Estado de EUA, con naciones gobernadas por mandatarios cercanos a Donald John Trump, no están incluidos otros países de la región como México, Brasil, Colombia o Canadá. Sobre el particular, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, no ha felicitado en su mañanera al presidente electo Rodrigo Paz, aunque sí hizo una reflexión sobre la unidad de los partidos en unas elecciones, y dijo que esa se pierde cuando hay divisiones dentro una organización política.
En el referido texto del Departamento de Estado de EUA, también se afirma: “El 19 de octubre el pueblo boliviano hizo escuchar su voz de manera decisiva. Este resultado refleja su voluntad de abrazar el cambio y trazar un nuevo rumbo para su nación y nuestra región, marcando un alejamiento de la mala gestión económica de las últimas dos décadas”.
“Los países signatarios —agrega el texto—, están preparados para apoyar los esfuerzos de la administración entrante para estabilizar la economía de Bolivia y abrirla al mundo, fortalecer sus instituciones democráticas, impulsar el comercio y la inversión internacional, y profundizar su compromiso con socios regionales y globales en una amplia gama de temas importantes”.
Además, los firmantes se dicen “comprometidos a trabajar de manera estrecha” con Paz Pereira y su gobierno “para avanzar en los objetivos compartidos de seguridad regional y global, prosperidad económica y crecimiento que beneficien a todas nuestras naciones”.
Paz sabe, que el alto porcentaje de la población indígena en Bolivia tiene muchos rostros y no todos están tranquilos con su arribo al poder. De tal suerte, la estrategia de campaña y las promesas en los discursos de victoria se han dirigido a ellos. Su formación como economista, no lo aleja de la política, fue alcalde de Tarija —el lugar de origen de su familia, fundada con el nombre de San Bernardo de la Frontera de Tarija al sur de Bolivia—, de 2015 a 2020, y es senador del Estado Plurinacional.
Además, los adversarios le señalan que su handicap es, posiblemente su principal defensa, ser descendiente de una destacada familia en la historia política boliviana. Para muchos, quizás demasiado influyente. Hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora (personaje de muchas facetas, desde sus tiempos de seminarista), y haber nacido (22/IX/1967) en Galicia, España, en Santiago de Compostela, tuvo que empezar varias veces de cero porque su familia, en el exilio, se veía obligada a cambiar de domicilio a menudo, Argentina, Chile, Perú, Venezuela y Panamá, entre otros, perseguida por dictaduras militares.
Uno de sus tíos abuelos, Víctor Paz Estenssoro, fue cuatro veces presidente de Bolivia (1952-1956/ 1960-1964/ agosto de 1964 a noviembre de 1964 y 1985-1989), artífice del voto universal y la reforma agraria, y en su primer gobierno inició la Revolución Nacional. Otro tío, Néstor Paz Zamora fue militante del Ejército de Liberación Nacional y murió de Inanición en 1970 en la guerrilla de Teoponte, inspirada en la vida de Ernesto Che Guevara. Y su padre, Jaime Paz Zamora fue un de los líderes más influyentes de la transición democrática en el país. Personaje de polendas.
El otro problema no menor que tendrá que enfrentar Rodrigo Paz, es el de Evo Morales, que no dejará de inmiscuirse en la política boliviana. Eso se verá muy pronto. Bolivia debe conocer un buen destino. Por lo pronto, Paz anunció que no invitará a su toma de posesión a los presidentes de Venezuela, de Nicaragua y de Cuba. Y si lo hizo con la nuevo Premio Nobel de la Paz, la luchadora venezolana María Corina Machado Parisca. VALE.

