El homenaje que el gobierno estatal de Guerrero encabezado por Evelyn Salgado y la presidencia municipal de Huitzuco realizaron a Rubén Figueroa Figueroa no solo es un error político: es una afrenta, una burla. Cuando vi la noticia, pensé —como muchos— que se trataba de un meme, de uno más de esos montajes virales que circulan en redes para caricaturizar la política guerrerense. Pero no. El homenaje ocurrió, fue real y, para colmo, vino acompañado de un comunicado oficial que solo profundizó la ofensa: “la fecha está en el calendario cívico”, dijeron, como si ese calendario fuera una tabla sagrada heredada de los dioses y no una construcción humana sujeta a revisión. Después remataron despidiendo a la responsable de cultura del municipio, como si una funcionaria municipal hubiera sido la autora intelectual de semejante despropósito.
El fondo del problema es más grave que un acto ceremonial. Rubén Figueroa Figueroa no fue un gobernador polémico ni un político “con claroscuros”; fue uno de los personajes más siniestros de la historia contemporánea de Guerrero. Su legado está manchado de represión sistemática, persecución a movimientos sociales, autoritarismo, corrupción y violencia de Estado. Fue responsable directo de la guerra sucia en Guerrero, del arrasamiento de comunidades enteras, del asesinato de Lucio Cabañas y de la brutal persecución contra toda expresión de disidencia. No hay forma de edulcorar esa trayectoria. No hay homenaje posible sin traicionar la memoria de las víctimas.
Por eso la indignación no tardó en aparecer: sobrevivientes de la guerra sucia, organizaciones de derechos humanos, militantes históricos de la izquierda y voces internas de Morena expresaron su repudio. La Comisión de Derechos Humanos hizo lo propio. La exigencia es clara: no solo una disculpa pública, sino una investigación política y ética dentro del partido. Las instancias de honor y justicia de Morena no pueden guardar silencio ante semejante atropello. Si lo hacen, avalan una ofensa que hiere profundamente a Guerrero y contradice décadas de lucha democrática.
Lo más preocupante es que este episodio revela la inmadurez política de un gobierno que llegó sin experiencia y que parece no aprender. Nadie esperaba que Evelyn Salgado fuera una administradora brillante: su candidatura surgió como respuesta exprés al veto contra su padre, Félix Salgado Macedonio, quien sin pudor alguno la promovió como reemplazo a pesar de que ella nunca había ocupado un cargo público y cuya trayectoria profesional distaba por completo de la política. Pero incluso para una curva de aprendizaje empinada, este error es estratosférico. ¿Cómo es posible que nadie en su círculo cercano —ni siquiera su padre, operador político de décadas— advirtiera la dimensión del despropósito? ¿En qué mundo puede considerarse homenajeable un represor responsable de algunas de las páginas más oscuras del siglo XX guerrerense?
Guerrero merece memoria, justicia y dignidad, no homenajes a verdugos. Y un gobierno que se dice de izquierda no puede permitirse confundir la historia con propaganda ni la ignorancia con ingenuidad. Este error no admite matices: debe corregirse con acciones firmes, no con boletines que insultan la inteligencia. Eso pienso yo, usted qué opina. La política es de bronce.
@onelortiz

