En las elecciones presidenciales chilenas, celebradas el 14 de noviembre, ninguno de los candidatos contendientes obtuvo el 50 por ciento de los sufragios. En vista de ello, la ley exige una segunda vuelta, el 14 de diciembre, en la que se enfrentarán únicamente los dos candidatos con el mayor número y porcentaje de votos.

Se trata de la candidata comunista Jeannette Jara, que obtuvo el 26.67 por ciento de los sufragios y del ultraderechista José Antonio Kast, que alcanzó el 24.19 por ciento. Del resto de los competidores merece destacarse a otro ultraderechista, libertario, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei, de la derecha tradicional, empatados en cuarto lugar y quienes, de acuerdo a los analistas, son los grandes perdedores de la jornada. En cambio, la gran sorpresa de la noche fue el populista de derechas Franco Parisi que, como en las presidenciales de 2021, va en tercer lugar, con el 18,4 por ciento.

Para un buen número de analistas “está cantado” el triunfo de Kast, este sheriff, como lo llama el diario Le Monde, en la segunda vuelta de los comicios. De 59 años, personaje elegante y amable, católico ferviente, contrario al aborto y al matrimonio homosexual. Simpatiza con el Pinochetismo, aunque condena sus violaciones de los derechos humanos. Ofrece atacar la inseguridad pública, incluso creando prisiones estilo Bukele. Se propone, asimismo, ejercer un férreo control de la inmigración, que enfrenta a la masiva diáspora venezolana y a los bolivianos decepcionados de la izquierda de Evo Morales y que buscan mejores condiciones de vida. Es, como era de suponerse, un adepto de la Motosierra de Javier Milei y los recortes brutales en la desfalleciente economía argentina, que hoy vive del oxígeno gravoso de Trump.

Jeannette Jara, la candidata comunista de 51 años a la presidencia de Chile, tiene una historia en la que destaca, para empezar, su origen modesto: nacida en un hábitat precario, hija de un mecánico y de un ama de casa, es la mayor de cinco hermanos. Para financiar sus estudios tuvo que laborar como trabajadora agrícola estacional y vendedora ambulante. A los 14 años, en plena transición democrática de Chile, ella se afilió a las juventudes comunistas. Inició sus estudios de derecho en la Universidad Católica de Chile y los continuó en la Universidad de Santiago; y figuró como líder estudiantil. Se graduó en derecho, administración pública y, con grado de maestría, en gestión pública. Ministra de Trabajo en el gobierno actual, de Gabriel Boric, ha tenido una gestión brillante. A diferencia de Kast, no condena a la inmigración. Y, cuestión interesante, ha tomado distancia de Venezuela y Cuba -incluso ha reconocido que hay presos políticos en la Isla.

A pesar de los pronósticos en contra, Jeannette Jara tiene un indiscutible carisma -reconocen los analistas políticos- experiencia en luchas desiguales y seguramente negocia el apoyo de Franco Pisani, singular candidato, que obtuvo el tercer lugar en la lisa, y se ha convertido en “hacedor de reyes”.

La derrota de la izquierda en Chile golpea gravemente a la izquierda en América Latina, ya de por sí expulsada de Bolivia con cajas destempladas. Sin perjuicio de que el nuevo presidente, Rodrigo Paz Pereira no sea de derecha cerril.

Al lado de los impresentables: Venezuela, Cuba, Nicaragua y Petro , el torpe mandatario de Colombia, así como la minúscula Honduras, el frágil gobierno de Guatemala y México, asediado por Trump, hoy solo Brasil, con Lula fuerte, después de su forcejeo con el estadounidense, puede levantar cabeza entre los gobiernos de izquierda y centro izquierda -socialdemócratas- que hoy conforman una endeble Marea Rosa.

Un rápido, superficial vistazo a esta pléyade, muestra a Venezuela amenazada de ataques militares y casi invasión, con el portaviones, modernísimo y gigantesco en el Caribe -y lo mismo en el Océano Pacífico, amagando a Colombia. Pero no solo eso, sino que, en el caso de Venezuela, la CIA estaría actuando y el mandatario estadounidense revela que “¡hay conversaciones con Maduro!”

Cuba continúa en la inmovilidad y la pobreza, pretextando ser víctima de un bloqueo económico. ¿Y Nicaragua? De la pareja que desgobierna al país, Daniel Ortega, el comandante “sandinista”, presidente de la República, cumplió 80 años y, en consecuencia, compartirá la jefatura del Estado con su esposa, la hoy copresidenta Rosario Murillo. Decidiendo, además el presidente de andar cansino y rostro aburrido y su mujer ornada de abalorios, que el hijo de ambos, Laureano Ortega Murillo, los suceda en el cargo. Eso dice la oposición.

Respecto a Guatemala, Bernardo Arévalo, un presidente socialdemócrata de expediente político impecable, profesor universitario, hijo de un político respetado -prócer moderno, diríase- enfrenta graves obstáculos para gobernar por tener que defenderse de los ataques de la procuradora general Consuelo Porras y otro grupo de corruptos, que impiden al mandatario erradicar la corrupción que campea por todo el país. Los millones de ciudadanos que votaron por Arévalo se inconforman “por su timidez”, pero aún siguen creyendo en él, con la esperanza de que, al concluir la gestión de la procuradora, el 15 de mayo próximo, el mandatario se rodeará de fiscales honestos que lo ayudarán a limpiar la podredumbre en el Estado y en el país. Y a echar a andar un gobierno decente, por el que claman sus compatriotas.

No es posible obviar un comentario, así sea breve, sobre el presidente Nayib Bukele, de El Salvador: el Dictador más Cool del Mundo, como se autonombra llenándosele la boca. Es cierto que el personaje ha logrado reducir de manera impresionante los delitos en su país. Pero ha sido a costa de encarcelar sin miramientos a jóvenes, por simples sospechas. Así, ha llenado de prisioneros cárceles de alta seguridad construidas al efecto.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador

Este dictador Cool, que se ha reelegido contraviniendo la ley electoral de su país. Contrajo matrimonio -permítaseme la burla- vestido como el portero de un edificio de ricos de Madrid o París. Y la verdad es que se ha convertido en el carcelero de los deportados de Estados Unidos por Trump.

De vuelta a Sudamérica, me refiero, también brevemente, a Ecuador, cuyo presidente, Daniel Novoa, sometió a referéndum, este 16 de noviembre, reformas constitucionales y legales que permitirían, entre otras cosas, la reapertura de bases militares extranjeras, como la de Manta, que Estados Unidos aprovechó de 1999 a 2008. Noboa llegó a hablar incluso de una base militar en las islas Galápagos. Pero el mandatario perdió de manera abrumadora el referéndum, para disgusto de Washington.

Concluyo esta pasarela -como la llamo- de América Latina para lamentar la controversia que ha enfrentado a Perú y a México. Sin ánimo de ahondar en la discusión, opino que el presidente Pedro Castillo intentó dar un golpe de Estado y desde ese punto de vista, es indefendible. Es distinta la situación, desde mi punto de vista, en el caso de quienes pueden llegar al interior de una embajada y su titular les concede asilo -y solicita el salvoconducto para que el asilado abandone el país. En este caso, la convención de Caracas de 1954, aunque pida al Estado asilante actuar conforme a derecho, deja a criterio de este concederlo o no.

Al margen de ello, es deseable emplear todos los recursos de la diplomacia para que ambos países reanuden relaciones pronto, en circunstancias en las que resulta imperativo revitalizar la Alianza del Pacífico, de la que México y Perú son miembros clave. En vísperas de que México sea sede -en 2028- de la Cumbre de la APEC (que agrupa a las más importantes economías con costa en el Pacífico, entre ellas México, Perú y también Chile).