El primer agradecimiento fue para la Pachamama (la Madre Tierra) por la fuerte lluvia que cayó en la zona de La Paz, Bolivia, y sus alrededores durante la sabatina —8 de noviembre— ceremonia presidencial —que todo mundo tomó como la mejor señal de buenos augurios, sobre todo políticos, durante la toma de posesión del presidente centroderechista, Rodrigo Paz Pereira, y el demócrata cristiano vicepresidente Edmand Lara Montaño, mejor conocido como Capitán Lara. El titular del Ejecutivo boliviano dijo: “La Pachamama está haciendo una limpia, nos está bendiciendo. Y eso significa que es en buena hora, buenos augurios”. Sin duda, los necesita, y mucho.

Así empezó su primer discurso presidencial. El resto se centró en una crítica a los últimos 20 años de izquierda. “Nunca más una Bolivia aislada, sometida a ideologías fracasadas, ni mucho menos una Bolivia de espaldas al mundo”. El discurso inaugural se inició con agradecimientos, tanto a los invitados al acto —nacionales y extranjeros—a su familia y a la del vicepresidente.

Edmand Lara fue el primero en poder pie en la Plaza Pedro Domingo Murillo, frente a Palacio Nacional, para la solemne ceremonia. Ataviado con el traje de gala de la Policía boliviana antes de ingresar en la Asamblea Legislativa para jurar el cargo de vicepresidente. Saludo de corte policial. Haciendo honor a su antiguo cargo policiaco, transformado en personaje nacional por su discurso y actuación anticorrupción. No de balde también fungirá como presidente de la Asamblea Legislativa.

De hecho, Lara dio principio a la sesión legislativa que antecedió a la consagración de Rodrigo Paz como presidente del país sudamericano. De acuerdo a su nuevo cargo, el Capitán Lara saludó a todos los invitados, uno por uno, en orden alfabético. Los que debían estar, estuvieron, los ausentes, como el del gobierno mexicano, ni se notaron: Javier Milei, presidente de Argentina; Gabriel Boric, presidente de Chile; Daniel Noboa, presidente de Ecuador; Santiago Peña, presidente de Uruguay; Christian Wulff, ex presidente de Alemania; Geraldo Alckmin, vicepresidente de Brasil; Mary Denisse Munive, vicepresidenta de Costa Rica; Félix Augusto Ulloa Garay, vicepresidente de El Salvador; Teresa Ribera Rodríguez, Vicepresidenta Primera de la Comisión Europea; Christopher Landau, vicesecretario de Estado de EUA; cancilleres, delegados y embajadores de decenas de países y representantes de organismos internacionales.

También estuvieron presentes expresidentes bolivianos, entre los que se contaban Jaime Paz Zamora, padre del nuevo Ejecutivo, Jeanine Añez (recién liberada, en la semana, de prisión), así como Jorge “Tuto” Quiroga, que fue adversario de Paz en los comicios recientes.

Para el momento culminante de la ceremonia, la toma de posesión del nuevo mandatario boliviano, Rodrigo Paz Pereira decidió caminar hacia la Asamblea Legislativa sin paraguas que lo cubriera, decidió que la lluvia mojara su traje negro, la camisa blanca y su corbata azul en tono grisáceo. La Pachamama lo bendecía.  Zapatos negros bien lustrados.

Lara fue el encargado de tomar el juramento del novel mandatario. “¡Dios, familia y patria! ¡Sí, juro!, con la mano derecha levantada.

El mensaje directo a los últimos gobiernos de izquierda: “Nos dejan una economía quebrada con las reservas internacionales más bajas en treinta años. Nos dejan la inflación, escasez, desconfianza. Nos dejan un estado paralizado, un monstruo burocrático, incapaz de servir al pueblo. Nos dejan filas interminables para conseguir combustible, mercados vacíos, salarios que no alcanzan. Nos dejan una nación cansada, dividida, endeudada moral y material. Nos dejan la peor crisis de las últimas cuatro décadas”, enfatizó Paz.

“No podemos mentir y decir que estamos mejor que antes. ¿El mal gasto de US$ 60,000 millones del gas y tener una deuda de más de US$ 40,000 millones, interna y externa, fue lo correcto?, ¿eso estuvo bien?, ¿somos un país mejor?”. Aseguró que los gobiernos de izquierda “traicionaron” a los bolivianos y agregó que la traición “se paga” en Bolivia porque es el costo que tienen los humildes y vamos a defender a los más humildes”. Sobre la falta de combustible en el país, el titular del Ejecutivo dijo que “desde anoche” ya están entrado cisternas con diésel y gasolina a Bolivia.

Paz aprovechó la coyuntura para criticar nuevamente a los últimos gobiernos, y fue la única vez en su discurso que se refirió literalmente a Evo Morales y a Luis Arce, los dos presidentes que mantuvieron la hegemonía del Movimiento al Socialismo (MÁS) durante casi dos décadas. “Nunca más el país estará secuestrador bajo una ideología, la ideología no da para comer”, afirmó el hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, que estaba presente en la ceremonia.

Y remató: “¿Dónde está el bendito mar de gas que nos prometieron? Nos dijeron que Bolivia iba a tener un mar de gas, acuérdense. Aquí no estamos haciendo recuerdos para vengarnos. Sabemos lo que no funcionó. ¿Dónde está el mar de gas? Evo, ¿dónde está el litio? Arce, ¿dónde está el litio?”

Los principales desafíos de Rodrigo Paz Pereira los próximos cinco años, “de servicio y no de poder”, según dijo, se centran en los siguientes puntos: abrir la economía y atraer inversores; garantizar la financiación externa, como del Banco Interamericano de Desarrollo o el Fondo Monetario Internacional; reducir los subsidios al diésel para la agricultura y sectores empresariales; eliminar de forma gradual los subsidios a la gasolina para el transporte público; disminuir la inflación anual de 20 por ciento; mantener los programas sociales; y modernizar el sistema energético y digital.

El juramento de Rodrigo Paz marca un cambio político importante en el país andino, no solo interna sino externamente. Por ejemplo, aunque a muchos gobiernos de izquierda latinoamericanos les parezca una osadía acercar su destino al del argentino Javier Milei a quien le pidió una visita de estado para abrir una nueva etapa”, lo mismo anunció el propósito de reanudar vínculos diplomáticos de alto nivel —embajadas—, con el gobierno de Donald John Trump, que se interrumpieron desde el año 2008. La ruptura de relaciones entre La Paz y Washington se produjo luego de que el ahora procesado Evo Morales expulsara al embajador del Tío Sam acusándolo de apoyar un complot de la derecha para derrocarlo. A su vez, la Casa Blanca hizo lo mismo.

Tras su victoria, Paz tomó distancia del bloque de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) —en la que Bolivia formaba parte con Cuba, Nicaragua y Venezuela—, para reagruparse con EUA. “Vamos a restablecer esas relaciones a nivel de embajadores como siempre debería de ser”, dijo al enviado de Trump a la ceremonia inaugural de Paz, el subsecretario de Estado, Christopher Landau.

Con ese gesto, Paz rompe el movimiento mantenido por Evo Morales y Luis Arce hacia la izquierda con la nacionalización de los recursos energéticos y la alianza con la Venezuela de Hugo Chávez Frías, así como con La Habana, China, Rusia e incluso Irán.

Por muchos motivos, uno de los que faltaron a la acuosa ceremonia en la Asamblea Legislativa, fue precisamente Evo Morales, quien afirmó haber sido invitado a la transmisión de mando, pero para poder asistir pidió “garantías”, ya que hay una orden de aprehensión girada por un juez por trata de personas, en un proceso que se le sigue debido a que procreó una hija con una menor de edad cuando era presidente.

En fin, aunque el Partido Demócrata Cristiano al que está afiliado Rodrigo Paz es el más grande de Bolivia, en la Asamblea Legislativa no cuenta con mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso, por lo que para gobernar tendrá que forjar alianzas. Sin embargo, la nueva legislatura, que estará en funciones hasta el año 2030 está dominada por partidos pro empresariales y de derecha, lo que podría allanar el camino para políticas favorables al mercado.

Durante la ceremonia también fueron presentadas las directivas de la Cámara de Diputados, al mando del presidente Roberto Castro Salazar (PDC), y del Senado, presidido por Diego Ávila, quienes conducirán los trabajos legislativos durante esa gestión.

Como colofón de la jornada, en los mercados de Cochabamba o en los barrios populares de El Alto, en La Paz, el nombre de Edman Lara Montaño —o simplemente Capitán Lara—, se escucha con una mezcla de entusiasmo y curiosidad poco común en la política boliviana. Hasta hace poco más de un año, este abogado y ex agente policial de 40 años de edad se ganaba la vida vendiendo ropa usada mientras grababa videos en TikTok en los que denunciaba la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad. Hoy, ese mismo personaje es el nuevo vicepresidente de Bolivia tras acompañar en la fórmula a Rodrigo Paz Pereira, el sorprendente ganador del histórico balotaje del19 de octubre pasado. Buena suerte para la dupla del nuevo gobierno de Bolivia. El país lo necesita. VALE.