El 2026 será un año marcado por una reforma electoral que cambiará las reglas del juego. Mientras Morena demuestra tener el control absoluto de la agenda, la oposición se percibe, como en ocasiones recientes, ineficaz para influir en el contenido de la norma, y mucho menos para frenarla.

Futuro blanquiazul
El PAN apuesta por posicionarse en la derecha del espectro político. Con este relanzamiento espera captar al electorado decepcionado con el estilo de gobierno de Morena. Sin embargo, parece ignorar los reclamos ciudadanos que exigen una renovación de sus cuadros dirigentes y una actitud más enérgica para elevar el costo político al oficialismo.
El año entrante pondrá a prueba al panismo en dos frentes. El primero es la elección de 2027, donde estarán en juego las gubernaturas de Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro, sus últimos bastiones. Según La Encuesta MX, el PAN mantiene una ventaja mínima en la primera y la tercera entidad. En Chihuahua, el sondeo otorga cuatro puntos de ventaja a Morena; ahí, los aspirantes externos ya buscan posicionarse, mientras la reciente detención del exgobernador César Duarte amenaza con desgastar la imagen panista.
El segundo frente es su dirigencia y la presión desde el Gobierno. La llegada de Ernestina Godoy a la FGR no es una buena noticia para Jorge Romero y su grupo; ella integró la investigación del llamado «Cártel Inmobiliario», un expediente que el oficialismo podría usar cuando lo considere oportuno. Pese a las negativas de Romero, el dirigente debería evaluar alternativas ante una eventual ofensiva judicial.

Futuro tricolor
Para el PRI, el porvenir depende del destino de Alejandro «Alito» Moreno. Su reciente exabrupto en el Senado, aunque dirigido a un legislador polémico, no ayudó a limpiar la imagen de una organización identificada con la corrupción y que encabeza las encuestas de rechazo de voto.
A esto se suma el proceso de desafuero en la Cámara de Diputados. Aunque avanza con lentitud, el dictamen podría coincidir con el inicio de las campañas de 2027, afectando gravemente las preferencias electorales del priismo. Además, acudir a las urnas sin alianzas representa un riesgo sistémico: podría consolidar la tendencia decreciente que el partido ha mostrado en los últimos comicios.

Futuro naranja
En 2026, la mayor preocupación de Movimiento Ciudadano (MC) será la sucesión en Nuevo León. La relación de Samuel García con el sector empresarial y las fuerzas políticas locales es tensa. No obstante, el mayor obstáculo es su intención de heredar el cargo a su esposa tras la derrota de esta en la alcaldía de Monterrey, lo que augura meses de inestabilidad.
MC tiene la urgencia de trascender sus feudos regionales en Jalisco o Campeche para competir en la liga nacional. Su estrategia de ir en solitario ha dado frutos, pero ahora debe demostrar que posee algo más que canciones y anuncios pegajosos. El reto es presentar propuestas sólidas que atraigan a los ciudadanos que buscan dejar atrás gobiernos ineficientes.

Futuro guinda
Para Morena, lo complejo apenas comienza. El 2026 será el año en que las batallas por las candidaturas pongan a prueba su unidad interna. El antecedente de las modificaciones a la iniciativa contra el nepotismo dejó un mal precedente, evidenciando resistencias entre militantes que se niegan a abandonar su promoción personal.
Asimismo, si la reforma electoral elimina las posiciones plurinominales y reduce el financiamiento público, la relación con sus aliados (PVEM y PT) entrará en crisis, pues estos serían los más perjudicados. La fortaleza de la coalición se medirá en estados como San Luis Potosí, donde las disputas por las candidaturas de 2027 podrían fracturar la alianza con el Partido Verde.
Finalmente, Morena enfrenta el reto de superar escándalos de opulencia, «turismo de lujo» y casos de corrupción que contradicen su discurso de austeridad. El desgaste natural del ejercicio del poder, sumado a los resultados en seguridad, economía y salud, podría empezar a pasar factura antes de lo previsto.
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