Si Martín Solís tuviese el más elemental sentido de la vergüenza, jamás se hubiese prestado a oficiar de esquirol en el foro de los agricultores, celebrado la tarde el viernes en instalaciones del Congreso local. Durante años hizo su vida en el Barzón, protestando contra políticas de los gobiernos federales y estatal en las que, más de una vez, llegó a realizar acciones violentas contra Conagua y la CFE. Pero como no lo tiene, ahora que sus pies descalzos pisan sobre suaves alfombras (como les recriminaba Queta Levario) y recibe migajas del gobierno, pretende reventar uno de los movimientos más legítimos en defensa del campo chihuahuense. Aparte de traidor es cínico, como le gritaron los agricultores frustrando el intento de boicot.
Solís no representa nada, es a lo más un insignificante mensajero de los senadores y diputados federales del oficialismo, incómodos al verse colocados frente a la disyuntiva obvia en la que nunca quisieron estar: ponerse al lado de los chihuahuenses o defender las políticas de un régimen autoritario e intolerante que parece detestar el emprendimiento particular. Lo sabemos, ellos no tienen conflicto de interés, son abyectos devotos del populismo demagogo, su preocupación única es quedar expuestos como los falsos y mentirosos que siempre han sido. Su temor es perder votos en la próxima elección, su convicción quedar bien con el tlatoani que los palomeó de candidatos.
Cuando digo “ellos” me refiero a los senadores Andrea Chávez, Javier Corral y Juan Carlos Loera y a los diputados federales Alejandro Pérez Cuéllar, nono Corral, Armando Cabada, Lilia Aguilar, Daniel Murguía. Es necesario poner rostro y apellido, son traidores a Chihuahua que optaron por la genuflexión al “movimiento”, en vez de ver el interés de sus electores, ni por interés político simulan. Pero eso sí, varios recorren la entidad haciendo promesas con ínfulas de redentores, intentando engañar a los electores con mentiras y sugiriendo soluciones a problemas de la entidad que su propio gobierno provoca.
En cuanto se ven expuestos como lo que son, mentecatos farsantes babeantes de poder, esconden la cabeza e intentan justificar sus ambiciones electoreras desprestigiando legítimos movimientos sociales. Lo hicieron hace 5 años, cuando la sociedad de Chihuahua, Delicias a la cabeza, salió en defensa del agua que López Obrador quiso llevarse, en buena medida se llevó, de las presas estatales. Casi todos los que hoy son legisladores, lo eran también entonces y en vez de solidarizarse con el reclamo chihuahuense sirvieron de esquiroles catalizando la narrativa oficialista de las mañaneras lopistas.
Aquella portentosa movilización ciudadana, saldada con un feroz enfrentamiento entre agricultores y la Guarda Nacional en la cortina de la Boquilla, representó la primer gran derrota de López Obrador y produjo un resultado electoral adverso para sus acólitos en Chihuahua. Perdieron el gobierno estatal, el Congreso, la mayoría de las alcaldías y en el distrito quinto, epicentro de la manifestación, no pudieron ganar ni una sola casilla. Sintieron el frío de los chihuahuenses, a pesar de campañas dispendiosas aceitadas con dinero del gobierno federal y soportada en la estructura electorera de los chalecos guindas.
Es el temor que tienen hoy, en poco más de año y medio (junio del 2027) saldrán otra vez a pedir el voto de los chihuahuenses. Andrea Chávez y Juan Carlos Loera quieren ser gobernadores y Corral su matraquero, Alejandro Pérez Cuéllar y Daniel Murguía alcaldes de Juárez, nono Corral de Cuauhtémoc, Lilia Aguilar sueña con el senado en 2030. Cada uno de los hoy escondidos tienen sus ambiciones personalísimas, ¿con que cara pedirán mañana el voto, si hoy traicionan a la gente de Chihuahua, a sus futuros electores? No podrán, defender con argumentos pertinentes una iniciativa que restringe derechos ciudadanos les resulta imposible, hasta pararse en las plazas públicas les resultará difícil.
No obstante, cínicos al fin, intentarán lo de siempre, apelar al agotado discurso de la corrupción, su argumento más socorrido para justificar acciones regresivas contra la sociedad. El resultado de esa cantaleta lo conocen muy bien los mexicanos: Para acabar con el huachicol cerraron ductos y “compraron” cientos de pipas, pero al final del sexenio la corrupción estaba en todas las aduanas, tocando hasta al secretario de Marina, los hijos del presidente y al secretario de gobernación; prometieron acabar con la corrupción en la compra de medicinas y el resultado fue un desabasto criminal que causó la muerte de miles, terminando con la burla de una megafarmacia que costó miles de millones y sólo surtió tres recetas; también por la supuesta corrupción cancelaron la construcción de un moderno aeropuerto y acabaron descomponiendo el sistema aéreo mexicano mientras la cúpula militar se hinchaba de dinero.
La corrupción, la corrupción, siempre el estribillo de la corrupción cuando el sexenio de López Obrador ha sido el más corrupto desde que México es país. Igual ahora con la ley de aguas nacionales, ya empezaron a decir que hay mucha corrupción y necesitan limpiarla. Mentira, una patraña, infame tomadura de pelo. Los senadores y diputados hoy escondidos saben, son traidores y cínicos, pero no pendejos, que la Ley de Aguas propuesta por Sheinbaum tiene el oculto propósito de control político. No están interesados en una eficiente gestión del vital líquido, quieren tener de los huevos a los agricultores para evitar futuras insurrecciones.
Es otro paso más hacia el totalitarismo, impulso en el cual aplicarán la suya; estás con el gobierno (conmigo) te renuevo la concesión, estás en contra te la quito y hazle como puedas. Los agricultores tampoco son pendejos, como muchos gremios en el país ya vieron las orejas del lobo, no se tragan sus mentiras. Martín Solís seguirá prestándose de esquirol y los cobardes legisladores permanecerán escondidos o en franco desafío a los legítimos intereses de los agricultores, Nada conseguirán, el movimiento seguirá creciendo porque la gente llegó al punto del hartazgo, vieron amenazado su patrimonio y de los sordos reclamos pasaron a la movilización. Ya salieron a las calles, a ver como los regresan a sus tierras.

